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Incumplida taza de café

Natural en las lides parlamentarias también signadas por  el reaprendizaje, luego de impactada la institución por un régimen tan prolongado, la novísima fracción opositora denominada “16 de Julio”, irrumpió en el escenario de la Asamblea Nacional. Una iniciativa de los diputados principales y suplentes de Convergencia, ABP y Vente Venezuela, en tránsito la incorporación de otras fuerzas y corrientes, dejó constancia de sus posturas en el hemiciclo por la voz del diputado Omar González, corajuda voz empinada a contracorriente a propósito de la consabida propuesta de diálogo en República Dominicana.

Debemos considerar tres de los indispensables elementos que, por lo pronto, reveló la sesión plenaria próxima pasada: por una parte, al desear comprometer a la institución, ésta debía y todavía debe escenificar un intenso debate en clara correspondencia con el país, pues, siendo tan grave la materia, ha de actualizar la propia representación de la ciudadanía; por otra,  dada las experiencias acumuladas por los infructuosos y abortivos diálogos anteriores, no luce tan simple una iniciativa que desconozca a la incontrovertible y contundente mayoría que somos, dejándonos intimidar y amedrentar por los resultados fraudulentos de  los comicios dizque constituyentes y regionales recientes; y, luego,  existen realidades objetivas que no permiten siquiera una incondicional conversación, aún en nombre de la apertura de uno de los varios y necesarios canales humanitarios, fungiendo el hambre como la arma política de un sector de la oposición. Empero, aunque asombre el extravío conceptual, agreguemos otro elemento.

En efecto, se ha hablado de una distinción – necesaria, pero todavía confusa – entre conversación, diálogo, negociación, acuerdo y términos afines que sólo con la revisión de los procesos de paz de Centroamérica, Colombia y Europa Oriental, accedemos a las precisiones que la dictadura venezolana nunca deseó ni desea, aún con el agua al cuello,  dándole – por ejemplo – un significado muy distinto, interesadamente errado,  a la comisión de la verdad. Ocurre que la misma negación a una cita con voceros de  la dictadura, pronta e injustamente nos lleva a ciertos equívocos morales, por la suerte de ciertos tecnicismos.

El más importante y no menos interesado equívoco, es el de pretender que el rechazo a la más elemental conversación debe interpretarse  como una sistemática negación al ejercicio político que es el del inevitable entendimiento, cuando el problema estriba en que esas iniciativa – demasiado frecuentemente – se dan a espaldas del país, no obedecen a una estrategia ni táctica concertada por todos los integrantes de la oposición, teniendo por signo el incumplimiento, la manipulación y traición de la parte oficialista que asegura la impunidad, como ha acaecido, de los sectores de la oposición que concurren.  De hacer caso a la señalada distinción,  ni siquiera la dictadura cumple para la ronda de una simple taza de café, fallando deliberadamente en la misma fase exploratoria, pero salpicando profusamente a propios y a extraños.

Nadie, en su sano juicio, niega la posibilidad de la más elemental conversación, por cierto, la que nos lleva  a una interesante tesis doctoral,  como la de Francisco Alfaro Pareja, sobre las regulaciones pacíficas en nuestra gesta independentista, para darnos una perspectiva distinta de los propios procesos de paz que nos dieron vida republicana, pero es demasiado diferente que la iniciativa se convierta en todo un chantaje: la de un encuentro y compromiso incondicional, o la nada.  Y esto, por no hablar de la absoluta claridad, transparencia y publicidad que la justifique, pues, no sólo la dictadura nos alecciona, sino también los sectores concurrentes de la oposición que tratan todavía de evadir el costo de sus yerros en 2014 y 2016, cursando 2017.

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