Imposible perder más tiempo
Venezuela entera está convencida de la necesidad de un cambio radical, profundo y urgente, que revierta hacia lo positivo las negativas realidades del presente. Me refiero a todos los venezolanos. A los que giran alrededor de la alternativa democrática y los partidos que integran la MUD, también al ciudadano común que no vive de la política, ni de los partidos, sino de su esfuerzo personal y familiar para mantener en alto la dignidad que merecen y, por supuesto, a los millones de decepcionados compatriotas que ahora señalan a sus ídolos de pocos años atrás, como los responsables de la destrucción del país.
El problema se dramatiza porque el tiempo avanza y todos los terribles anuncios con relación al año que se inicia se hacen realidad. Los males del país está sobre diagnosticados y las posibles soluciones son conocidas, repetidas en infinidad de ocasiones por expertos en cada una de las actividades nacionales. Pero seguimos perdiendo un tiempo valioso que quizás no se mantenga demasiado.
La primera gran conclusión es que no hay solución posible mientras se mantenga el poder en manos de eso que llaman el alto gobierno cívico-militar de la revolución encabezada por la dupla Maduro-Cabello. Si estos personajes conservaran una mínima dosis de dignidad y decencia, facilitarían el camino hacia el cambio renunciando a sus responsabilidades actuales para que se instale una etapa de transición para la reconstrucción institucional y ética del país. Han desperdiciado todas las oportunidades de rectificación y siguen empeñados en profundizar los errores y violentar una situación de peligrosa confrontación que, de continuar, arrasará con cualquier signo del reciente pasado chavista, socialista a la cubana.
Nicolás Maduro debe renunciar antes de que la Asamblea Nacional accione la vía constitucional más rápida y práctica, para obligarlo a irse. No puede ni debe continuar. Nadie tiene derecho a jugar con el país como lo está haciendo este señor. Más allá de la falta de legitimidad relativa a su designación como cabeza del poder ejecutivo, no ha cumplido con ninguna de las obligaciones, de los deberes expresamente señalados en la Constitución. ¿De qué cosa se ocupa? ¿Hasta dónde estirará la cuerda para mantenerse en el poder como sea?
La Asamblea Nacional está cumpliendo con su deber. Es depositaria de la confianza, de la fe y de la esperanza de Venezuela. Esperamos que profundice el acertado camino que transita hacia el cambio necesario. La Fuerza Armada Nacional se mantiene en una especie de expectativa vigilante, con idéntica fe en el destino superior que merecemos.
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