Implicaciones del Fin de Unasur
Con la reciente decisión del Gobierno del Ecuador de recuperar el edificio sede de UNASUR, el Presidente Lenin Moreno apuntala el rechazo de los nuevos Gobiernos democráticos de Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia de ponerle el fin a una institución que se inspiró inicialmente en el sueño integracionista de Fernando Henrique Cardoso para convertirse en un instrumento de dominación de gobiernos autoritarios quienes desviaron los objetivos iniciales de la institución.
En efecto, FHC inicialmente convocó en Brasilia a los Jefes de Estado de América del Sur para sentar las bases de una institución orientada a consolidar la clausula democrática, incorporar nuevos temas para el desarrollo del Sur como la infraestructura física; la integración energética y la red de telecomunicaciones para el Sur, fortalecer los vínculos entre la CAN y MERCOSUR, incorporar a Guyana y Suriname, propiciar encuentros de la Comunidad Latinoamericana y del Caribe con la Unión Europea estableciéndose mecanismos de dialogo cuyo primer encuentro de Presidentes y Jefes de Gobierno se realizó en Río en 1999, todo ello dirigido al establecimiento de una arquitectura de desarrollo sostenible en democracia y vigencia de los derechos humanos.
Lamentablemente ese proyecto inicial fue desviado de su ruta inicial con la llegada al poder de los nuevos Gobiernos del llamado Socialismo del Siglo XXI piloteados por Chávez con el asesoramiento de Fidel Castro, quienes gracias al apoyo de los recién posesionados Presidentes Lula, Kirschner, Lugo, Mujica, Bachelet, Evo, Correa, Humala y otros gobernantes complacientes, convirtieron a UNASUR en un ente ideologizado. Alí Rodríguez Araque a la cabeza del organismo primero, y los ex Presidentes Kirschner y Samper tuvieron como misión aplastar las instituciones integracionistas existentes a través de procesos de desestabilización paulatina, convirtiendo todas las instancias regionales en un modelo regido por el ALBA. Ni siquiera con los cambios políticos acaecidos en el Sur del Continente, se ha podido desplazar a la burocracia impuesta, cuyos meritos (además de los escándalos de acoso sexual de sus funcionarios más destacados) despilfarraron los recursos comunitarios con instituciones absurdas como un Banco del Sur que nunca arrancó; o la quimera de una militarizada Organización del Atlántico Sur con aliados como Khadafi del otro lado del Océano, o el parapeto montado como mecanismo de observación electoral, que lo que hizo es favorecer a sus aliados para mantenerse en el Poder aun fraudulentamente, gracias a la designación de observadores complacientes al gusto y a la orden de socios no democráticos, cuyo ejemplo más notable es el escandaloso mecanismo montado por el ex Presidente Zapatero convertido en el mejor defensor de la permanencia de Maduro en Miraflores.
El fin de UNASUR es el inicio de una nueva era y el retorno a la vigencia de los principios de integración a través de la recuperación de instituciones como MERCOSUR o la OEA, o el establecimiento de nuevos mecanismos de concertación política como el Grupo de Lima.