IA: La Incertidumbre del Futuro

Cuando en octubre de 2024 Elon Musk anunció que Tesla fabricaría 5,000 unidades del Bot Gen 3 Optimus para 2025 —y, nuevamente, apenas la semana pasada, que 1000 de ellos se integrarían a las operaciones de su planta, confirmando además un precio estimado al público de US$10,000 por unidad—, el mundo no terminó de captar que el futuro ya está aquí.
Hace solo unos días compartí esta noticia por WhatsApp con una amiga, y me respondió:
“¡DIOS MIO… qué estilo de vida les quedará a los seres humanos?
¿Podremos estar realmente seguros de que estos robots seguirán siendo amables y serviciales? ¡Terminator ya no es una película de ficción! — ¡Demasiadas incertidumbres!
Si los robots ocupan los trabajos de las personas, como es evidente con esta tecnología, ¿cómo podremos ganarnos la vida?
¡De verdad, me va a explotar la cabeza!! 😜”
Hay una fuerza creativa tremenda en nosotros
En mi artículo anterior, “La Atención lo es Todo”, señalé una verdad dura: si colocamos en la cima de nuestra escalera de valores un objetivo intermedio —como el dinero, la prosperidad, el reconocimiento, la seguridad—, lo que elijamos terminará por tiranizarnos. Esto es tan cierto para individuos como para colectivos y corporaciones.
A lo largo de las culturas, y desde hace mucho tiempo, hemos venerado el dinero y la prosperidad como objetivo principal. Cada quien puede racionalizar su lugar en ese espectro cuanto quiera, no importa si el dinero es o no tu meta consciente principal. En realidad, no importa lo que cada uno piense o sienta; son nuestras acciones las que hablan más fuerte que nuestras palabras.
«Las acciones son las huellas visibles de las creencias transparentes.»
Hoy, todas las sociedades exigen —a veces desesperadamente— que los gobiernos establezcan leyes y políticas para generar abundancia y corregir disfunciones económicas. De hecho, basta con que un candidato político parezca capaz de restaurar o mejorar la economía para que esa simple “esperanza” le otorgue una victoria arrolladora.
Todos estamos orientados a adquirir juguetes hermosos y costosos, o a disfrutar unas vacaciones maravillosas, y no paremos de contar. Desde principios del siglo XIX, nuestra demanda de que la riqueza se distribuya mejor y que todos recibamos nuestra “justa parte” del pastel económico ha estado en la cima de nuestra jerarquía de valores como civilización.
No digo que eso no sea razonable o justo; lo que intento revelar es que la mayoría de las sociedades giran y orbitan alrededor del valor del dinero y la abundancia, y en última instancia, de lo que ello puede adquirir: estatus, reconocimiento, poder, supuesta libertad, así como seguridad, control y placer.
Lo interesante es que nada de eso protege al individuo de lo que la vida, inevitablemente, nos traerá: dolor, enfermedad, pérdida y muerte.
Durante los últimos cien años, nuestros valores se han orientado a hacer del dinero nuestro objetivo principal, y la ciencia y la tecnología se han enfocado en amplificar y consolidar el control y el poder – ¿Y pensábamos que eso no nos iba a alcanzar?
Desarrollamos una herramienta que optimiza nuestros recursos y es hiperefectiva en alcanzar aquello lo que deseamos – hemos apuntado al dinero y el poder – así que nuestros deseos de han cumplido. El pequeño detalle que no previmos es que uno de los principales recursos que genera riqueza en nuestra civilización es la fuerza laboral – es decir, las personas. Así es como un valor intermedio puede tiranizar a toda una sociedad. Aproximadamente la mitad de la fuerza laboral del mundo (más de 2,500 billones de puestos de trabajo) se verán negativamente afectados en los próximos tres años por la IA.
No podemos devolver al genio a la botella
Vamos al grano: el control y la seguridad son una ilusión. Tenemos que trabajar con lo que hay. Cuando asumes este hecho, te das cuenta de que tu mejor jugada es fortalecerte: desarrollar tu carácter, disciplina, discernir hacia dónde quieres apuntar, y desarrollar un plan y una estrategia para lograrlo – y levantar ese trasero, salir de la complacencia y empezar a trabajar en ti mismo.
Olvídate de presionar a los gobiernos para que generen barreras de seguridad que impidan que la IA afecte negativamente a la sociedad. No servirá de nada. Piénsalo bien: la mayoría de las personas quiere ser rica; la mayoría aprovecharía la oportunidad de ganar millones sin tener que hacer el sacrificio y el trabajo necesarios para lograrlo.
Por eso la mayoría de las sociedades occidentales están corrompidas: hay un sustrato de organizaciones y personas que trabajan con diligencia para ganar dinero sin invertir el factor trabajo para obtenerlo —lo cual, por cierto, es la razón por la que elegimos políticos corruptos y la mayoría de las personas honestas no considera siquiera entrar en política.
Más vale que nos pongamos en orden. Nuestra mejor estrategia es fortalecer nuestras habilidades innatas para volvernos fuertes y útiles.
Y, en segundo lugar —pero no menos importante—, aprender qué es la IA y cómo usarla.
La IA es nuestro Frankenstein.
Un giro en nuestra columna: EL PUNTO a la iA
Si has seguido nuestra columna, sabrás que en los últimos meses hemos venido haciendo justamente eso: historia, profundización y perspectiva sobre la IA.
Nuestro objetivo principal es dotar a nuestros lectores una ética para operar la IA, es decir la inteligencia que falta.
La ética es la disciplina que nos ayuda a orientarnos hacia lo que es Bueno – para no extraviarnos ni caer en las trampas que inevitablemente se cruzan en el camino de la vida.
Si temes lo que la IA puede hacerle a tus ingresos, o temes que si no subes a ese tren tu competencia te aplastará, no intentes frenarla. Perderás tiempo en lugar de enfocarte en lo que debes hacer… estarás otra vez orientándote hacia lograr control y la seguridad, y esa es una pésima estrategia frente a la IA, o frente a cualquier otro objetivo.
Como apunte final, algo que he subrayado muchas veces: la IA utiliza una sola habilidad de entre todos los talentos innatos del ser humano: es hiperefectiva reconociendo patrones.
Eso es todo. Todo lo demás es una ilusión.
IA no puede decidir a qué apuntar. Solo tú puedes proporcionarle las instrucciones necesarias para que te ayude a ser efectivo y productivo en función de tu objetivo. Sólo nosotros somos agentes con voluntad y choice.
Una de las enseñanzas que he sacado de mi entrenamiento como analista lingüístico, entrenando modelos de lenguaje que los programadores utilizan para ajustar el desempeño de los chatbots, es descubrir cuán asombrosa es nuestra mente. Y digo mente, no cerebro: el cerebro es el hardware; nuestra conciencia es el software, y “¿Quiénes somos nosotros en esa ecuación?” ese si es el tema que nos diferencia de la IA. Operamos el cerebro como un software opera una computadora. Así como una computadora puede aportar mucho más a quien tiene un propósito claro y entiende cómo funciona la máquina, la IA te permitirá alcanzar tu objetivo si eres un agente poderoso con una intención enfocada como láser.
Pero hay un enorme PERO: si tienes una meta carente de sentido y propósito —para los demás y para la sociedad en general—, entonces tus acciones y tu trabajo conducirán inevitablemente a la destrucción y la devastación. Por eso, en la naturaleza, en todas sus formas y niveles (con la única excepción del ser humano), la vida supera los obstáculos y se adapta a cualquier circunstancia. En nosotros, esa misma resiliencia requiere algo más: voluntad, intención, determinación y, lo más importante, orientación.
Nuestras opciones frente a un oponente formidable
“Cuando el enemigo es vasto y formidable, no lo enfrentes donde es más fuerte. Atráelo, en cambio, hacia un terreno que no comprende, hacia condiciones que tú dominas. La victoria no pertenece al que tiene mayor fuerza, sino al que moldea el campo de batalla.”
— Reformulación de ChatGPT sobre estrategias de guerra de Sun Tzu, Miyamoto Musashi y Clausewitz
Nosotros, los humanos, tenemos algo que la IA jamás podrá lograr, sin importar cuánto desarrolle sus capacidades:
• Creatividad: la IA solo simula creatividad a partir de patrones que ha aprendido de lo que se le ha alimentado; solo nosotros podemos ser verdaderamente inspirados y creativos.
• Imaginación: la imaginación nace de la inspiración o de la intuición encarnada (surge de lo más profundo de nuestra psique y de millones de años de arquetipos subconscientes y nuestra línea genética), también de nuestra identidad y, sobre todo, de la memoria, los deseos y el conocimiento.
• Identidad: si eliges profundizar en el conocimiento de ti mismo y trabajar en la construcción de tu carácter, si logras tu verdadera independencia respecto a la aceptación y la conformidad social, si apuntas a convertirte en tu mejor versión, nada podrá detenerte (excepto tú mismo).
• Ética moral: estamos dotados de una guía interior que anticipa las consecuencias antes de que ocurran. Sin embargo, nos hemos vuelto moralmente insensibles en la búsqueda de lo que es verdaderamente significativo y bueno. Esa es, en gran parte, la razón por la que hemos llegado a este dilema: la IA invade y desestabiliza nuestra forma de vida.
• Voluntad: tenemos la capacidad de ir tras un propósito. No seguimos metas, somos impulsados por aquello que sentimos nos falta, con la esperanza de resolver el anhelo existencial de nuestras vidas. Ese impulso es nuestra arma más poderosa.
• Narrativa mítica: vemos e interpretamos el mundo a través de historias. Creamos relatos dentro de nuestra mente para guiarnos en nuestro desarrollo y alcanzar lo que nos falta. Cuando vemos un león, vemos múltiples símbolos que pueden empoderarnos; una máquina ve un depredador.
• Amor y compasión: la etimología de “compasión” viene del latín com (con) + pati (sufrir o soportar), y es un atributo o fruto del Amor. Quizá creas que el amor es un concepto demasiado ambiguo como para pensar que puede ayudarnos a relacionarnos con la IA; quizás sucede porque crees que el amor es un sentimiento, no lo es, es una acción de la voluntad. Es nuestra capacidad de cuidar, e interesarte en el otro, el fundamento estructural de cualquier empresa que resista las inclemencias de la vida.
Sólo seremos capaces de empuñar un verdadero poder cuando queramos el bien del otro y cuando nuestro anhelo por el Bien supremo permanezca siempre presente en nuestras vidas.
La civilización está al borde del desastre, y nosotros estamos en el epicentro
Estamos llamados a tenerlo todo, pero el “cómo” lo hacemos debe estar libre de engrandecimiento propio, orientado a un bien mayor, y sobre todo reconocer nuestra fragilidad en los procesos. El TODO al que estamos llamados a participar no es para beneficio egoísta, sino para que todos lo disfrutemos y nos beneficiemos.
Nuestras acciones han cosechado la IA, y eso cambiará todo en nuestra forma de vida. Y la mayoría de las personas no está preparada para ello. Por eso nuestras cabezas explotan de miedo y ansiedad. No te entregues al miedo. “Es solo la creencia de que no puedes manejar una situación” (Harry Palmer).
Cambia esa creencia, toma todas tus habilidades innatas, fortalécelas y hazlas resilientes… y prepárate para la batalla de tu vida.

GRACIAS POR TU APOYO
EL PUNTO a la i
El historial de la columna está en www.cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.