¡HOSANNA!
¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!
Esta fue la aclamación que una gran multitud de judíos que se habían reunido en Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua, al saber que Jesús estaba entrando a la ciudad tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo, dando voces en su honor. Por una parte, pidiéndole salvación a través de esa antigua voz para invocar la salvación mesiánica: Hosanna, la cual se encuentra en el Salmo 118:25-26. “Señor, ¡danos la salvación! Señor, ¡concédenos la victoria! Bendito el que viene en el nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos”. Y, por otra parte, exclamando admiración y alabanza porque reconocían que Jesús vino, a ellos, en el nombre de Dios.
Los cuatro evangelios narran lo que los eruditos de la Biblia han denominado como La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. El apóstol Juan revela un detalle muy relevante al explicar en su narración que la multitud aclamaba a Jesús vitoreándolo al son del movimiento de las ramas de palmeras que cargaban consigo. Desde tiempos antiguos las palmeras habían sido un símbolo de victoria, de abundancia y generosidad. Eran una inscripción común en las monedas de muchos pueblos. También, se encontraban en las paredes y las puertas del templo construido por Salomón. De tal manera que el uso de las palmeras denota victoria, salvación y alabanza para el Mesías tan esperado del pueblo de Israel.
Hosanna se tradujo con frecuencia como un grito de petición de ayuda: “Salvanos, por favor”. En el Nuevo Testamento es la palabra griega “ὡσαννά” que la mayoría de los estudiosos creen que es la transliteración de dos palabras hebreas- יָשַׁע- “yasha” que significa “salvar o entregar” y אָנּאָ – “anna” que significa “por favor, te ruego“. Otros estudiosos creen que sus raíces hebreas provienen de un tiempo verbal diferente de “yasha” הוֹשַׁ֣ע que significa salvación. Durante la fiesta judía de Sucot, también llamada la fiesta de los Tabernáculos (Levítico 23:33.) se construyen “casas o refugios temporales” con ramas de palmeras, llamadas en hebreo “etrog”, y otros tipos de árboles. En esta fiesta se recuerdan y se rezan los Salmos de la alabanza, “Hallel”, entre los cuales se encuentra el Salmo 118.
Juan nos relata: “Al día siguiente, muchos de los que habían acudido a la fiesta, al enterarse que Jesús se acercaba a Jerusalén, cortaron ramos de palmera y salieron a su encuentro gritando:_ ¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el rey de Israel! Jesús encontró a mano un asno y montó sobre él. Así lo había predicho la Escritura: No temas, Jerusalén; mira, tu rey viene a ti montado sobre un asno. Sus discípulos no entendieron entonces el significado de este gesto; solamente después, cuando Jesús fue glorificado, recordaron que aquello que habían hecho con Jesús ya estaba escrito de antemano sobre él.Y la gente que estaba con él cuando resucitó a Lázaro y mandó que saliera del sepulcro, contaba también lo que había visto. Así que una multitud, impresionada por el relato del milagro, salió en masa al encuentro de Jesús.En vista de ello, los fariseos comentaban entre sí:_Ya ven que no conseguimos nada; todo el mundo lo sigue.” Juan 12:12-19.
La frustración de los fariseos se convirtió en la mayor bendición sobre la humanidad. El Mesías había llegado para aquella gente subyugada por muchos reinos y, para aquel momento, por el imperio romano. Gracias a la labor de los discípulos de Jesús, a pesar de todos los eventos tan dolorosos y dramáticos que conmemoramos en la Semana Santa, la frustración de los fariseos vino a ser la Salvación del mundo. “Ya ven que no conseguimos nada; todo el mundo lo sigue.” (19) Muchos lo siguieron entonces, como muchos lo seguimos hoy. Porque Jesús dio testimonio de hacer obras que ningún ser humano había podido hacer, de ser el Mesías, el Salvador. Porque muchos se dieron cuenta que en Él se cumplieron las profecías que prometían un Salvador para Israel.
La palabra Hosanna en la lengua hebrea “hoshi’a na” se traduce en griego como “(h)osanna”. Originalmente una expresión y oración: “Salva ahora” (Salmo 118:25.) “Oh Señor, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Señor, que nos hagas prosperar ahora”. Parece haberse convertido en una aclamación, en un grito de petición por la salvación, y al mismo tiempo, en un reconocimiento al Salvador. “Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos, se pusieron a alabar a Dios llenos de alegría por todos los milagros que habían visto. A grandes voces decían: “_ ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria al Dios Altísimo!” (Lucas 19:37.) La palabra original para la traducción “Bendito el Rey” es la palabra Hosanna.
Por su parte Mateo lo narra de esta manera: “Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús entonces envió a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos.Y si alguien os dice algo, decid: “El Señor los necesita”; y enseguida los enviará.Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sión: “Mira, tu Rey viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de bestia de carga”. Entonces fueron los discípulos e hicieron tal como Jesús les había mandado, y trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se sentó encima. La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y las multitudes que iban delante de Él, y las que iban detrás, gritaban, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando Él entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: ¿Quién es este? Y las multitudes contestaban: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Mateo 21:1-10.
Al profundizar en el significado de esta palabra, distintiva de la cristiandad, me parece tan hermoso poder expresar en una misma voz el inmenso deseo, la imperiosa necesidad de mi humanidad de ser salvada y, al mismo tiempo, expresar la admiración y alabanza a nuestro amado Señor, al Rey de Reyes. Hoy, me rindo ante Él para llevarlo en mi, como aquel burrito. Solo deseo ser un instrumento a su servicio.
Hoy, Domingo de ramos, al darle nuevamente comienzo a la conmemoración de toda la obra salvadora de Jesucristo, una expresión de súplica por toda la humanidad y, al mismo tiempo, de alabanza y exaltación sale de nuestro corazón: ¡Hosanna!
¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!
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