Heriberto Nieves: En el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá
Eduardo Planchart Licea
Heriberto Nieves, artista cosmopolita en el sentido que le dio en Grecia a este término Diógenes el cínico (s. IV a. C): ciudadano del mundo, boricua con una visión global del arte, que desea acercar al otro, a lo que sería una civilización ecológica, sensible a la trama de la vida en toda su complejidad y opuesta a la civilización contra natura. Desde su axis mundi: Puerto Rico ha recorrido norte, centro y Suramérica, incluyendo a Europa, investigando y vivenciando el arte desde su peculiar perspectiva. De este recorrido, brota la exposición Mirando al Sur, donde asume variadas técnicas, que van desde la pintura, la escultura, el ensamblaje, el collage… hasta técnicas medievales como es el recubrimiento de hojilla de oro. Entre sus puntos de referencia se encuentra el constructivismo ruso, como serían los Relieves en acero de Vladimir Tatlin, poetizándolos con elementos de la contemporaneidad, inspirado en creadores vanguardistas como Richard Serra, Ligia Clark, y Asdrúbal Colmenárez. Busca a través de ellos generar la ruptura del paradigma de la obra como contemplación, para convertirla en acción imaginativa. De ahí nace el disfrute del artista por crear proyectos escultóricos en espacios públicos, como plazas e incluso autopistas, para transformar la cotidianidad del otro.
Una de las sincronías que encontró Nieves en el Viejo Continente, fue su empatía por los materiales naturales como metáforas y huellas de las fuerzas del cosmos transmitiéndoles a su vez una dimensión histórica a gran parte de sus obras. Sin por ello alejarse de la estética de civilizaciones tradicionales, no en vano realizó su formación académica y práctica en México, en la Academia de San Carlos de la UNAM.
Hojarasca
En la serie Hojarasca, incorporada a este proyecto instalativo, hay elementos que revelan su acercamiento a la alquimia, al taoísmo y al esoterismo prehispánico. De ahí las tensiones cromáticas que emanan estos cuadros, al ser dominados por colores opuestos y a su vez complementarios, como el rojo, el amarillo, el verde, el azul y los ocres. Se crean así tensiones iniciáticas, que generan un discurso tanto estético como simbólico. Ejemplo de esto es la dialéctica sacra que se da entre el verde y el rojo. El verde es el color del agua, como el rojo el color del fuego, y por esto el hombre ha sentido siempre instintivamente las relaciones entre estos dos colores (…) El ascenso de la vida parte del rojo y florece en el verde. (1)
Estas asociaciones están presentes de igual manera en el arte occidental, de ahí la carta de Vincent Van Gogh, a su hermano Theo del 8 de septiembre 1888: He intentado expresar con el rojo y verde las terribles pasiones humanas. El eclecticismo estético del boricua convierte esta dinámica cromática, en el fondo de las huellas impresas de hojas, transmitiendo un sentido de fertilidad y renovación telúrica a la ambientación, que se convierte en un preludio del renacer, que va asociado a la tríada, como número iniciático.
Nidar Cósmico
Se está ante un creador, que transmite a esta instalación contenidos conceptuales de manera desprejuiciada, para crear el contexto estético a una de las figuras más complejas del arte: la esfera, eje de esta ambientación. Esta obsesión por el círculo, quizás se deba a que nace y existe el artista en una paradisíaca isla caribeña, cuya metáfora visual podría ser esta figura, presente en casi toda su obra pictórica, escultórica, ensamblajes y diseños de muebles.
Cabría preguntarse ¿por qué dirige el artista su Mirada al Sur?, ¿será porque es un continente que está transitando por una encrucijada histórica, y este presente es uno de sus períodos históricos más definitorios de su destino? Y la civilización occidental, puede tener en este espacio y tiempo respuestas e inspiración, como sería la filosofía moral de los Kogis, de Sierra de Santa Marta, Colombia centrada en un profundo anti materialismo y respeto a la vida, y a la Tierra que es percibida y vivenciada como la Diosa madre, Gaulchovang. Estos principios éticos podrían orientar a la civilización contra natura a huir del trágico destino de convertir el libre mercado como herramienta de la dinámica económica, en una sociedad mercantil, donde todo se pueda comprar tal como afirma Michael Sendel, el filósofo político de Harvard.
En el Museo Contemporáneo de Bogotá, este Nidar Cósmico, encontró un espacio-tiempo para expresar su fuerza simbólica y estética, pues está en una arquitectura dominada por lo circular, y lo tríadico, estratos que potencian sus valencias simbólicas. Este Nidar está acompañado de siete polípticos, titulados Suturas, láminas de acero oxidado que burlan su naturaleza de material constructivo y utilitario, para potenciar el proceso de sacralización de la instalación. Son siete láminas que transmiten una vinculación simbólica entre los siete planetas, los siete días de la semana, los siete días de los períodos lunares que los asocia el artista tanto al tiempo como a la fecundidad.
Fósiles y Solunares
El público al ascender al segundo nivel, se encontrará ante un discurso paradójico, al que lo enfrentará la serie de fósiles, realizada en láminas de acero, convertidas en receptáculos o cajas arqueológicas, que hacen referencia a un futuro posible, si continuamos desoyendo las voces de la vida, en nuestra isla planetaria. Esto se evidencia, con las imágenes y los sonidos huracanados vinculados del video, que muestra las fuerzas desbocadas de la naturaleza, que recientemente asolaron a la isla de Puerto Rico. Este destino contra natura, es señalado como propuesta estética a través de la serie de fósiles, que hacen referencia a una arqueología del futuro, que está muy en boga en Hollywood y en las series con finales distópicas.
A través de la serie Solunares que se ubica en el mismo nivel de Fósiles. El creador transmite la noción de devenir, en estas telas se fusionan el sol y la luna en un mismo plano, pues la base pictórica es el acrílico negro, que representa lo lunar, recubierto de hojilla de oro asociado a lo solar. Estos astros convertidos en formas pictóricas, transmiten al otro la noción de temporalidad cósmica que señala cada amanecer y cada atardecer. Esto transmite una noción vivencial de tiempo, que da sentido filosófico a esta Mirada del Sur, provocando en el otro un choque de conciencia, por la necesidad de generar cambios para evitar un futuro apocalíptico.
Heriberto Nieves logra, gracias a su sensibilidad y su arte, provocar reflexiones que evitan dejarnos atrapados en la inmediatez de lo cotidiano y de la retórica. Pues, de no lograr un cambio, no existirá humanidad que vea el precioso cielo estrellado que representa el artista en la exposición, en las franjas en serie de innumerables pequeños círculos brillantes cual estrellas.
Cita:
(1) Chevalier J, y Gheerbrand. A, Diccionario de los símbolos, edit, Herder, España, p.1057