¿Hasta cuándo muros y asesinos?
¿Hasta cuándo muros, cercos, encierros, atrocidades y asesinos? ¿Hasta cuándo los buenos y los malos? El sol y la sombra. Verdades y mentiras.
¿Hasta cuándo la acción de los salvadores que anuncian su animadversión al crimen para conjurarse cada vez como mayores y más dispuestos asesinos?
Hasta cuándo los trenes portadores de cadáveres
¿Hasta cuándo el ir y venir de los trenes portadores de cadáveres para que siempre esté vivo el recuerdo de que este mundo es y será específica y definitivamente de quien sea portador de la mayor capacidad de andamios de y para la destrucción?
Hasta cuándo la capacidad de fuego y guerra será la mayor posibilidad de afirmación de la condición de hombres cada vez más distantes de la condición de hermandad y humanidad.
Hasta cuándo el terror sembrado como hierba por todos los espacios para esparcir la inoculación capaz de detener cualquier intento de hombres humanos y ciudadanos verdaderos.
Hasta cuándo las cadenas de persecuciones
Hasta cuándo las cadenas de persecuciones que tan buenos dividendos han pagado y pagan para mantener el engaño y todo tipo de dominación bajo la promesa de un tal mundo mejor.
Porque lo terrible es que eso nos dijeron. Y nos llevaron a cantar y hasta a creer que se trataba de construir un mundo aparte, diferente, humano. De hombres de y para la comprensión, el acercamiento, la solidaridad, el amor.
Nos hicieron creer que el mundo sería distinto
El mundo sería uno antes y después de nosotros los componentes de la nueva y verdadera legión de libertarios.
Y cantamos y llamamos a unir voces, fusiles y acciones encaminadas a establecer un mundo de paz y amor, de justicia y dignidad. De revolución y humanidad.
Era la promesa de un mundo distinto construido por todos los hombres que de buena voluntad se unían para forjar un tiempo para la vida. En paz, sin guerra. Saldríamos de la prehistoria y entraríamos al fin en la historia del hombre.
Que los millones de muertos conquistarían una aurora para todos
Se nos dijo que la gran mayoría de esa humanidad había abrazado las banderas del socialismo y contra la opresión, que la Unión Soviética y China eran los paradigmas de la auténtica libertad.
Que en el camino habían quedado millones de muertos pero que al fin se conquistó la aurora para todos. La vida compartida y apartada de odios y egoísmos.
Y lo terrible e impactante es que aquello se hacía en nombre de la doctrina marxista de la libertad, la justicia. Y en la práctica no era otra cosa que una nueva edición de la misma opresión que ha conocido el hombre en medio de su aspiración a lograr condición de humano con posibilidades de ir más allá de la simple sobrevivencia.
Fue otro capítulo de la misma falsedad
Todo aquello era otro capítulo de la misma falsedad que ha caracterizado la historia de lo mío y lo tuyo.
Mentira la idea de igualdad. Y verdad lo que se dio en llamar la ley de la lucha de clases como motor de la historia. Una historia que partía de la premisa de que es necesario aplastar a una parte de lo que en general se tiene como sociedad. Ahora “los de abajo” pisotean a “los de arriba”. Es la historia invertida. El esclavista, al fin, es esclavo.
Comenzó el nuevo imperio de una clase que jamás alcanzó el poder
Y comenzó el nuevo imperio de una clase. La dictadura del proletariado. Pero con la salvedad de que ese obrero en ningún momento ni parte alguna ha tenido algo que ver con el poder. Apenas ha servido de contexto para que los nuevos poderes de la burocracia establezcan sus dominios.
Se reprodujo la infamia de todos los tiempos y cada poder amuralló sus propiedades
Y es así como se levanta esa nueva realidad que en el fondo era una simple reproducción de la infamia de todos los tiempos pasados, presentes y por venir.
Cada poder se sintió entonces obligado a cercar sus propiedades. A levantar cercas, marcas, murallas. El Muro Socialista de Berlín se convirtió en el símbolo de una supuesta lucha antiimperialista. Era la manera de resguardar la paz y apartarse de toda posibilidad de guerra. Era la supuesta libertad contra la opresión.
El fracaso socialista fortaleció los mismos privilegios
Pero para la década de los 80 ya no era posible ocultar la mentira-falsedad de una tal nueva sociedad. La lucha de clases de los de arriba contra los de abajo no había cesado. Los privilegios estaban incólumes y hasta más fortalecidos. No se había logrado un nuevo modo de producir y vivir. Los fracasos en la producción anunciaban los peores malestares. El grito salvador que se ensaya como Perestroika y el Glasnost no da resultados. El imperio zarista de los nuevos zares socialistas se ve venir a pique.
Se derrumbó un muro y se levantó el imperio de la global explotación
El derrumbe del Muro, ocurrido hace 25 años, en noviembre de 1989, marca el comienzo de una nueva era: la consolidación del imperio unipolar yanqui que sólo se verá enfrentado en lo sucesivo por el monstruo de la máxima expresión del capital financiero conocido como global-explotación.
La decadencia de la gran mentira socialista se extiende de manera vertiginosa. En nuestro lar lo que se conoce como Revolución Cubana deja ver toda su perversión. Con el sonado Caso Ochoa queda de manifiesto su infame situación. Es una revolución que no tiene nada que envidiar a las demás. Sus muros crecen y se perfilan con la misma fuerza de destrucción y limitación para todo lo que sea esperanza de y para una verdadera humanidad.
En este expaís se impuso la resaca revolucionaria hecha baratillo
Desde entonces quedó claro para la generación que había creído en esa revolución, que ese es otro camino de fracasos. A la larga, sin embargo, nos conseguimos que una capa de la antiguerrilla y contrarrevolución de los 60 y los 70 conformará parte de los nuevos alumnos y adeptos a ese mensaje y realidad conocidos como revolucionario.
Y esa resaca revolucionaria, hecha baratillo, es lo que se le impone a este expaís hoy, convertido en extensión del proyecto cubano. Se unieron dos revoluciones en una sola expresión: Venecuba. Doble tragedia reunida, sellada para acometer todos los males a su alcance. Ahí se concentra nuestro padecimiento. El mismo dolor sobre los muros que se encadenan para definir un socialismo que sólo ha sido y es suma de pesares, engaños y frustraciones.
Y seguimos siendo los mismos agentes para las mismas guerras
Lejos, muy lejos, estamos con esta llamada revolución socialista de lograr la condición-rango de humanos verdaderos. Por eso somos y seguiremos siendo los mismos agentes para las mismas guerras apetecidas por los imperios de todos los sometimientos. ¡Qué historia amigos!
T:@ablancomunoz
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