Hacia la tercera Europa
¿Qué tiene en común la avanzada rusa en Ucrania con la permanencia de Grecia en la UE y con los partidos y gobiernos racistas surgidos frente a oleadas migratorias procedentes del Oriente Medio y de la región balcánica? Aparentemente nada. Se trata, a través de una primera mirada, de acontecimientos que deben ser analizados en su singularidad.
Pero desde una perspectiva historiográfica no podemos contentarnos con una primera mirada. Tarea del historiador no es solo analizar “la verdad de los hechos” sino investigar hasta que punto existen vinculaciones entre ellos. Si es así, estamos frente a un proceso, entendiendo por proceso la articulación de dos o más hechos orientados hacia una misma dirección.
Y bien, una segunda mirada lleva a percibir que a pesar de ser muy diferentes esos hechos tienen un nexo: todos apuntan en contra de la posibilidad de una Europa política y económicamente unida. Estamos –ese es el problema- frente a un proyecto reaccionario destinado a impedir la unificación de Europa.
En el discurso político aparece como tópico de referencia la distinción entre “la vieja” y la “nueva” Europa. La primera fue la Europa militarista, confesional, autoritaria y monárquica, extendida desde su formación medieval hasta llegar al siglo diecinueve desde donde, a partir de la Revolución Francesa, comenzó a nacer otra Europa: laicista y racionalista en lo cultural, republicana en lo político.
Durante el siglo XX la Europa de post-guerra ha llegado a ser, además, liberal y democrática.
La adopción del Estado social impulsado por movimientos socialistas y socialdemócratas, el abandono de la política colonialista y la configuración de una economía social de mercado, son hitos que condujeron hacia la Europa que todos conocemos. Sobre la base de esa segunda Europa ha comenzado a tomar forma el proyecto de una Europa Unida, una que no termina con la UE (más bien comienza con ella). Esa es la razón por la cual los enemigos declarados de esa tercera Europa tienen como objetivo dinamitar a la UE. Sin la UE no habrá una tercera Europa.
¿Cómo será esa tercera Europa? Algunas de sus características ya han emergido. Será cosmopolita, multicultural, multireligiosa, y sobre todo, confederada y unitaria. Ciertos idiomas nacionales pasarán a ser dialectos y muchos dialectos desaparecerán para siempre.
Evidentemente la tercera Europa no será un paraíso. Su historia estará marcada por duros conflictos sociales y culturales, incluso raciales. Los emigrantes portan signos de un futuro que ya es presente. Sus descendientes lo configurarán a su medida. Ellos impregnarán a la nueva cultura, pero a la vez, muchos serán impregnados –a esa posibilidad hay que apostar- por los valores democráticos que surgieron en la segunda Europa.
Las crecientes oleadas migratorias desatarán consecuencias que, sin querer abusar del término, podríamos caracterizar como revolucionarias. La mayoría de los emigrados formarán nuevos contingentes de trabajadores. Una parte será integrada en los circuitos formales de la economía social. Otra engrosará el espacio, ya de por sí muy grande, de la economía informal uno de cuyos segmentos está formado por actividades delictivas. Pequeños y medianos comerciantes convertirán apacibles avenidas en verdaderos bazares. La vida cotidiana será más dinámica, más multitudinaria, más alegre, más gastronómica, más global, más erótica. Pero también, más peligrosa.
La movilidad social alcanzará ritmos vertiginosos. La violencia y la creciente criminalidad obligarán a reforzar sistemas de vigilancia. La lucha de clases será sustituida por la lucha de calles. Tendencias racistas se convertirán, como de hecho está ocurriendo, en partidos políticos e incluso formarán gobiernos ultra-nacionalistas y neo-fascistas.
El tránsito de la primera a la segunda Europa fue brutal. Desde la Santa Alianza, pasando por los fascismos, los regímenes religiosos integristas y los estalinismos, el camino ha sido escabroso. El tránsito de la segunda a la tercera Europa no será menos difícil. Ya están siendo levantados nuevos muros (Hungría) destinados a sustituir al siniestro muro de Berlín. La Rusia neo-zarista de Putin espera su “momento histórico” y polacos y lituanos si no lo saben, lo pre-sienten.
La tercera Europa surgirá de una revolución, pero de una revolución sin revolucionarios. Por contrapartida han aparecido muchos militantes contrarrevolucionarios. Detrás del discurso orientado a impedir el advenimiento de la tercera Europa, una contrarrevolución en marcha defiende los valores de la vieja Europa. En nombre de la lucha en contra de la tercera Europa, han emergido sectores cuyo objetivo es demoler los valores que dieron forma y razón de ser a la segunda Europa.
La tarea política de los demócratas pasa, en consecuencias, por la defensa de la segunda Europa. Solo sobre la base de su existencia podrá ser construida una tercera Europa que no lleve a la desintegración de la segunda. O dicho a la inversa: Sin esa segunda, la de nuestro tiempo, no habrá una tercera, solo habrá una primera Europa.
Si alguien tiene dudas, lea los programas y discursos de los movimientos y partidos neo-fascistas. Ya sea el FN en Francia, ya sea el Partido de la Libertad en Holanda, Aurora Dorada en Grecia, el BNP en Inglaterra, los movimientos autonomistas de España e Italia, los neo-nazis alemanes y escandinavos, y muchas otras apariciones similares -a las que debemos sumar los gobiernos integristas de Hungría, Turquía y Rusia- tienen como objetivo común el regreso al estatismo nacionalista y la recuperación de valores pre-democráticos como el patriotismo, la virilidad, la familia tradicional y, en algunos casos, el Estado confesional.
La resistencia en contra de la Revolución Francesa de 1789 continúa vigente, pero esta vez en nombre de la lucha en contra de los emigrantes. Sin embargo, los bárbaros no son los emigrantes. Tarde o temprano ellos pasarán a formar parte de una nueva ciudadanía europea. Los verdaderos bárbaros estaban escondidos en Europa. Hoy solo han salido de sus madrigueras.
La protección física y la integración de los emigrantes no podrá ser llevada a cabo por cada estado nacional por separado. Hoy más que nunca Europa precisa de una autoridad supra-nacional como la EU, destinada a regular y asegurar el tránsito pacífico hacia la Europa del futuro.
La conservación de la EU –pese a sus taras burocráticas- es condición existencial para Europa. Algunos estadistas ya lo han entendido. Solo así se explica la lucha que libraron Merkel y Hollande a favor de la permanencia de Grecia en la EU. La salida de Grecia habría significado el comienzo de la desintegración de la EU. Si así hubiera sucedido, Europa estaría hoy más cerca de la vieja que de la nueva Europa.
El periodo que data desde el fin de la Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín ha sido solo una breve calma entre grandes tempestades. Europa, por lo visto, nunca vivirá en paz consigo misma.
Mi muy querido amigo el padre jesuita y a raíz de un comentario sobre el Papa Francisco, me hacía la observación de que los tiempos han cambiado y que en cierto sentido ambos estábamos chapados a la antigua y fuera de lugar (tiempo) ; y también, en una defensa del capitalismo a ultranza, que todos los desheredados del mundo buscaban insertarse ( entrar) a esos privilegiados circuitos económicos para mejorar sus precarias condiciones de vida. Y no deja de tener razón, aunque lo difícil sea admitirlo sin que deje uno de sentirse mal. Igualmente, la ´´puyita´´ sobre mi irreductible convicción de que vamos hacia la construcción de un Nuevo Orden, no parece convencerlo en lo absoluto, pero igual lo sigo estimando como hace cuarenta años o más.
No obstante, este artículo del señor Mires lo comparto casi en su totalidad pues explica muchos fenómenos complejos que fácilmente son constitutivos de ese Nuevo Orden en proceso de gestación. Y es que esa tesis de la tercera Europa, tal como Mires la ve y plantea, está muy bien planteada y cara a su interior, es lo que he llamado NEOFASCISMO. El desarrollo de fuerzas ultra-derechistas, nacionalistas y hasta dotadas de un fervor religioso tanto o mas peligroso que el propugnado por el Estado Islámico, parecieran encontrar su lugar en este mundo agitado, violento y radical. En este sentido, los inmigrantes que hoy ´´invaden´´ Europa ni siquiera tienen conciencia del rol histórico que están desempeñando. Solo buscan paz, un mendrugo de pan y una oportunidad para continuar sobreviviendo ; y Europa, la convulsa, no puede hacer nada para impedirlo, pero élla, si está consciente del impacto que tendrá en las diferentes economías nacionales y en sus presupuestos, amen del impacto demográfico sobre sus poblaciones. Sin excluir las tensiones raciales y los fenómenos xenofóbicos que se producirán dentro del marco de un Neofascismo en plena expansión. Hasta pudiésemos presumir que una nueva ´´hermandad fascista´´ contribuiría a mantener unida y hasta darle forma a esa ´´Tercera Europa´´ que tan bien plantea el señor Mires. Lo cierto es que bajo esta perspectiva, si estaba moribundo el socialismo, ahora si quedará sepultado por un largo período de tiempo histórico mientras no cambien las condiciones que lo aniquilaron.
Los que estamos ´´anclados´´ en la segunda Europa, no estamos fuera de tiempo. Estamos en el TIEMPO. Nuestras creencias y valores, sin ser inmutables, hoy tienen mas vigencia que nunca y sin ellos, como expresa Mires, no habrá esa tercera Europa pues ella es garante de la construcción de ese Nuevo Orden en proceso de formación. También esos cambios afectarán a Rusia, China y a los Estados Unidos y al resto del mundo. Y es que también vivimos en los ´´tiempos del cólera´´, de tendencias pre bélicas y pre revolucionarias que van a actuar como parteras de la historia. Puede que el movimiento de los INDIGNADOS se haga mas universal, menos silvestre y que a través de esas ´´luchas callejeras´´ busque equilibrar y enfrentar el avance indetenible del fascismo universal. Lo cierto es que los grandes países industrializados y desarrollados se están moviendo asincrónicamente, hasta que llegue el momento en que todos formen parte del mismo movimiento. Todo tiene su tiempo, y hasta países del Tercer Mundo, habrán de jugar un papel importante en este movimiento de masas que como aquellos inmigrantes que hoy han logrado penetrar a Europa, buscan de igual modo el encontrar la manera de sobrevivir. Ya Latino-américa parece haber entrado a esa parte del proceso a través de la búsqueda de la integración, la unidad y el crecimiento con equidad, aunque con muchas distorsiones debido en parte a la influencia nefasta del llamado proceso revolucionario bolivariano, que al final va quedando en nada y finalmente será reemplazado por otras modalidades de lucha popular, no necesariamente de corte marxista – leninista.
¡ Tiempos apasionantes que mi amigo el padre jesuita y su ex alumno, no verán por razones obvias ! .
Dos salvedades necesarias:
1. «Ya están siendo levantados nuevos muros (Hungría) destinados a sustituir al siniestro muro de Berlín.» El Muro de Berlín (como la peligrosa frontera de NorCorea) fue construido para impedir que la población de la República ¿Democrática? Alemana se pudiera fugar (como frenan los guardias armados norcoreanos cualquier posible escape hacia la mitad sur de ese conglomerado humano separado por la geopolítica maoísta, a partir de la Guerra en esa península). El de Berlín es el único Muro que se ha hecho en el mundo, para mantener encerrados a los habitantes del espacio a quienes en apariencia protege. Todos los otros Muros, incluida la Gran Muralla china, fueron levantados para impedir que enemigos foráneos pudieran invadir al pueblo que levanta esa barricada, para protección. El Muro de Berlín era una ABERRACIÓN que por sí sola demostraba la perversión del sistema COMUNISTA, que mantenía sometidos a los países que conformaban la URSS y sus satélites. En Cuba esa tarea, la del Muro, la cumple el Mar que rodea a la isla y la separa del resto del continente. Las enormes distancias a otra tierra firme (140 Kmts al sur de EEUU, la Meca para los sometidos cubanos), el fuerte oleaje y los tiburones, cumplen el papel de los paneles en L, los guardias armados y el alambre de púas del vergonzoso Muro berlinés.
«los bárbaros no son los emigrantes.»: Eso es relativo y discutible. Hace pocos meses hubo en París muy violentas manifestaciones , que además de causar destrozos en vehículos y tiendas, se identificaban con la YIHAD,
incluyendo las amenazas al sistema democrático, que le repugna a los fundamentalistas. Muchos de los que así actuaron son descendientes de musulmanes que llevan décadas en Francia, algunos hasta nacieron en esa nación y son franceses por derecho legal. Sin embargo, asumen el compromiso con la propuesta pre-medioeval de los energúmenos del califato Islámico. Están en Francia y en Europa, pero Francia y Europa no están en ellos, y con el mayor descaro proclaman que -en virtud de su comportamiento demográfico, su irresponsabilidad reproductiva- en dos generaciones ellos serán mayoría cuantitativa, y eso significará el fin de las tres Europas, pues quieren convertir a ese continente en una extensión del Islam más violento y anacrónico, con su trato vejatorio a las mujeres, a los homosexuales, a los infieles, a los que tomen licor y consuman cerdo, en fin, a todos los que no sean musulmanes
ortodoxos, potenciales cómplices de la barbarie que anuncian.
http://www.noticierodigital.com/2013/08/bachelet-apretada-agenda-estalinista/
http://analitica.com/opinion/charlie-hebdo-cronica-de-dos-masacres-anunciadas/