¿Habrá diálogo?
Hay antecedentes reveladores de que Maduro y quienes lo sostienen en el gobierno, dentro y fuera de Venezuela, no tienen interés en el diálogo; esto es, en un acercamiento entre gobierno y oposición para encontrarle salidas políticas, no violentas, a la crisis global que afecta a los venezolanos.
Han transcurrido 3 años desde que Maduro se puso al frente del gobierno por voluntad de Chávez, quien en 14 años de gobierno absoluto había conformado un determinado estilo político que excluía a la posición pero no la perseguía, que le permitía sobrevivir sin sobresaltos. Aquel era un momento ideal para dialogar, para concertar un modus vivendi anticipatorio de un retorno progresivo a la democracia.
Desafortunadamente Maduro se rodeó de gorilas y se engoriló él mismo. Valdría la pena que un periodista de investigación hiciera un inventario de sus amenazas, de sus agresiones verbales contra la oposición. El de Maduro en Miraflores ha sido un comportamiento insólito, inexplicable en quien se respete a sí mismo.
No se ha limitado al lenguaje pendenciero, lo ha acompañado de amenazas concretas. Recuérdese lo que dijo en vísperas de las elecciones del 6D: Si la oposición gana las elecciones me lanzaré a la calle al frente de mi pueblo para defender la revolución. En verdad, terminó reconociendo el triunfo de la oposición. Hasta ahora no se sabe si por presión militar o por estrategia política.
El reconocimiento final del triunfo de la oposición el 6D, no estuvo acompañado con el reconocimiento de la legitimidad constitucional de la nueva Asamblea Nacional. Apenas pasó el 6 de Diciembre, con nocturnidad y alevosía, designaron nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia; ninguno de los cuales, por cierto, llena los requisitos constitucionales para ser magistrado del TSJ. Estos magistrados han venido anulando, sin tener facultad para ello, todas las decisiones de la Asamblea Nacional, cuya legitimidad no puede ser puesta en duda.
En esta atmósfera saturada de abusos, atropellos, arbitrariedades, se está haciendo un nuevo llamado al diálogo por parte de entidades de la más elevada respetabilidad, entre ellas la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), presidida por el ilustre prelado Diego Padrón, que ha emitido un comunicado público exhortando a las partes en conflicto a sentarse a analizar la comprometida situación nacional, y a despejar de obstáculos el camino para un entendimiento nacional realista y respetable que cancele la verborrea y lleve hacia una convivencia política civilizada.
Es de anteojitos la urgencia de restablecer el respeto a la constitución nacional. El desconocimiento de la legitimidad de la Asamblea Nacional se supone que es un punto no negociable. Pocos gobiernos, si es que hay alguno, tiene mayoría propia en los tres poderes del Estado de Derecho. En Argentina, el Presidente Macri gobierna con minoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, y en otros países los gobiernos son expresión de entendimientos entre diversos partidos. El diálogo y el entendimiento político facilitan la gobernabilidad. Maduro tiene que desgorilizarse y acceder a convocar un entendimiento político.
Frente al diálogo ningún organismo ni personalidad oficial ha fijado posición pública. En la prensa se especula que la visita de Monseñor Paul Richard Gallagher tendría que ver con el interés del Vaticano en contribuir al diálogo político en Venezuela.
