Guillermo Sucre, poesía y libertad
La generación a la que perteneció Guillermo Sucre Figarella, fallecido en Caracas el pasado 22 de julio a los 88 años, jugó un papel esencial en la construcción de la democracia venezolana surgida del 23 de enero de 1958, cuando fue derrocado el dictador, Gral. Marcos Pérez Jiménez. Sufrió cárcel junto a los entonces jóvenes estudiantes, Jesús Sanoja Hernández, Rafael Cadenas y Manuel Caballero, y padeció el exilio a partir de 1952; primero en Chile, donde prosiguió sus interrumpidos estudios de Filosofía y Letras, y más tarde en París, donde obtuvo un doctorado en Literatura Latinoamericana, en 1955.
Poeta, ensayista, escritor, traductor, crítico literario, profesor universitario e iniciador del posgrado en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar (fundada por su paisano guayanés, el presidente Raúl Leoni, en 1968), el hijo de don Juan Manuel Sucre Ruíz y doña Inés Figarella Cordoliani dejó una obra poética de singular significado y proyección en Venezuela e Hispanoamérica, con títulos como La Mirada, Septiembre Breve, Mientras suceden los días y La vastedad.
Amigo de Octavio Paz y Enrique Krauze, sus ensayos fueron publicados en revistas mexicanas como Vuelta, Letras Libre y Plural. Su reconocido ensayo Borges, poeta, fue traducido al francés, y La máscara, la trasparencia es considerado por académicos como Rafael Arraiz Lucca, una de las obras más densas acerca de la poesía latinoamericana. En La libertad, Sancho, de Montaigne a nuestros días, Guillermo Sucre reivindica la búsqueda de la libertad como la motivación y propósito central del ser humano en la cultura occidental.
Comprometido desde la adolescencia con la causa democrática, nuestro excelso humanista, nacido en Tumeremo, Estado Bolívar, en 1933, retornó a Venezuela en 1958 y fundó el Grupo Sardio, junto con Salvador Garmendia, Rodolfo Izaguirre y Adriano González León, entre otros. El compacto literario se dividió más tarde por el apoyo de diversos intelectuales venezolanos a la lucha armada y a la deriva marxista-leninista de la Revolución Cubana. Fue director de la prestigiosa revista cultural Imagen e integró la junta directiva de la casa editorial estatal, Monteávila Editores, fundada también por el presidente Leoni en 1968 y dirigida por el diplomático y Académico de la Historia, Simón Alberto Consalvi, también creador del desaparecido Instituto Venezolano de Cultura y Bellas Artes (INCIBA).
Su obra como traductor no fue menos significativa, al llevar al Castellano a escritores y poetas estadounidenses y franceses como Wallace Stevens, William Carlos Williams, André Breton y Saint-John Perse. En los años 70, el insigne guayanés fue profesor e investigador de la Universidad de Pittsburgh y acreedor de una beca de la Fundación Guggenheim. Por muchos años ejerció la docencia en la Universidad Central de Venezuela, la cual le otorgó, en 2009, el Doctorado Honoris Causa, también conferido por la Universidad Simón Bolívar en 2020. En 1976, recibió el Premio Nacional de Literatura.
No cabe duda de que el legado independentista de su heroica y sacrificada familia paterna y el ímpetu laborioso de los ancestros oriundos de la isla de Córcega de su familia materna, insuflaron en los seis hermanos Sucre Figarella, todos notables, una honesta y fructífera vocación de servicio a Venezuela: Leopoldo, el constructor de las principales infraestructuras del país como ministro de Obras Públicas, Transporte y Comunicaciones y presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG); José Francisco, embajador y ministro de Cultura; Juan Manuel, el culto general civilista; y doña Inés Matilde, fallecida en abril de 2021. Acompañó a don Guillermo en su tránsito vital, la también profesora de Literatura, María Fernanda Palacios.
Descanse en paz, Maestro.
@lxgrisanti