Grupo de Amigos para Venezuela
La situación socioeconómica y política en Venezuela está deteriorándose aceleradamente. La escasez generalizada de bienes básicos viene acompañada ahora por el desabastecimiento casi total de algunos productos, como la leche. Los saqueos a comercios y transportes de alimentos son cada día más numerosos. La inflación camina rápidamente hacia los cuatro dígitos. Mientras tanto el gobierno Maduro mantiene, con apenas algunos paliativos irrelevantes, el modelo basado en las “ideas muertas” de un socialismo primitivo que, como decía Bronislaw Geremek:” no sólo no creó riqueza sino ni siquiera distribuyó con justicia la pobreza”. Además, después de la contundente derrota electoral en las elecciones parlamentarias, el gobierno ha optado por desconocer totalmente a la Asamblea Nacional, violando descaradamente la Constitución. El Tribunal Supremo de Justicia, electo inconstitucionalmente a toda prisa en los días de Navidad, sin respetar los procedimientos y los requisitos para los cargos, por una Asamblea Nacional en los estertores de su mandato, ha declarado inconstitucionales prácticamente todas las leyes que la nueva Asamblea ha aprobado y le ha cercenado la mayor parte de sus atribuciones. El Ejecutivo ha decretado unilateralmente el estado de excepción y de emergencia económica desacatando el voto negativo de la Asamblea Nacional. Para colmo, a través de su control sobre el Consejo Nacional Electoral está tratando, con vulgares triquiñuelas, de impedir ilegítimamente el referéndum revocatorio presidencial que la oposición democrática ha iniciado. El revocatorio es la única vía constitucional, democrática y electoral disponible para un cambio de gobierno en paz, salvo un teóricamente posible acuerdo para lograr un gobierno transitorio de Salvación Nacional, propuesto por personalidades como el Padre Ugalde y Eduardo Fernández. Este gobierno utilizaría los dos años y medio del mandato de Maduro para enfrentar la gravísima crisis nacional, requeriría de un amplio apoyo político que incluiría además de la oposición democrática a sectores importantes del chavismo. Obviamente, este camino parece una quimera frente a la fuga insensata del gobierno hacia la radicalización del modelo neocomunista, el aumento de la represión y el mantenimiento de una estrategia comunicacional, cada día más menos creíble y ridícula, que culpabiliza a la oposición y al ”Imperio” del desastre socioeconómico. Sin embargo, estoy seguro que hay sectores en el chavismo civil y militar que están sufriendo el desastre nacional y en función del Bien Común estarían dispuestos a encontrar, a través del diálogo, una salida pacífica a la crisis.
La tragedia venezolana está preocupando cada vez más a la comunidad internacional. Los socios comerciales de Venezuela están siendo afectados duramente por la creciente incapacidad de Venezuela de pagar sus deudas y de seguir importando. Si la situación empeorase, los vecinos temen enfrentar las consecuencias de una crisis humanitaria y la consiguiente ola de refugiados. La Santa Sede también está preocupada y propiciando el diálogo. Por tanto, dada la exitosa experiencia centroamericana, que acabó con terribles guerras civiles, se está hablando de la conveniencia de formar un grupo de países amigos de Venezuela, para ayudar a encontrar una salida pacífica y democrática a la crisis. El Grupo de Amigos podría ser resultado de las gestiones diplomáticas previstas en el Artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana: “En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional, que afecte gravemente su orden democrático”. A la comunidad democrática internacional le recuerdo: “Vigilia pretium libertatis”.
@sadiocaracas