Granma editorial
El periódico Granma, Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en un gesto inusual nos dedicó su editorial del miércoles 2 de septiembre bajo el título “Táctica y estrategia: una lectura de los nuevos indultos presidenciales en Venezuela”, con lo que pretende dar orientaciones en un escenario singularmente confuso, incluso para ellos.
Vale citar el editorial in extenso porque se explica por sí mismo. Como punto previo, debe dejarse sentada la absoluta impropiedad de la palabra “indulto” aplicada a personas que no cumplen ninguna sentencia firme, sino que se encuentran en las más disímiles circunstancias, unos en libertad, otros en el exilio, asilados en embajadas, la mayoría secuestrados sin formula de juicio, arbitrariamente retenidos sin cargos ni proceso alguno.
En cualquier caso, esta medida se toma “bajo una consigna de ´reconciliación´ pero que viene con el objetivo de movilizar el mayor número de voluntades antichavistas posibles a las próximas elecciones del parlamento. La réplica de la estrategia de diálogo con los opositores tal como fuera ejecutada en 2017, esta vez tiene nuevas particularidades.”
“El chavismo ha dividido su opinión. Por un lado hay respaldo y, por el otro, estupor e indignación”. Quizás por esto Granma se ve en la necesidad de hacer estas aclaratorias: “Para Maduro la apuesta es superior y se inspira en los resultados que dicha estrategia generó en los años anteriores, lo cual le da viabilidad política”.
“Aquella estrategia, de diálogos, liberaciones y elecciones, tiene otros desencadenantes al mediano y largo plazo. El peor saldo que cosecharon fue su división, que ha perdurado, pese a la coronación imaginaria de Guaidó en 2019.”
“Para el chavismo, el diálogo funciona como mecanismo político y, hoy, de manera indiscutida, seguimos siendo beneficiarios de los resultados de esa estrategia de 2017.”
Aquí no puede dejar de observarse que, quizás de una manera involuntaria, los redactores del Granma se colocan de pronto en primera persona, son ellos quienes son beneficiarios personales y directos de aquella política de distensión graduada que se diluye en “diálogos, liberaciones y elecciones”.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el socialista español Josep Borrell, coincide con la posición de la Conferencia Episcopal de Venezuela, representante del Vaticano, ergo, del Papa Francisco, en llevar agua al molino de las elecciones, lo que, dicen, no puede ser casual, como tampoco la emergencia de Henrique Capriles, articulador de los partidos y las liberaciones que han tenido lugar, lo que no proviene de la nada: Recogió la hoja de ruta de Oslo y Barbados que Guaidó dejó enfriar “por órdenes estadounidenses”.
Así que Granma apuesta a Capriles: “Estos eventos toman lugar mediante HC intentando afianzarse como líder de una oposición cautiva y paralizada. En la disputa interna del antichavismo, es HC quien tiene más probabilidades de afianzarse. Sabemos desde mayo que viene trabajando en eso. Es quien lidia la furia de los opositores furibundos, está asumiendo los costos, persiguiendo un objetivo mayor. HC no es ingenuo ni actúa solo.”
“El chavismo tiene como objeto, en lo táctico, que más sectores del antichavismo concurran a las elecciones para darles legitimidad”, y así lograr el “desmantelamiento del bloqueo”.
Dice el Granma que “desde 2017 nos consta que las distensiones han servido para ganar terreno, en ocasiones cediendo ´mucho´, pero ganando mucho más”. “Esto nos hace suponer que pueden venir más anuncios, algunos difíciles de tragar y hasta más difíciles de digerir.” Para concluir: “Pero todo ello es también parte del cuadro de excepcionalidad política que lidiamos”.
Concluyen colocándose otra vez en primera persona: son ellos quienes lidian con este cuadro de excepcionalidad política por el que transita Venezuela, habría que agregar, también causado por ellos. Un extraño comentario que sigue al editorial, firmado por Miguel ¿Díaz-Canel?, añade: “Se podrá dar el golpe definitivo a la oposición de ese país”.
El editorial del Granma no hace ni una sola revelación. Todo lo que dice sobre la distensión desmovilizadora, expresada en supuestas elecciones, diálogos y liberaciones, es lo que ha repetido ya por décadas la oposición llamada “radical” sin que nadie quisiera escuchar, al contrario, siempre fue silenciada e invisibilizada.
Ahora, cuando todo está consumado, presentan sus propias artimañas como si fueran un análisis objetivo de la realidad, aquellas que fueron denunciadas desde que comenzó esta tragedia. Esto es una trivialidad y no “un nivel superior de entendimiento”, como cacarean.
Más bien es una pequeña muestra de la ruina no sólo moral sino también intelectual del comunismo: “Uno de los principios fundamentales en toda guerra es el reconocimiento del adversario”. Debe subrayarse que los comunistas cubanos asumen como “guerra” todas las controversias políticas, lo que les da cierta ventaja respecto a los liberales que se empeñen en verlas pacíficamente, como conflictos no existenciales.
Atrás quedaron los años heroicos de hegemonía cultural, ahora escriben galimatías como que “hacer política Real (con R mayúscula) demanda sopesar costos, a veces muy altos, para recalibrar el tablero”. ¿Qué querrán decir con esto?
O sandeces como que “la política venezolana por su complejidad nos ha enseñado que no hay eventos fortuitos y, menos aún, gratuitos”; una filosofía de borrachito, explicable en un bar, pero no en una declaración del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Como si confesaran que asesinaron a Chávez (como dijeron Eva Golinger y Maduro) y que alguien pagó por ello.
Acto seguido y sin solución de continuidad afirman “que en política todo es una apuesta y que para apostar hay que colocar cartas en la mesa”. La única forma de que este enunciado no se contradiga con el anterior es que las cartas estén marcadas, porque la apuesta presupone el azar, sino, es trampa.
No es necesario demostrar que la vida de los seres humanos está sujeta a los vaivenes de la fortuna, que estamos “en manos del gigante azar” como diría un filósofo. La política, como parte de la vida humana, no puede escapar de sus incertidumbres.
La idea socialista de que todo puede planificarse, de que la sociedad puede construirse como quien levanta un edificio o diseña un robot, es una de sus más trágicas falacias.
El editorial del Granma está lleno de tonterías, lugares comunes e inesperadas confesiones; pero de lo que no deja dudas es de la descarada intromisión en los asuntos internos de otro país que por habitual no es menos inaceptable.
También debería servir para que los que odian a los “radicales” se convenzan de que sólo dicen lo que hasta las autoridades comunistas cubanas ahora reconocen públicamente.
Luis Marín, sin duda, es uno de los mejores periodistas analíticos de América Latina. Este análisis, como muchos de sus escritos, es la prueba. Ciertamente el escenario está confuso, pero no solo para los comunistas cubanos (Ellos lo saben todo). Las fuerzas invisibles que manejan esto, pasando por el gobierno de Trump, la Unión Europea y La Habana, son la clave. Parece que hay un consenso y que el castrismo ha cedido algo. Los golpes de la política de Trump dan frutos. Pero por lo visto, la solución es un perfil metiendo a Capriles (liberalismo), pero no creo que Ellos (Maduro y Castro=Cubazuela) se dejen quitar el Poder, como les pasó a los sandinistas. Todo esto es parte de un intento de legitimizar a Maduro, por vía electoral, utilizando las fuerzas opositoras que ceden y los oportunistas, y ganando tiempo a ver si pierde Trump las elecciones en noviembre. Una buena jugada! El tono y la intromisión de La Habana es lo más descarado que se ha visto. Gracias Marín. A