Gracias a la RAE
La Real Academia Española de la Lengua acaba de ratificar un dictamen sobre lo inapropiado que sería reformar la Constitución de España para darle cabida a ‘eso’ que se ha dado en llamar el “lenguaje inclusivo”, quizá esa ratificación no es tan reciente sino que yo me acabo de enterar de ella, por lo que quiero felicitar y darle las gracias a los miembros de esa distinguida corporación.
El idioma o lengua, lo definían los textos elementales de enseñanza primaria, cuando los niños de cada poblado se inician en el estudio de la lectura y escritura como “el modo de hablar en cada nación”.
Siendo que el idioma es creación de quienes hacen uso de él para entenderse y poder comunicarse, es obvio que las expresiones que abarcan a los seres humanos de ambos sexos son el lenguaje correcto, porque con ese lenguaje, que es el modo como hablamos, nos hemos entendido y nos hemos comunicado quienes hablamos español desde hace mucho tiempo, siglos, logrando así la finalidad buscada que es hacernos o darnos a entender.
Desde luego esos vocablos llamados “inclusivos” no construidos por el habla de los pueblos que son los generadores del lenguaje, del idioma, sino por algunas personas, que quizá no verían adecuado que yo escribiera “que son generados por algunas personas y/o algunos personos”, que quieren imponer en el habla a través tanto de la expresión escrita como de la oral, una cierta visión del sexo de los seres humanos, como si se tratara del “genero” que es propio no de los humanos, sino de las palabras.
La palabra género en nuestro idioma no se limita al masculino y femenino, que tiene correspondencia con las palabras hombre y mujer, con independencia de sus inclinaciones sexuales, sino que el fonema abarca también los géneros neutro, epiceno y ambiguo. Epiceno es el nombre que abarca en algunas especies animales, tanto al macho como a la hembra, o a ambos; y también, sea usando la forma masculina o femenina, a un algo que en sí mismo carece de género “un” matrimonio o “una” boda.
Pero pareciera que a los partidarios del “lenguaje inclusivo” ciertas voces, que son inclusivas e incluyentes, no son lo suficientemente incluyentes como para que ellos se sientan incluidos; y necesitan llevar su sensación de separación al texto constitucional para que se les incluya. No veremos aparecer en la próxima edición del DRAE las palabras “pianistos o violinistos”, ni tampoco “bellezos o feuros” para ser aplicadas a los varones, gracias a la RAE.