¿Golpe de Estado en Mercosur?
¿Qué ha hecho Venezuela para estar al borde de la salida de ese mercado común? ¿Cómo es posible que después de tantos intentos por pertenecer a ese club se está a punto de perder la membresía? La respuesta es más bien relativa a aquello que los Gobiernos chavistas han dejado de hacer.
Como todos los organismos regionales -pasa igual en la Unión Europea-, la Presidencia de Mercosur es rotatoria. Cada seis meses, en estricto orden alfabético, toca la Presidencia a alguno de los países miembros. Venezuela está en ese periodo de presidir el organismo multilateral.
Nicolás Maduro -quien fue canciller y debiese saber cómo son las cosas en temas internacionales- ha hecho la vista gorda a los compromisos que su país debe afrontar con sus socios porque cree que Venezuela, y él mismo, son todopoderosos. Un pensamiento anclado en los tiempos de Chávez. En aquel entonces, el soporte económico del petróleo venezolano hacía fuerte a la región. Pero con la caída de los precios del crudo, los apoyos a Venezuela provienen de los socios del sur que aportan recursos alimentarios.
Como Venezuela no se ha puesto a derecho con sus obligaciones, Argentina, Brasil y Uruguay (que recientemente han salido de populismo-socialismo del siglo XXI) asumieron de forma coordinada la Presidencia de Mercosur y le han dado de plazo a Venezuela hasta el 1 de diciembre de 2016 para que cumpla con los acuerdos establecidos.
Básicamente, son económicos, de políticas arancelarias. La economía del socialismo del siglo XXI se basaba en la camaradería. Una llamada telefónica resolvía cualquier entuerto. Se enviaban algunos miles de barriles de petróleo a cambio de visitas a las casas presidenciales. Eran tiempos del trueque fácil entre Chávez, Lula/Dilma y Mujica.La ideología revolucionaria pasó de moda y dio paso a una política en que el contante y sonante, los flujos reales de capital, son los que importan.
Viraje a la derecha
El viraje a la derecha de América Latina es uno de los elementos de inflexión en esta política de Mercosur de no tolerancia al populismo venezolano. A esta no tolerancia política, se le suma el interés económico de la región de firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, lo que traería importantes beneficios a los productos latinoamericanos en el mercado europeo, y viceversa. Una baja de aranceles permitirá a los socios europeos introducir sus productos a buenos precios y, a los suramericanos, la venta en Europa de sus productos en las temporadas de baja cosecha. Esta intención hace que un socio tramposo no convenga a los intereses panregionales que busca Mercosur.
Tampoco Venezuela ha incorporado las políticas de movilidad de los nacionales de los países miembros de Mercosur, lo que impide a cualquier ciudadano con pasaporte de esa comunidad fijar residencia y trabajar libremente en el espacio común.
Tal vez el principal problema sean las políticas relativas a derechos humanos, que tienen en entredicho las relaciones entre Brasil y Venezuela. A partir de la Presidencia de Temer, las relaciones se han tensado. Las manifestaciones del canciller brasilero Serra quien señaló que en Venezuela se vive bajo un régimen autoritario, no democrático, han dejado su huella en la respuesta de su homóloga venezolana quien considera que el gobierno brasilero es de facto por las formas de destitución de Rousseff.
Lo cierto es que la colección de presos políticos de los regímenes chavistas engrosa las listas de violaciones a la justicia y a los derechos humanos. Una situación que sobrepasa a los intereses del propio tratado, llega hasta la Organización de Estados Americanos y al Vaticano. Un tema que merece mayor desarrollo y que se suma a los índices de criminalidad, inanición, insalubridad y desapego internacional a las políticas chavistas.
¿Golpe de Estado en Mercosur? No, se ajustan las cuentas.