Fue a por lana ….
Yo habría dicho que el presidente Gustavo Petro se fue al gran país del norte a asegurarse un buen trato para Colombia como socio preferido de los Estados Unidos que ha sido en las últimas décadas dentro del subcontinente. Habría yo pensado de que en estas épocas turbulentas de inflación desatada en todas partes, precios de la energía que castigan al planeta entero, dificultades de aprovisionamiento por doquier, gozar del privilegio de sentarse frente a John Biden a hablar de tú a tú de asuntos de interés común era una oportunidad muy aprovechable. Pero no….
La estrechez de visión de los izquierdosos y el mesianismo del que está imbuido este mandatario le hicieron pensar que tenía más que ganar leyéndole la cartilla al presidente de la más poderosa nación del planeta en temas en los que no hay coincidencia de propósitos en lugar de ponerle el volumen a los asuntos en los sí hay intereses compartidos.
El terreno de las conversaciones bilaterales ya había sido abonado por Andrés Pastrana, ilustre exmandatario colombiano, quien le recordó en una misiva a Biden y a su equipo por donde van los tiros de la política del exguerrillero presidente en dos materias que le quitan el sueño a los expertos de Washington : el narcotráfico y la connivencia con el terrorismo guerrillero.
Le correspondía a Petro desbaratar la tesis de que Colombia ya no es mas amiga de los Estados Unidos y sentarse con el gringo a ver qué tanto siguen teniendo en común los dos países. Por el contrario, una vez más Petro, como cabeza de la nación que más cocaína produce en el planeta, le metió el dedo en el ojo a su contraparte haciéndole ver que las fumigaciones de las plantaciones no sirven para mucho y que más bien es la legalización del consumo de la droga lo que hay que emprender de una.
En el terreno de la violencia narco-guerillera, Petro le dibujó a su homólogo, los objetivos de su Proyecto de Paz Total a conciencia de que el mismo está haciendo agua por los cuatro costados y que en su ejecución se han cometido desafueros tan protuberantes como otorgarles estatus de negociadores a criminales de siete suelas y a integrantes de bandas de delincuentes comunes entregados a la narcoviolencia en detrimento de la población de a pie de Colombia.
Uno de los temas mas seguidos por los observadores de este viaje fue el apoyo de Petro a su colega venezolano Nicolás Maduro que va revestido de una iniciativa de Conferencia de Alto Nivel en Bogotá que se celebrará la semana que viene y en la que el rol del presidente colombiano es el de compartir y sostener la tesis de que las sanciones en contra de Venezuela por violaciones de derechos humanos y atentados contra la seguridad estadounidense deben desmontarse para que el Diálogo de México retome sus tratativas.
Cuesta creer que el avezado mandatario colombiano pudiera haber creído que era fácil meterse a Joe Biden en un bolsillo. Pero fue más en este terreno que en ningún otro que le se aplica la máxima de que “fue a por lana y salió trasquilado”. Washington no avanzará en suspender sanciones a Venezuela hasta tanto no haya un compromiso en ejecución de celebrar elecciones justas y verificables. Y quien lo mantendrá bajo la lupa escrutadora serán el equipo que asesora a presidente norteamericano. Quien representará a Joe Biden en estas conversaciones de Bogotá será el colombiano Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental. Este, González, ya había asumido posición por su gobierno desde mayo de 2022: “ el levantamiento de sanciones estaría acompañado de pasos concretos, de pasos en el punto de vista electoral, liberación de presos políticos, avances en pro de libertad democrática”. Así pues, se le pone el mundo chiquito al socio bolivariano de Gustavo Petro, Nicolás Maduro
¿Tiene pues Gustavo Petro algún éxito que exhibir de su periplo en Estados Unidos? Si, sin duda: los asuntos relativos a financiar con deuda internacional los positivos propósitos del equilibrio climático, un interés colombiano y global de inmensa importancia.