Frenar la Tercera Guerra Mundial
“Estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial. No es de golpe, es a pedazos y es un peligro para la Humanidad”. Esta aterradora y lucida advertencia no proviene de un politólogo o de un analista internacional sino de Su Santidad el Papa Francisco al recibir en su residencia a los representantes del Congreso Judío Latinoamericano quienes lo visitaron en vísperas de las festividades hebreas para conmemorar el año 5775.
El Sumo Pontífice sigue con su prédica por la Paz en un momento en que es más necesaria que nunca por el auge del extremismo en el Mundo. El éxito alcanzado al reunir en Roma a los Presidentes Shimon Peres y Mahmoud Abbas por la Paz, junto a los máximos conductores de las religiones monoteístas, quedó borrado con las acciones de los fundamentalistas del Hamas, al igual que en el pasado los cultores del odio y la guerra lograron descarrilar otros dos grandes momentos de esperanza alcanzados para promover la Paz a raíz de los Acuerdos de Camp David I y algunos años después de Camp David II con los magnicidios en Egipto de uno de los firmantes: el Presidente Anwar Sadat y algunas décadas después en Israel con el magnicidio de Yitzhak Rabin.
La desesperación e impotencia mundial por el genocidio que viven los Sirios, solo se aumenta con el avance brutal del Califato y la aparición de su Guerra Santa Medioeval al producir una masacre brutal contra todos aquellos que consideran “infieles”. Los cristianos en el Medio Oriente están más desprotegidos que nunca. Pero a ellos se suman todos los que no siguen el ritual impuesto por los nuevos inquisidores equipados con las armas más sofisticadas.
En otras regiones la situación genera igualmente un clima de desesperación. El drama de la barbarie en Ucrania por los separatistas rusófilos, ha llegado al extremo de lanzar un misil para acabar con la vida de 300 viajeros en pleno vuelo; o la pesadilla del secuestro en Nigeria de 200 niñas estudiantes para someterlas a la esclavitud y a la humillación por el islamista Boko Haram; o las escenas de los periodistas decapitados como advertencia en Irak, son solo algunas muestras del terror que ha lanzado a millones de ciudadanos a refugiarse de un lado a otro del planeta, sin encontrar una solución al drama existencial.
Sin llegar a esos extremos, no es menos preocupante constatar en otras regiones que vuelven a destaparse situaciones que recuerdan la I Guerra Mundial con el desmembramiento de los Imperios Austro-Húngaro y Turco-Otomano; o de la II Guerra Mundial con la búsqueda del “espacio vital” de los nazis y la defensa de las minorías germánicas en toda Europa. Acaso la exacerbación de las nuevas modalidades de “independencia” que se votan en Escocia, Cataluña, País Vasco, no podría constituir un grave precedente para la dispersión de otras realidades? Por qué no aspirar a la independencia de los walones, flamencos, bretones, corsos, y en fin todas las minorías europeas, cuyas diferencias y especificidades fueron inteligentemente solucionadas al crearse la Europa de las Regiones al lado de la Europa Supra nacional? Qué decir de la tentación totalitaria en América Latina de los Presidentes eternos y su acción para aplastar a los disidentes por el simple hecho de criticar a los Gobiernos con deseos de permanencia eterna y que pude generar una grave explosión social sin precedentes? Por ello la plegaria propuesta por el Papa Francisco es un llamado de Paz y Esperanza.