Fraudulencia y dictadura consumadas
La máxima tan antigua y señeraque reza “más rápido se coge al mentiroso que a un cojo en carrera” parece haberse cumplido, de nuevo, el 6D, cuando el tégimen mediante tanta parafernalia electorera pretendió hacernos creer que el sistema CNE era fiable y hasta permitió la participación de veedores nacionales e internacionales a quienes quizá, sin duda alguna, intentaría sobornar, representa su desesperación ante la farsa electoral (resultados) ofrecida durante aquel domingo, cuando aparte de consolidar su dictadura, tanbién ratificó el fraude consumado, fifícilmente solapable, porque tal vez no contaba o creía estar tratando con gente de su ralea, muy probable que dichos veedores; sobre todo los internacionales, en función de su ética e integridad moral, así como de su prestigio en particular y del país que representaban, hayan sido muy sinceros ante un organismo de envergadura como la OEA y sus integrantes, individuos de talla moral comprobada, quienes rechazaron las elecciones de Nicolás Maduro por tratarse de una patraña a fin de consolidar “una dictadura”, puesto que no fueron elecciones libres ni justas conforme a los principios del derecho internacional. Se evidenció chantaje por medio de los suministros CLAP (suspensión entrega bolsas de alimentos) y hasta destitución de cargos públicos a los abstencionistas a lo que se añade la “falta de independencia de la autoridad electoral”, según expresa la Resolución aprobada en consejo del jueves 10/12.
Cínicamente, Maduro refiere que la participación de un 32 % del padrón electoral fue “modesta y explicable”. ‘Obtuvimos una victoria con un 70 % del pueblo que acudió a las mesas’, con lo cual se delata la fraudulencia electoral, clara y diáfanamente, porque hubo cerca de un 80 % que de inhibición comprobada.