Francisco de Miranda desde Desnudo Romero y Polanco Alcántara
Don Francisco de Miranda, nació el 28 de marzo de 1750, en Caracas, Venezuela; por lo tanto, en este 2023, habría cumplido 273 años de nacimiento; Miranda fue un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo español, luego devenido en venezolano tras la secesión de ese territorio del imperio español, considerado como el precursor de la emancipación americana contra el imperio español; a pesar de que su plan para la liberación de las colonias americanas de España, no tuvo éxito, su legado como precursor de la independencia de América Latina es un mérito que no se discute, sin embargo, como todos sabemos, no fue suficiente este reconocimiento para poder persuadir al Libertador Simón Bolívar de que él no era un traidor y que merecía ser oído antes que juzgado.
De acuerdo a los biógrafos de Miranda, entre los que se encuentra Tomás Polanco Alcántara las razones por las cuales fue arrestado y encarcelado Miranda a lo largo de su vida fueron: por desobediencia y malversación de fondos en 1780, durante su servicio en el ejército español, siendo liberado ese mismo año, pero luego, mientras se encontraba en Cuba luchando contra Gran Bretaña, fue acusado de malversación de fondos; por espionaje y contrabando, hecho que se da en 1783, en los Estados Unidos de Norteamérica; como traidor y pirata, tras su intento fallido de invadir Venezuela en 1806, la Junta Municipal de Caracas lo acusó y condenó a la pena de muerte, se salva de ella y es encarcelado; la más dura acusación es de traidor, según los líderes revolucionarios del proceso de independencia nacional, pagó prisión en Cádiz, España; y en 1812, Miranda fue considerado un traidor por otros líderes revolucionarios, incluido Simón Bolívar, quien creía que su rendición ante las fuerzas españolas en San Mateo era un acto de traición. De allí las intrigas internas y acusaciones de traición; durante la Revolución Francesa, Miranda fue arrestado por presunta traición, pero luego fue absuelto; su participación en diversas conspiraciones y su búsqueda de apoyo extranjero para la independencia de América Latina llevaron a acusaciones de traición por parte de varios gobiernos y líderes
La lucha de Miranda y su participación en diversas conspiraciones y movimientos revolucionarios lo convirtieron en un personaje controvertido y perseguido por las autoridades de la época; hoy nos acercamos a ese Miranda real y emblemático, pensado por el talento escritural de Denzil Romero (1938-1999, escritor de novela histórica, caracterizado por la reconstrucción del hecho histórico obedeciendo a las propias leyes de la ficción narrativa) y Tomás Polanco Alcántara (1927-2002, escritor, político, jurista, historiador, profesor universitario, politólogo, diplomático y miembro de la Academia Venezolana de la Lengua), nos sirve de escenario para modelar los contornos de una interpretación literaria acerca de un hombre quien, más que héroe, fue el símbolo del proceso pre-independentista de América del sur.
Para ahondar en los trabajos que ambos autores escribieron: Romero, “La tragedia del Generalísimo” (1987) y Polanco Alcántara, “Francisco de Miranda ¿Don Juan o Don Quijote?” (1996), se reconoció, primero, la trayectoria escritural de dos talentos venezolanos, pero diferenciados por la metodología con que trataran sus inquietudes, literaria e histórica.
Para ello, vamos a utilizar la metodología del contraste, específicamente, la que se refiere a la comparación monocausal, que se basa en una relación directa genética entre dos o más miembros de la comparación. Esta autolimitación voluntaria, que sigue ampliamente los métodos factualistas-positivistas (históricos, de fuentes y materia, biográficos).
El propósito consiste en comparar dos elementos: Realidad y ficción en torno a las aventuras erótico-románticas del personaje Francisco de Miranda en la novela de Denzil Romero con la figura historiográfica del héroe en el libro de Polanco Alcántara.
Son dos obras totalmente diferentes donde sólo coincide el nombre del Precursor de la independencia. La tragedia del Generalísimo no está escrita para restaurar la vida humana del personaje en cuestión, puesto que es una novela de ficción, mezcla extraña de épocas y asuntos, entre los que destacan la estructura de Minos, el toro, Creta, Teseo, Ariadna y los jóvenes y doncellas sacrificados cada nueve años en el laberinto, por ejemplo.
En concreto, abordar esta realidad es complejo por su estructura enmarañada, la cantidad de épocas que abarca el relato, el número de sus personajes, en fin, la gran cantidad de asuntos que intervienen en ella. La obra de Romero, Francisco de Miranda ¿Don Juan o Don Quijote?, es un libro enmarcado en un estilo ensayístico de tipo histórico, riguroso y ponderado.
Es una interpretación biográfica a través de documentos, donde describe al héroe en su recorrido como portador de ideas de libertad y transformación social. La descripción de los hechos se centra en momentos difíciles, se hace la relación cronológica de los escritos que produjera el Generalísimo, y de las desventuras que como hombre de sociedad viviera en las cortes española y francesa en su papel de Quijote; se describe las aventuras amorosas con diversas damas de elevadas alcurnias en su papel de Don Juan.
Otro aspecto que resalta en estas obras, y que de alguna manera producen confrontación, es en la concepción que cada autor tiene de la historiografía, la cual debería enfocarse a restaurar las imágenes públicas de los héroes de la historia, laceradas por las mentiras, leyendas y fantasías, como sugiere Polanco, pero Romero, en su interés por delimitar sus personajes, nada hace para introducir los hechos a la visión de historiografía, resaltando más en sus aportes una visión de la realidad desde la literatura de ficción.
Acerca de la obra La tragedia del Generalísimo, hay numerosos antecedentes escritos que dan fe de la relevancia que tuvo esta novela en la recepción lectora y crítica, incluyendo el tema erótico; los estudios de Gorbato (1988), Wisotzky (1996), Hernández D’ Jesús (1999), Jiménez Ure (1999), Brito Márquez (1999), Eduardo Liendo (1999), Barrera Linares (1999), entre otros; son aproximaciones comprensivas que se basan su discurso analítico en contrastar el estilo e intencionalidad del autor, bajo la premisa de la revisión bibliográfica que mostrara la diferencia entre lo historiográfico del ensayo histórico en Polanco y la ficción novelada en Romero.
Es importante comprender que la ficción en torno a la literatura es un elemento tan persuasivo que logra atrapar al lector, confundirlo y convencerlo de que los hechos narrados en una novela, son todos extraídos de la vida real; la misión del escritor es ser un testigo prudente y distante, que sea novela o ensayo, lo que se busque alcanzar es un discurso respetuoso de los hechos más significativos de la temática a estudiar, tenga o no aderezos fantásticos o fabulados para darle interés a los a lo que se quiere contar o transmitir por la vía del lenguaje escrito.
En razón a ese tema del estilo y los hechos más significativos que mueven las historias en los escritos, la figura de Denzil Romero, en su obra La tragedia del Generalísimo (1987), se convierte en un acto de desmitificación del General Miranda que si bien es un notable paladín, se hace necesario convertirlo en un personaje de carne y huesos por parte del narrador; la ascendencia histórica, trastocados por la imaginación del novelista con la que logra persuadir al lector haciéndolo caer en la trampa fabulosa de que, la conducta del personaje en la narración, fue la del héroe real; esta argucia narrativa crea un problema de tanta magnitud en la recepción lectora que, hasta un historiador, académico, individuo de número, consciente de que la historia en sus manos de escritor se vuelve un fenómeno individual, es capaz en un momento, de cuestionar en el párrafo de un simple prólogo a un creador literario que se recrea en un personaje histórico, fabulándolo y colocándolo ante los lectores en un universo ficticio.
Expresara Polanco, que las mentiras, las leyendas y las fantasías van cubriendo, poco apoco, a cualquier personaje histórico con una pátina, que si no se elimina a tiempo, deforma su imagen y crea un falso concepto que muchos llegan a considerar como verdadero; el contexto literario venezolano del siglo XX, muestra una escrituralidad dedicada a explotar el elemento de la historia desde dos panorámicas opuestas.
Ahora bien, la historiografía aparece en ambas obras (la de Romero y Polanco), en el acto de exaltación de la figura de los héroes, sus rasgos biográficos, hazañas, reveses, cartas, documentos, viajes y proyectos políticos, mediante una posición crítica y realista; la panorámica novelística sustenta sus aportes en el historiografismo, donde se recrea la historia a través del elemento de ficción; acá valga recordar los aportes en estilo y en manejo del discurso literario de temas histórico-sociológico, de Uslar Pietri, con Las lanzas coloradas (1931), Otero Silva con Lope de Aguirre, Príncipe de la libertad y Herrera Luque con Boves el urogallo (1972) y Piar, caudillo de dos colores (1985).
Para la las décadas 80 y 90, Romero publica dos novelas: La tragedia del Generalísimo (1987) y La esposa del Dr. Thorne (1997); estas dos obras tienen una innovación que las diferencia con la de “El generalísimo…” y la propia de Polanco, y es el universo imaginario de la ficción y el erotismo; dos fábulas , donde un héroe (Miranda) y una heroína (Manuela Sáenz) mediante la metamorfósis del lenguaje erótico y el tamiz de la ficción, se convierten en antihéroes, llevados a un escenario de crudeza humana.
La obra La esposa del Dr. Thorne, es la supuesta historia erótica y sexual de Manuelita Sáenz (ecuatoriana), última amante de Bolívar, traída al escenario novelesco mediante un argumento grotesco, perverso y emocionante. Romeroinaugura desde el enfoque carcelario, a la manera de un teatro en el que se escenifican las acciones de su vida, y a la que Miranda asiste como espectador, conducido por un alter ego cruel que, en papel de juez, lo acusa y condena por sus fracasos, y le recuerda sus aventuras erótico-románticas, arrastrándolo hasta los umbrales dantescos que cierran su paso en el siglo XX. El personaje, ensimismado, mientras el narrador o alter ego lo cuestiona, revisa minuciosamente su historia, su biografía, enfermo y achacoso, próximo a la muerte en la celda de La Carraca en Cádiz, prisionero a la vez entre las cañuelas del cuadro de Arturo Michelena.
Por su parte, la historiográfica de Polanco se sustenta en el diario de Miranda; lo hace en un lenguaje hipotético y ponderado; Romero tomó datos del mismo diario de Miranda, pero su imaginación literaria le permitió recrearlos de manera particular y perversa: “¿A tu edad, quién lo creyera?, despojado a tal fin de tus dientes postizos, te aplicas a lamer la vulva feminarum, introduciendo en ella, con refinados amaneramientos, una cereza deshuesada o gajos de naranja (…) iniciando de seguidas un coitus a posterioris o per angostam viam que arranca gritos de dolor, sólidos ayes de un final deprimente, a la mísera esclavita”.
Se trata de una novela que estructura su relato siguiendo las bases del mito laberíntico, (el tiempo), lugar de encierro del minotauro al que hay que matar, (los imperios españoles con su instrumento de terror y represión, la inquisición, y el norteamericano, que engloba todos los males que el poder engendra).
El aporte de Polanco, donde se modela una biografía que busca responder a vacíos de hechos que no reseña la historia oficial del personaje, proporciona al lector elementos propios de los viajes y proyectos políticos del Generalísimo, sin soslayar sus aventuras románticas con distinguidas damas de la alta sociedad, mientras que Romero hace mención de esclavas, domésticas, quinceañeras, princesas, duquesas, sin que escape el nombre de Catalina La Grande, de quien especula sin reparos, que también fue víctima de su “verga titánica”: Igual el amor tormentoso de la Gran Catalina que el grosor de sus várices que la furia de tu porra ante la chucha de cualquier zurrada (..) la desnudez pulimentada de Miss Jane, el coño inconmensurable de Miss Sally, cual un inmenso molusco lamelibranquio abriendo y cerrando sus valvas, y, sobre todo, tu miembro, tu miembro anguiliforme, buscando una participación.
Ahora bien, en los aportes de Romero y Polanco, se observan hechos históricos reales, fechados, extraídos de documentos que sustentan la historiografía: El nombramiento del padre de Miranda como Capitán (1764), Miranda se embarca, rumbo a España (1771), en 1781 es nombrado Edecán de Cajigal, entre 1785 y 1789 emprende largos viajes por Europa entre otros ejemplos.
Es importante resaltar que Romero y Polanco no puede eludir el ritmo cronológico de los hechos por la naturaleza de su propósito, basando su inspiración y referencia obligatoria, haciendo que esos hechos se vuelvan susceptibles, reinventando situaciones y recreando la enmarañada dimensión de erotismo, sensualidad, escatología, perversión y descaro, donde las mujeres mencionadas con nombre, apellido y posición social, son leitmotiv del eje narrativo en el cual Miranda gira como visión fantasmagórica al antojo de su alter ego narrador.
Se palpan diferencias discursivas entre lo histórico real y lo novelado ficticio, donde resalta como primera diferencia el estilo de un discurso historiográfico y otro novelesco, este último se asume y reconoce como ficción y permitiéndole expresarse con mayor libertad y proponer la recreación y la imaginación como elementos fundamentales de su construcción.
A juicio del semiólogo Barrera Linares, Romero llevaba ya dentro de si la corporeidad y los gestos propios del personaje fallecido en el arsenal de La Carraca; en torno al recurso ficción-erotismo, fundido en la remembranza histórica del héroe a través del personaje Miranda, parte de la intimidad que como narrador establece con sus lectores, teniendo como puente comunicativo su discurso innovador.
El aporte de Romero, se consolida bajo el criterio singular de la novela de ficción, sustentada en los anales de la historia, y metamorfoseada con la licencia del discurso erótico; Romero dotó a la literatura de un impulso vital, tomando vigencia a medida que el perfil narrativo fue mostrando la fuerza de su ausencia, con aguda visión universal, e incorporando la metódica al discurso novelesco elementos tales como la sonoridad del lenguaje, el desparpajo discursivo, la flexibilidad temática y contextualización histórica, que le otorgan a lo narrado connotación de madurez y persistencia totales.
Y el discurso de Tomás Polanco en su obra «Francisco de Miranda: bosquejo de una biografía: don Juan o don Quijote?», resalta un estilo ensayístico-histórico crítico, donde cuestiona la imagen tradicional de Miranda como un héroe de la independencia y lo presenta como un personaje más complejo y contradictorio; muestra a Miranda como un ser humano real, con virtudes y defectos, en lugar de como un mito o un héroe idealizado.
El estilo literario de la obra, es descriptivo y narrativo, como es de esperar en una biografía de Polanco, utilizando los detalles para retratar la vida de Miranda y su entorno histórico; se refleja la dualidad en la personalidad de Miranda y a su vez, muestra a un Miranda apropiado de los personajes de Don Juan y Don Quijote, sugiriendo que Miranda era un personaje literario complejo y contradictorio.