Fotografía Contemporánea Mexicana
Acercarse a la fotografía de Irma Villalobos, artista mexicana, en su serie “a foco”, (1997-98), revelan miradas inusuales de la cotidianidad a través de la fragilidad y plasticidad de bombillos de luz convertidos en naturalezas florales; en las “transparencias”, (1991-2004), el desnudo se convierte en pieles palpitantes integrados a formas arquitectónicas entre arcos, ventanas, puertas y olvidados callejones de México DF.
Destaca en la serie los “nopales”, (2010-2014) el acercamiento a sus espinas, texturas, a heridas sanadas, y contrastante cromática que nos acerca a uno de los corazones de la mexicanidad, tesoro de la supervivencia y la fertilidad de floridos retoños que nacen de lo desértico, y esconden tras su recia piel espinosa frutos como las tunas, carnosidad y néctar que nace del desierto.
Cada una de las miradas de la fotógrafa convierte lo cotidiano en realidades paralelas. Esto se hace evidente en los portafolios que la artista llama “Apuntes de Viajes”. Al verlos imaginamos a la fotógrafa mochileando con su cámara entre misteriosas sendas, sorprendiéndonos con su visión de valles, desiertos, ríos, y lugares recónditos como las pagodas del Sudeste Asiático, donde devotos campesinos materializan su estética alrededor de los budas, y sus ofrendas delatan gustos y visiones del mundo.
Las amplias casas de Birmania revelan la presencia del trópico, con porches amplios y sillones que muestran el amor por el encuentro, por las amenas tertulias. Cada rincón de los techos, las ventanas, las pasarelas materializan un barroco pleno de adornos, vinculados a lo simbólico; como serían las llamas solares, las ruedas asociadas al karma, los sinuosos juegos de pétalos cual lotos que florecen del caos, acompañados de diseños de curiosos dragones entrelazados entre faroles de luz, convertidos en iconos de armonía y fertilidad.
Los budas de Tailandia develan en sus poses, la placidez de una vida sencilla, que elude lo innecesario para lograr la quietud del ser, en su peregrinar Irma Villalobos resalta el rostro del Buda (2014) tailandés, entrelazado entre las raíces de un ficus, con gestos que delatan su mundo interior, disolviendo la ilusión de la realidad plena de apego y dolor. La fotógrafa atrapa uno de los momentos del mito de Buda, que lo llevaron a ser uno de los iluminados de Oriente al hundirse en el nirvana.
En la India conviven rishis, monjes budistas, brahmanes hinduista y devotos en la cercanía del Ganges (2005), coexisten en sus abluciones matutinas, o los innumerables rituales que realizan en sus orillas.
“La foto de mujeres rodeadas de gente: es a orillas del Ganges, están frente a la escultura de Shiva, al atardecer monjes, estudiantes, la población de Rishikesk, y los visitantes participan en cantos de agradecimiento y peticiones, algunos llevan pequeñas luces encendidas y flores que colocan en el agua y fluyen con la corriente, niños y ancianos viven cotidianamente la puesta del sol. Los niños y todos los asistentes somos parte del festejo”. (Irma Villalobos, 2019)
Los paisajes del Norte de Vietnam (2014) enfrentan al otro, a miradas etéreas en composiciones entre paisajes cubiertos de nubes, y bambúes mecidos por el viento, o en sus botes en la bahía de Ha Long, donde sus navegantes reman entre aguas que emanan sosiego, con una luz que transforma el espacio en infinitud. “Hace años leí, que es una realidad muy limitada la que tenemos delante para fotografiar, y se reduce a nuestros propios gustos y obsesiones. Mis temas han llegado a mí por haberlos respirado en casa y formar parte de mi subconsciente…” (Irma Villalobos, 2019)