¿Fin de ciclo en Venezuela?
Las normas electorales del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, controlado por el gobierno del presidente Nicolás Maduro, no podrían ser más injustas. El CNE ha escrito las reglas de tal manera que la oposición debe ganar más de un 60 por ciento del voto popular y vencer docenas de obstáculos para ganar una mayoría en el Congreso.
No es ninguna casualidad que Maduro no haya permitido la presencia de observadores internacionales creíbles de la Organización de los Estados Americanos o de la Unión Europea. Venezuela sólo aceptará una delegación de “acompañantes electorales” de la UNASUR, una institución que según expertos electorales independientes solo hará turismo electoral.
Un estudio publicado la semana pasada por la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Internacional (IDEA) enumera una serie de irregularidades en las reglas electorales que van mucho más allá de la utilización masiva de fondos estatales por los candidatos del gobierno, el control gubernamental de los medios de comunicación, la intimidación de votantes, las “inhabilitaciones” para que líderes opositores se postulen a cargos públicos y el encarcelamiento de líderes políticos, como Leopoldo López.
Según las normas vigentes, los estados dominados por la oposición tienen mucho menos representación en la Asamblea Nacional que los estados controlados por el gobierno. Por ejemplo, el estado Lara, que tiene 1.1 millones de habitantes y una gran presencia opositora, elegirá sólo dos legisladores, lo mismo que el estado de Amazonas, que tiene una población de apenas 87,000 personas, y ha estado en manos del partido gobernante.
Y a pesar de todo esto, los encuestadores dicen que la oposición arrasará en las urnas, por el colapso económico y social de Venezuela. La economía del país se contrajo un 8 por ciento este año, y su tasa de inflación de casi el 200 por ciento es la más alta del mundo.
Una encuesta de la firma venezolana Datanálisis dice que el 63 por ciento del voto popular irá para los candidatos de la oposición, y solo el 28 por ciento para los del gobierno.
Alfredo Croes, de la firma encuestadora Venebarometro, me dijo que a pesar del ventajismo gubernamental en la representación electoral, es probable que la oposición gane 103 escaños en la Asamblea Nacional, de 167 escaños. Eso le daría a la oposición más de los 84 escaños que necesitaría para obtener una mayoría simple, lo que le permitiría controlar el presupuesto del país, e iniciar investigaciones sobre corrupcion y narcotráfico de funcionarios gubernamentales.
Mi opinión: Hasta hace poco, creía que Maduro daría un autogolpe y cancelaría las elecciones del 6 de diciembre. Pero tal vez ya sea demasiado tarde para eso. Amigos en Venezuela me dicen que, dado el sentimiento antigubernamental generalizado, Maduro generaría una explosión social y una condena internacional si anula la elección.
Es probable, entonces, que Maduro permita la elección, y dé un golpe postelectoral, cuando el mundo esté mirando para otro lado. Para evitar que la Asamblea Nacional inicie investigaciones sobre corrupción y narcotrafico, Maduro podría tomar control del nuevo congreso, ya sea mediante la compra de legisladores de oposición, o mediante un decretazo que limite los poderes legislativos.
Pero, esta vez, no le va a ser tan fácil. Las cosas han cambiado. Con los precios del petróleo por el suelo, Maduro tiene mucho menos dinero para comprar lealtades adentro y afuera del país.
Y con Brasil en medio de una severa crisis que está obligando a su gobierno a tomar cierta distancia de Venezuela, y con las encuestas en Argentina que pronostican un triunfo del líder opositor Mauricio Macri –un crítico abierto de la prepotencia autoritaria de Maduro–, el régimen venezolano ya no puede contar con que los países más grandes de Sudamérica validen sus abusos electorales.
Por primera vez en varios años, la oposición venezolana podría recuperar el congreso y poner al régimen a la defensiva después del 6 de diciembre.
@Oppenheimera