Estamos obligados a profundizar el análisis y reinventar las estrategias
Lo ocurrido con las elecciones de la Constituyente el domingo 30 de julio de 2017, no es otra cosa que la victoria diferida de la democracia. La desvergüenza de la Sra. Tibisay Lucena presidenta del CNE al declarar al país que 8.890.320 venezolanos se pronunciaron por la Constituyente fraudulenta, es una falta de respeto a la inteligencia de los venezolanos que fueron testigos en cada uno de los Estados y Municipios del país de lo desolado de los Centros de Votación.
Pero la parodia electoral del domingo 30J del chavismo, también obliga a la heterogénea unidad de la MUD, a revisar sus estrategias y a explicarle al país el por qué llegamos hasta este punto.
Soy de la opinión que la posición irreversible de la oposición de no dar tregua a las manifestaciones de calle emprendidas desde el 1 de abril de 2017, contribuyeron de alguna manera a que los sectores radicales del gobierno también hicieran irreversible, su estrategia de la Constituyente. Vale decir, la radicalización de ambas partes, obstruyó la búsqueda de una salida política negociada.
Autocríticamente en la oposición debemos de aceptar que desde del año 2002, nos hemos movido a tientas en la búsqueda de una salida del régimen. Desde los días del paro petrolero del 2 de diciembre del 2002, los discursos de nuestra oposición han sido ampulosos y temerarios sin una estrategia política claramente definida. He venido sosteniendo a lo largo de todos estos años en esta columna, que las direcciones políticas de nuestros partidos de la oposición, carecen de una política que vaya más allá de lo puramente electoral, es decir, nuestros partidos no han transcendido hasta ahora la pura política electoral.
Aceptando lo bueno que fueron los resultados del 6 de diciembre del 2015, estamos obligados a asimilar que, la sola política electoral comporta inevitablemente un desgaste desalentador al no traducirse esta en cambios trascedentes. A partir del 15 de agosto del 2004 (RRP), hasta nuestros días, la sola política electoral ha sido ineficiente en tanto no ha logrado consolidar una mínima posibilidad de estar cerca de una salida política consensuada. Hasta ahora, la sola estrategia electoral ha carecido de velocidad y de fortaleza estratégica para dar golpes efectivos al chavismo que lo hayan colocado políticamente a la defensiva.
Este lunes 31 de julio de 2017 (momento cuando escribo está columna) hay al menos un poco más de 7 millones de venezolanos que se estarán preguntando ¿Qué paso?, ¿Qué conseguimos con cuatro meses de protestas de calle que dieron como resultado más de 108 muertos, 17 mil heridos, 4.600 detenidos y más de 400 presos políticos?, ¿Cuál será nuestra política de ahora en adelante?, ¿Continuaremos con las manifestaciones de calle?, ¿Cómo se materializa después del domingo 30J “el vete ya”?
Las expectativas creadas a partir del sábado 1 de abril de 2017 fueron muchas, pero los resultados fueron mínimos producto de una estrategia emocional, episódica y coyuntural, que no tomó en cuenta un dato fundamental como son; las contradicciones internas naturales en que se debate cualquier unidad de partidos con ideologías e intereses diferentes como la MUD, por lo cual cabía esperar tendencias hacia la radicalización que se hacía necesario neutralizar para no cerrar la posibilidad de una negociación política que detuviera la elección de la Constituyente.
Algunos venezolanos nos atrevimos a advertir de lo inconveniente de la radicalización de ambas partes (gobierno-oposición), pues la radicalización nos conducía inevitablemente a una lucha infernal e infructuosa que es el escenario más próximo, en el que de ahora en adelante nos moveremos.
Es verdad que para la mayoría de los venezolanos resulta extremadamente urgente desalojar del poder al chavismo, para detener el caos en que se encuentra el país. Pero para ello necesitamos de una política de mayor contenido que el “Vete Ya”.
Mientras mantengamos una visión unilateral de la situación dramática y dificilísima en la que nos encontramos, y no tengamos una propuesta del modelo de sociedad que queremos, continuaremos en desventaja estratégica frente al chavismo, pues, ellos sí tienen definido su modelo de sociedad y ello irremediablemente les da una clara ventaja estratégica sobre nosotros.
Soy de la opinión de que a nuestra lucha le han faltado ideas para analizar la compleja realidad geopolítica en que se mueve hoy el mundo, el anticomunismo visceral oscurece el análisis para entender que después de la Guerra Fría es imposible la restauración del comunismo como solución a los problemas de la globalización. Los prejuicios anticomunistas arcaicos hay que dejarlos atrás para avanzar hacia a un mundo de coexistencia pacífica. La ambición de poder de cualquiera de nuestros dirigentes debe de estar asistida de respuestas a esta compleja realidad geopolítica del mundo de hoy.
Los resultados de las elecciones del 6 diciembre de 2015 analizados desde perspectiva del análisis comparado, apuntan hacia una mutación electoral en favor de la oposición. Ciertamente, la MUD obtuvo el 6D-2015, 7.707.422 votos (56,2%), mientras el chavismo alcanzo sólo 5.599.025 votos (40,8%), este resultado para chavismo es el peor después de 7 elecciones (2004-2012). Es decir, todo parecía indicar que el 6D-2015 marcó el derrumbe electoral del chavismo, cuestión esta que según los resultados del llamado “plebiscito” del 16 de julio de2017 dado la MUD, confirman esta tendencia.
Tendencia esta que obligaba a buscar una negociación política que nos permitiría la realización de las elecciones vencidas de Gobernadores y Alcaldes. Ahora bien, para lograr este objetivo había que congelar la demanda de las elecciones generales, puesto que insistir en este propósito, obstruía lo prioritario que eran las elecciones regionales vencidas.
Uno de los problemas más complejos desde el punto de vista sociopolítico de la oposición, son sus sectores de clase media, pues, en su mayoría la clase media no tiene NPI de cuál es su identidad política, es decir, adolece de la cultura política necesaria para ubicarse en una perspectiva sociopolítica determinada, de manera que cuando se les habla de que la crisis de Venezuela se inscribe en una lucha del poder por un nuevo orden mundial, se imaginan que le estuvieran hablando de la luna.
La clase media que pasea su perro, que hace sus compras en los Súper Market, que van al Yoga o al gimnasio, que va al club a tomarse unos tragos y a compartir con sus pares, es por lo general anticomunista visceral y no acepta discusión al respecto, o se es comunista o se es capitalista. Para esta clase medía el capitalismo anglosajón del Wall Street es Patria o Muerte.
Mientras esta clase media no metabolice una alianza política inaplazable con los excluidos del consumo y de la cultura, difícilmente lograremos la estrategia adecuada, contra la estrategia chavista de la lucha de los pobres contra los ricos. La clase media tiene que hacer de esta lucha política contra el chavismo, una lucha noble por las reivindicaciones de los excluidos del consumo y de la cultura.