Opinión

En una Batalla Espiritual están Dios y el adversario

“Invitación y descargo de responsabilidad” –  
Te invito a que dejes descansar las ideas que tienes de Dios, sean grandiosas o limitantes, no importa cuál sea, suelta hasta si crees que no existe y acompáñame en esta traviesa aventura para discernir un perenne interés del ser humano:
¿Cuál es la última fuente originaria de la vida y la consciencia?

En las primeras universidades europeas del S.XIII, el desarrollo del conocimiento alcanzó niveles extraordinarios; las disciplinas como la lógica, la ética, la epistemología, la estética, la filosofía fueron impactados por el más influyente magíster de la época: Fray Tomás de Aquino. Una de las razones de su influencia fue muy específicamente incluir en los argumentos del discernir del pensamiento a Aristóteles y otros autores platónicos y neoplatónicos; de una manera confirmando que el hombre tenía acceso a la verdad aun cuando no conociera el cristianismo… para su tiempo eso era una revolución.

Todo ello fue la semilla de universalidad del Quattrocento, donde el Renacimiento fue uno de los brotes que despertó el anhelo de investigar sin constricciones la belleza y el arte en todas sus expresiones, ciertamente sembrado por el legado dejado de las universidades de Paris, Boloña, Oxford y Módena. El mundo que hemos heredado: el arte, la ciencia, la tecnología, inclusive los estados modernos y la sofisticación de la guerra (de esto último quizás podríamos prescindir) nacieron de la semilla de dichas universidades y las corrientes que despertaron.

Volviendo a lo que nos ocupa, aquellos magister y los estudiantes tenían un intenso interés en usar sus disciplinas y destrezas intelectuales en argumentar la existencia de Dios y cómo actuaba en la realidad. Puede que tú seas un hombre o una mujer sofisticado y moderno, y crees que ya has superado esos anhelos… sin embargo yo te reto:

Si existiese un Dios,
¿Qué implicaciones tendría sobre cómo defino mis objetivos de vida?

O mejor aún, en medio de las dificultades que comprenden la vida, ¿Qué bien u objetivo podría ser más importante que él si existiese?

Dirás: “todo depende del tipo de dios que sea.”

¡Acepto el reto!

Una prueba moderna a partir de un axioma ateo

Me llamó inmensamente la atención un axioma científico que, embarazosamente contrabandea una de las mejores pruebas de la “necesaria” existencia de un Principio ordenador – luego veremos qué clase de Principio es.

Cualquier organismo que funcione en un entorno es un microcosmos de ese entorno.
Richard Dawkins

Hay dos claves en este axioma, la primera es: “un organismo que funciona en un entorno” o hábitat. Es decir, que su órgano respiratorio procesa los gases disponibles, que su sistema digestivo se nutre de los elementos energéticos aprovechables, que sus músculos y estructura ósea están diseñados y tienen la capacitada para gestionar la gravedad y el movimiento que necesita para desplazarse y alimentarse, que su percepción y como procesa la información es cónsona y está integrada con aquello que opera a su entorno… es decir, en caso de no conociéramos el medio ambiente del que es parte, investigando el “individuo” podemos derivar el entorno; de su diseño y estructura corporal, cómo es el ambiente que le acogía.

«Como es arriba, es abajo, como dentro, es fuera, como el universo, así es el alma…»
― Hermes Trismegistus

La pregunta crucial para avanzar es, ¿Por qué hay un orden en todo lo creado?
en el Cosmos parece ser que la relación de las partes es causal, es decir, cada parte tiene una razón de ser para otra. Adicionalmente, hay además una estructura y una jerarquía. La ciencia ha descubierto que, a través de la evolución, comenzó desde lo sencillo, seres unicelulares que dependen de un elemento o ambiente para su existencia. Mientras escalamos en complejidad también lo hacemos en interdependencia; llegando hasta los mamíferos donde la dependencia del ambiente y la interdependencia entre su especie y otras especies, del que comparten medio ambiente, es infinitamente más compleja que la de una bacteria o cualquier otro en la jerarquía de la vida.

Hasta ahora, hemos primordialmente clarificado cuatro cosas:

  1. El organismo es un microcosmo de todo el espectro del entorno, desde lo funcional hasta lo estructural.
  2. La vida orgánica se separa del resto no animado y avanza desde lo sencillo a lo complejo.
  3. Dicho proceso genera dos realidades: jerarquía e interdependencia (o relación ordenada entre las partes).
  4. La interdependencia refleja al menos una relación causal entre los organismos; por lo que podríamos inferir que también con el entorno.

Cuando llegamos al hombre toda la estructura y la jerarquía da un salto exponencial, como si todo en la evolución hubiera empujado a la vida a dar a luz la consciencia (Noosphere, Teilhard de Chardin).

Eventualmente la consciencia permitió que produjéramos un “jardín” y una “ciudad”; donde, en ambos, la interdependencia y la huella de la acción del hombre son extraordinarias. A su vez el ser humano desarrollaría todo tipo de jerarquías, casi infinitas en el tiempo: jerarquías en oficios, en desempeños, en la sociedad, entre los individuos de su especie… es algo estructural y coyuntural del orden del Cosmos que el ser humano genera espontáneamente con relación a su especie.

Primero, cuando comenzó la vida en el cosmos, unos pocos tipos de jerarquía en cada uno de los reinos (mineral, vegetal, microscópico, animal, etc.) y dentro de cada uno de esos reinos otra jerarquía; no es lo mismo una hormiga que un león.

¿Cuál es la diferencia del hombre con el resto de los seres en los diferentes Reinos?

He aquí la segunda clave del axioma: “es un microcosmos del entorno más amplio.”

Podríamos decir que el mismo Principio que impulsa y ordena la evolución, opera en nosotros… se llama Consciencia; porque en nosotros determina y define si crecemos y nos desarrollamos o no. Si somos un microcosmos del amplio entorno que nos acoge y en el que nos movemos; si nosotros encarnamos la consciencia y somos capaces de crear con los elementos disponibles “nuevas” realidades, utensilios o estructuras… lo cual parece ser un principio ordenador dentro del macrocosmos de todo lo creado, necesitamos discernir el carácter de dicho Principio, por tal ¿Cuáles pueden ser las características de ese Principio?

Por una parte, ese “algo”, ese Principio no es parte del todo, por necesidad lógica tiene que precederle; al igual que un arquitecto precede su obra, pero sin embargo deja su marca en ello… ¡en todo!

Por otra, lo que en nosotros es indispensable, nos dice algo del carácter de ese Principio: a nosotros que somos conscientes, para llegar a la más amplia y evolucionada capacidad humana, requerimos desarrollar la inteligencia. Una característica de la inteligencia es la habilidad de “trasponer”, o aplicar aquello que conocemos y comprendemos, a situaciones más amplias y complejas para ayudarnos a movernos en situaciones que no hemos experimentado o vivido antes. Así que ese Principio es también inteligente… hay un diseño en toda la estructura del Cosmos y ese “diseño” implica una inteligencia.

Ese Principio Creador quiere ser conocido

A ver, si el Principio que ordenó, generó una estructura y una jerarquía es inteligencia, ¿Cómo podemos efectivamente “entender” y emular ese Principio “Creador”?

Hay un elemento curioso en los mamíferos que son, dentro del Reyno Animal, el más alto grupo de su jerarquía; recién nacidos son increíblemente atractivos y generan una seducción emocional desmesurada… un “bebé”, sea de un cabrito, un caballo, un perro, gato o ser humano, genera hasta en los más rudos y duros seres humanos una inmensa atracción y cariño.

¿Qué tipo de atracción y emoción es? Es una mezcla de cariño, con protección, de amplitud e inclusión. Recuerdo con prístina claridad una vez que estaba en la salida de una iglesia y una pareja que estaba con un bebé que apenas comenzaba a caminar, tanteó equilibrando sus pasos hacia mí, se agarró de mi pantalón antes de caer, se giró hacia arriba y, con unos ojos que brillaban con espléndida y profunda nitidez, me dio una amplia sonrisa… aquello atravesó mi corazón con la más dulce y cálida complicidad de amor que creo que nunca había sentido con otro ser humano. Si hubiese aparecido una fiera, espontáneamente yo me hubiese enfrentado, aunque me costara la vida, para que no pudiese hacerle daño. Así que, el carácter de ese Principio es “protector de los suyos” y desea al bien y la integridad de la vida y ser de los demás.

Por la razón que sea, hay elementos que nos “atraen”, nos impelan a que les sigamos, nos empujan fuera de nuestra inercia. Sólo tenemos que ver a un científico apasionado por descubrir qué significa la Materia Oscura… puede dedicar 80 o 100 horas a la semana repasando toda la data, una y otra vez, como si le fuera la vida en descubrir de qué va ese misterio. Inclusive, si le diagnosticaran cáncer, él o ella seguirían en su “trabajo” porque hay algo “que es más grande que la vida” en ello. Cómo ellos, sé y estoy seguro, que todos y cada uno de nosotros hemos tenido esa invitación en nuestra vida… pudo ser una relación, un juguete, un algo en nosotros que despertó un profesor; pudo ser cuando éramos pequeños o de grandes, pero lo has tenido y si hoy no estás persiguiéndolo es porque lo has olvidado y sin darte cuenta apagaste ese fuego. Así que también, el carácter de ese principio quiere ser conocido y perseguido.

El “¿por qué?” de todo este discernimiento

En el abanico de la consciencia de nuestro ser, desde lo más oscuro y profundo de nuestro subconsciente, hasta la percepción de lo que vemos, sentimos y creemos que somos, se esconde el mismo Principio que ha generado todo lo que podemos ver y percibir… y hasta lo que no somos capaces de detectar.

Todos somos diferentes, la conjugación de mi cuerpo, mi consciencia y cómo procesamos las circunstancias que nos dieron la vida y nos hicieron crecer, nos hacen únicos. Sin darnos cuenta, todo en el proceso que llamamos “mi vida” está impulsándome a conocer ese Principio, como si la consciencia en el ser humano buscara completar un círculo.

Mi lógica me dice que no podemos conocerlo plenamente porque, por necesidad, supera nuestro intelecto, criterios y estructuras. Podemos, como un ciego, a tientas ir acercándonos a (no me atrevo de decir sin recelo) sus “partes” o “aspectos” (porque son elementos estructurales humanos). Pero SÍ podemos dejar que ese principio se explaye y me muestre qué significa ser Yo.   En la naturaleza, un común denominador es la abundancia. Una pequeña semilla, en el proceso de crecer, explota con millares de frutos que en oportunidades tiene miles de otras semillas… y si vamos a los Reinos “inertes”, la materia, las moléculas y los átomos, hay tan abundancia de elementos, gases, planetas, sistemas solares, estrellas; todo es abundante y generoso, poco o casi nada es escaso… bueno, la Vida. Pero, en el ser humano, parece que depende de nuestra voluntad para que el común denominador de abundancia y generosidad del Cosmos continúe en nuestra realidad.

¿Qué nos impela esta “prueba” del Principio primigenio?

La ciencia ha concluido: todo lo existente tuvo un comienzo y este fue desde un punto infinitamente pequeño; el proceso comenzó con una sola partícula. El orden de todo se rige por unas leyes que ordenan e inician un proceso que va desde lo sencillo a lo complejo; en todo lo existente hay un Principio inteligente que es inteligible… pero una realidad imposible de sostener es que todo comenzó y por un inicial movimiento ha seguido como una cadencia de caída de dominó. Lo que es imposible de negar es que ese Principio inteligente sigue activo y operando. 

En el texto bíblico que representa a Dios creando al hombre, al final de haber constituido todo, las palabras retumban pulsando en mi un nuevo significado:

Dijo entonces Dios:

— Hagamos al ser humano

a nuestra imagen y semejanza

Y creó Dios al ser humano a su imagen;

a imagen de Dios lo creó;

hombre y mujer los creó.
Genesis 1:26-27

Aparte del mundo que nosotros hemos creado, todo lo demás existe en armonía, balance e interdependencia, pero en nosotros, por la capacidad de libre albedrío que nuestra consciencia nos confiere, dicha abundancia y generosidad sólo sucede cuando nosotros nos relacionamos intencionalmente en equilibrio y “correcta” interdependencia (a ello le llamamos justicia)… o simulamos intencionalmente o desconocemos ese Principio ordenador de todo; pero si el ser humano decide olvidarlo o no compenetrarse, todo vuelve a la sopa caótica que le exige poner orden y jerarquía de nuevo. Como si la evolución ahora dependiera de nosotros (Teilhard de Chardin).

Una importante pregunta para concluir es, si la existencia en el cosmos fue avanzando, con dolores de parto para dar a la vida la consciencia en nosotros que es un microcosmos del Principio creador, ¿Cuál es el próximo umbral? ¿Hacia dónde apunta el próximo eslabón evolutivo de la consciencia?

¿Quieres la más increíble aventura de tu vida?

Ábrete a ese Principio y pídele ayuda… ¡ES GENEROSO Y ABUNDANTE!

Próximo martes…

Conectando los Puntos de mi vida

Somos criaturas históricas, lo que somos es “la depuración de nuestros ancestros”, sean ellos dentro de nuestro árbol genealógico o de la historia que formó la cultura que nos amamantó. Investigaré ambos, reflexionando lo de mis coterráneos venezolanos, porque la necesidad de cambiar algunos valores sobre nuestro pasado parece algo relevante.

https://www.instagram.com/punto_a_la_i/

EL PUNTO a la i

El historial de la columna está en cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.


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