En plena línea de flotación
Si hay algo que le golpea por debajo de la línea de flotación al chavismo, son los medios de comunicación internacionales. Una labor de caracterización y solvencia frente a la comunidad de naciones, se ve afectada por alguna información que no beneficie al régimen chavista. Es algo así como que ‘El imperio contraataca’.
Bueno, en ese emborronamiento que sufre el régimen autocrático de Maduro, algunas perlas recientes brillan en el panorama. Uno, es que Felipe González les está siendo molesto con sus intenciones de respaldar la liberación de los presos políticos y, otro, el premio Ortega Y Gasset que recibió Teodoro Petkoff por ser paladín de la defensa de las libertades de expresión, información, prensa y opinión.
Es fácil imaginar a Maduro vociferando en el Palacio de Miraflores antes semejantes disparos certeros a su imagen pública. Es también fácil imaginar a los acólitos del régimen, esos que vigilan porque sus imágenes no se separen bajo ningún concepto del fundador de la villanía, pensando en artilugios para desmotar comunicacionalmente lo inocultable.
Pasan los años y claro, siguen en el poder. Un poder deteriorado, sin capacidad de respuesta, con hambre en las calles, con los anaqueles vacíos, con los bolsillos de los rojo-rojitos llenos de los dineros públicos, con presos políticos y, con las lentes de los medios de comunicación siguiendo los pasos del dictador.
Es un poder que busca a toda costa figurar entre los disidentes. Salir en los medios de comunicación como que si él fuese abanderado de alguna causa plausible. Nada que ver con ese panorama. Se le vio en el desfile del aniversario del triunfo de la Unión Soviética (como parte de los ejércitos aliados) ante los Nazis… todo un logro para Maduro aparecer entre los que veneran las armas nuevas del ejército de Putin. Pura pantalla. Puro proceso comunicacional vacío.
Esa hegemonía mediática de la que se ufana el régimen, ese control de la información que tanto ha cuidado, hace aguas. Se recuerda un foro en la Universidad Católica Andrés Bello en que preguntaron: ¿Se puede callar a los medios? Y la respuesta fue, podrán, este régimen podrá con los medios de comunicación gracias a todos los mecanismos de represión que se puedan imaginar, pero a la calle, al ciudadano, a esos no los callan. Pues los medios de comunicación han dado la batalla y han triunfado. El premio Ortega y Gasset a Teodoro Petkoff es una muestra de ella. Un misil de palabras en plena línea de flotación del buque “Chavismo”.
Así pues, si una lección nos deja la opinión pública internacional con este premio al periodismo sensato, es que a los defensores de las libertades siempre –más tarde o más temprano– les vienen los reconocimientos. Pero también este aniversario del fin de la segunda guerra mundial nos recuerda que a quienes violentan las libertades, a esos les espera un escenario muy distinto: los tribunales de justicia internacional, ¿o es que acaso no recuerda Maduro aquellas lecciones del colegio en las que se hablaba de los juicios de Nürenberg? ¿No es parte de esa celebración de las siete décadas recordar que la los crímenes de lesa humanidad se pagan? ¿Ah?