En las “chiquiticas” sobre Guyana
(1) Es necesario que los venezolanos (y los guayaneses) se den cuenta del terreno sobre el cual se puede lograr una solución para acabar el diferendo entre Guyana y Venezuela.
(2) Es imprescindible entender que en este asunto no caben los apoyos de otros países. Esto es problema entre Guayana y Venezuela. La solución se debe obtener dentro de un ámbito de legalidad y por tanto esa solución no depende de respaldo de otros países sino de los elementos de juicio sobre los cuales se basa la solución.
(3) La solución puede obtenerse (idealmente y preferiblemente) mediante acuerdo entre ambos países.
(4) También puede obtenerse mediante decisión de otro ente facultado para decidir (juez, árbitro).
(5) Es absolutamente prudente que tanto Guyana como Venezuela se abstengan de hacer declaraciones que pueden incendiar al público pero que no influyen en el ánimo de dirigentes de otros países.
(6) Como este tema no preocupa a nadie en el extranjero, es conveniente entender que en otros países se observa la diligencia o la impericia de Guyana y de Venezuela en la conducción de las relaciones públicas dirigidas a informar y buscar apoyo inútilmente en otras partes.
(7) Tanto Guyana como Venezuela han sido víctimas simultaneas del colonialismo que ha prevalecido en este planeta, quiérase o no.
(8) Venezuela nunca ha requerido el territorio en disputa. Ni siquiera se ha ocupado consistentemente de recuperarlo. Además NO LO NECESITA para existir. Tal vez sobran agallas para codiciarlo ahora después de que se han descubierto fuentes de petróleo, aunque este va de capa caída y que a Venezuela le sobra pero que a Guyana le resulta supremamente valioso. En todo caso, no debe servir de justificación para fundamentar reclamo de Venezuela contra Guyana.
(9) La grandeza de Venezuela debe revelarse nuevamente y esta vez en su proceder desinteresado y generoso con este país vecino cuyo territorio truncado fue heredado dentro de una situación que ese país no fabricó y que ha venido arrastrando sin haber nunca molestado impertinentemente a Venezuela. Pero no es sorprendente que tenga impulsos ariscos hacia Venezuela, que este país debe saber afrontar con cordura y ánimo de ofrecer acomodamiento sin que ello signifique aflojar la defensa de nuestros legítimos derechos.