Elecciones en dictadura
Las dictaduras no agendan la convocatoria a elecciones. Para los dictadores, la escogencia de los gobernantes mediante el voto ciudadano, es un contrasentido, porque son lo contrario a la democracia; sistema anclado en la voluntad popular, que se reconstruye cada día y se vigoriza cuantas veces la voluntad ciudadana es consultada. Así para elegir al Presidente (a) de la República y a los parlamentarios en todas las escalas.
En el orden del día de las dictaduras no puede haber espacio para el debate, porque es todo lo contrario de su razón de ser. De allí que la escogencia de los gobernantes se realice entre los integrantes del círculo más íntimo de la mafia antidemocrática. Un aquelarre que designa al prán que ocupará el cargo en liza. Por supuesto, tal circunstancia sólo se da, cuando el prán en jefe no ha manifestado con antelación su voluntad testamentaria o en artículo mortis con el dedazo mejicano que consagra al más avanzado de entre ellos en todo lo relacionado con el dolo y la trapacería o a quien, reuniendo esas facultades, le sea impuesto por fuerzas dominantes dentro del aparato en escala nacional o internacional. Sólo hasta ese nivel se consulta.
Ahora bien, en el hemisferio occidental la democracia es consustancial al ser humano y lo es porque fue donde se inventó en el siglo VI a C; le es identitario por ser garantía de libertad y desarrollo humano, es el modo de vida adoptado por la inmensa mayoría de las naciones que lo integran; por lo contrario, las dictaduras son inhumanas, más que ofensivas al ser, son pústulas que carcomen el alma colectiva y aniquilan la bondad en la relación interpersonal, son atmósfera hostil que imposibilita la convivencia ciudadana; son llagas purulentas, degradantes de cuanto existe en la especie humana; martirizan y aniquilan la voluntad de los pueblos sojuzgados, cuyas acciones desestabilizadoras y expansionistas, constituyen amenaza real contra la libertad y ofensa permanente a la dignidad hemisférica.
Como la libertad es propiciatoria del desarrollo integral de los pueblos; son los gobiernos democráticos los que diseñan y ejecutan programas económicos, científicos y sociales, concebidos para que el bienestar se apodere de la sociedad e incorpore a los marginados a la exigente era cibernética y de la Inteligencia Artificial (IA), mediante la expansión de la calidad educativa y del conocimiento científico. Inequívoco ha de ser el accionar político-social, cuya meta sea la superación de la miseria ancestral que arrastra y arrasa con un gigantesco segmento de la población terráquea.
Las dictaduras, de suyo tramposas, cuando se ven acosadas por la presión ciudadana reclamando el restablecimiento de plenas libertades políticas, económicas y profesionales, tratan de ocultar la violación del derecho humano a la educación y a la salud de calidad, al trabajo digno, a la información, a la divulgación del pensamiento y la seguridad personal, económica y alimentaria, la libertad de expresión del pensamiento, sometida al arbitrio tiránico del aparato de Seguridad del Estado; utiliza los medios de comunicación para la desinformación y para acusar al adversario de ser traidores a la Patria, en contubernio con potencias extranjeras.
Entonces, cuando tienen el agua al cuello y sienten el sofoco del incendio, convocan a elecciones, no sin antes propalar la falacia de que “dictadura no se derrota con votos”. Pero tal conseja se desvanece y cuando el peso del voto ciudadano los aplasta, apelan a recursos antidemocráticos falseando los resultados y es en ese momento, cuando pretendan “meternos gatos por liebre y dejándonos con los ojos claros y sin vista”, en el cual tenemos que darle contundente respuesta. Los dirigentes (todos) incluida la candidata electa Presidente, corriendo inevitables riesgos, con las actas de totalización en las manos y junto a ellos nosotros los electores, debemos coger la calle para, en abigarrada manifestación pacífica pero contundente, rechazar el fraude.
Y, sin duda, la voluntad ciudadana será respetada.