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El vergonzoso show de Maduro

Al final de mi artículo del domingo pasado, 10 de marzo,  mantuve, al referirme a la tragedia del apagón,  lo siguiente: “No se dejen engañar por las mentiras del usurpador Maduro, las ideologizadas  filípicas de Vladimir Padrino, ni con el cuento del ataque cibernético realizado por los Estados Unidos, mantenido por el hablachento de Jorge Rodríguez. Estoy casi convencido que lo ocurrido con el apagón fue  una grotesca maniobra, diseñada por los asesores cubanos,  para tratar de debilitar la creciente popularidad de Juan Guaidó, la cual se iba a manifestar en una impresionante concentración en la avenida Victoria el sábado pasado. Si mi tesis, surgida de manera intuitiva como consecuencia de la experiencia que  tengo después de tantos años  combatiendo  al chavismo-madurismo, no fuese cierta, los venezolanos conocen perfectamente bien que el apagón debe de haber surgido, como lo señaló el presidente del colegio de Ingenieros, Enzo Betancourt, por la  total  falta de mantenimiento en los equipos de la Represa del Guri.” Las evidencias  existentes confirman la tesis del ingeniero Betancourt.

En el vergonzoso show montado por Nicolás Maduro, para justificar el apagón, durante sus  abusivas cadenas, mostró claramente que su verdadero objetivo no era solamente responsabilizar a la oposición democrática  y a los Estados Unidos del supuesto saboteo eléctrico sino crear las causas pseudo legales para justificar la detención del presidente Guaidó. La maniobra, perfectamente  definida, se puso en acción con absoluta precisión. Recordaron que hace meses al destacado periodista Luis Carlos Díaz había declarado que en Venezuela podía ocurrir un “blackout” eléctrico como consecuencia a la falta de mantenimiento del sistema interconectado del Guri. Se atrevieron a secuestrarlo, negar su detención y allanar su casa, apoderándose de sus equipos electrónicos, para  darle una mayor veracidad a la acusación. Todo indicaba que se iba a repetir la misma estratagema que se utilizó en el caso del diputado Juan Requezens, quien, después de haber sido drogado y sin presencia de sus abogados, acusó a Julio Borges de ser el autor intelectual del supuesto atentado contra  Nicolás Maduro, obligándolo a asilarse en Colombia.

Estos marxistas de pacotilla olvidaron la famosa frase que inmortalizó Carlos Marx en su ensayo “El 18 de Brumario de Napoleón III”: «La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa». Justamente, una situación similar acaba de ocurrir en Venezuela. Maduro estaba decidido a actuar: detener al presidente Guaidó para ponerle fin a la crisis política que acorrala a su débil dictadura.  Sus asesores le hicieron ver que hacerlo sería realmente  fácil después de la sorprendente  posición del Grupo de Lima en Bogotá.  Mike Pompeo, al entender lo que podía ocurrir, ordenó de inmediato el retiro del personal diplomático que todavía permanecía en la embajada de los Estados Unidos. De inmediato, me imagino que fue una llamada de Raúl Castro, se encendieron las alarmas. Justamente, la primera acción tomada por los Estados Unidos, antes de invadir a Panamá, fue  retirar el personal diplomático de su embajada. Asustados, liberaron a Luis Carlos Díaz. De todas maneras, es imposible negar que sigue latente la posibilidad de una intervención militar multilateral.

Es imprescindible, en la compleja situación venezolana,  analizar con detalle el comunicado del Departamento de Estado: “Estados Unidos retirará a todo el personal restante de la embajada estadunidense en Caracas, Venezuela. Al igual que la decisión del 24 de enero de retirar a todos los dependientes y reducir al personal de la embajada al mínimo, esta nueva decisión refleja la deteriorada situación en Venezuela, así como la conclusión a la que hemos llegado que la presencia del personal diplomático en la embajada se ha vuelto una limitación para la política estadounidense”. Me imagino que el Alto Mando Militar ha evaluado este comunicado como una amenaza suficientemente creíble. Espero que las informaciones de inteligencia le hayan permitido evaluar lo peligroso  de la situación existente. No hacerlo con la objetividad profesional requerida puede comprometer gravemente el destino de nuestra Patria. El patriotismo no es rasgarse las vestiduras repitiendo eslóganes en los cuales ya nadie cree, sino actuar, con valor, prudencia y decisión,  en base a la situación existente.

Las preguntas que me hago, en medio del caos en que se vive, son las siguientes: ¿es tan difícil, para mis compañeros de armas, entender que la verdadera  causa de la tragedia venezolana es la arbitraria permanencia en el poder de un régimen, atrasado ideológicamente, y de un usurpador que ha destruido a Venezuela y quiere continuar en la presidencia de la República? Ese es justamente el gran problema nacional. Imaginarse que es posible enfrentar una intervención de los Estados Unidos por contar con algunos equipos militares sofisticados es sencillamente un delirio. El madurismo mantiene que el pueblo venezolano enfrentará, mediante una Guerra de Cuarta Generación, al imperialismo norteamericano como lo hizo el pueblo libio e iraquí. Lo que no dicen es que la ambición de  Kadaffi y de Sadam condujo a sus pueblos a una tragedia de muerte, hambre y destrucción. ¿Ustedes no creen que es preferible realizar unas elecciones democráticas, justas y equitativas, en lugar de ir a una guerra, en la cual no existe ninguna posibilidad de victoria? Reflexionen. Piensen en Venezuela.

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