El rol e interpretación de las elecciones, para las dictaduras en general
Aún en dictaduras, cuando se trata de participar en elecciones, para elegir a ciudadanos del pueblo a cargos políticos y de gobierno; éstas deberían ser transparentes, pulcras, democráticas, y organizadas por un Consejo Supremo Electoral, con candidatos, de partidos políticos con tendencia a la convivencia democrática.
Ante esta realidad inocultable, quizás el amigo lector se pregunte. ¿Si es así, como es eso de que un grupo de asaltantes militares y políticos, se toman el poder por la fuerza de las armas, se apoderan de los poderes del estado, para seguir gobernando ilegalmente; y sin embargo, permiten y organizan elecciones de todo tipo, sin garantizar la pulcritud, las aplicación de las leyes, y de la institucionalidad del país que se requiere en éstas; establecidas en las constitución?
La respuesta es básica e inmediata. Puesto que es una forma de tranquilizar a la parte democrática del pueblo, que rechaza a las dictaduras, sean éstas de cualquier signo. De esa manera, no existe forma de protestar, puesto que al permitir elecciones, se estaría cumpliendo con la constitución, y el pueblo no tendría argumentos para reclamar fraude, puesto que se permitieron elecciones.
La otra realidad evidente, es que, éstas deben ser realizadas libres, legales y transparentes, lo cual evidentemente, no pueden permitir, puesto que sin duda alguna, simplemente, las perderían. Existe la creencia equivocada, de parte de algunos defensores de las elecciones que, si se vota masivamente, se puede derrotar electoralmente a cualquier tipo de dictadura, lo cual es erróneo y una inmensa estupidez.
Las oposiciones del mundo entero, van a elecciones con dictaduras entusiasmados, cuando se les garantiza que estas sean organizadas por los entes legales del país para participar. Como lo es por ejemplo, de elegir a los árbitros o miembros del CNE, lo cual, en el caso de Venezuela no sucederá jamás, puesto que estos son elegidos por la narco dictadura. La otra condición es la de que las elecciones sean trasparentes, legales y supervisadas por entidades mundiales democráticas que las presencien. La otra, que el registro electoral sea confiable y actualizado, e incluya a solo los venezolanos vivos inscritos en el mismo.
Esto puesto que en dictaduras, todos los poderes del estado están controlados; por la dictadura; y no tiene sentido que una dictadura, le facilite a la democracia del país, ganar las elecciones de cualquier índole y arriesgarse así, a perder el poder y el control de la nación, por simplemente darle facilidades a la oposición vigente a que les poder electoralmente de éste.
Obviamente, para una dictadura, sería fatal infantil y estúpido que, luego de apoderarse del poder por la fuerza de las armas, donde ha habido miles de muertos, corrupción, y varios tipos de delitos adicionales; se arriesgue a perder el poder, en unas elecciones transparentes que cumplan con todos los requisitos exigidos por la población democrática, que les rechaza y combate políticamente.
Ninguna dictadura comunista en el mundo, organiza elecciones para perderlas; y mucho menos, una dictadura tan longeva (20 años), corrupta, delincuencial, narcotraficante, terrorista y mediocre; que ha hecho tanto daño al país, como es el caso de la narco dictaduras que gobierna a Venezuela en la actualidad.
Por simple analogía, y razonamiento obvio, una vez que un grupo de ciudadanos y/o militares; decide apoderarse de una nación ilegalmente, para gobernarla a su manera; en lo menos que piensan, es en realizar elecciones transparentes y legítimas, puesto que de hacerlo, saben que las perderán.
En resumen, las elecciones en dictaduras, son simplemente una pantomima, cuyo propósito central, es el de aparentar hacer lo correcto. Esto, de manera tal que, de no dar excusas a los electores, de que hicieron trampas, de manera tal que los electores inconformes enfrentados a su dictadura; no tengan excusas para perturbarles en el tiempo con un reclamos absurdo, por no haberlas realizado. Dirán entre ellos, subrepticiamente en forma jocosa y despectiva: “Si el pueblo quiere elecciones démoselas, y nos lo agradecerán”.
Los líderes de las dictaduras, saben perfectamente que, a una gran parte de los políticos democráticos, les encanta participar en elecciones. Esto, puesto esta actividad es en gran parte, forma parte de su necesidad de vivir y de soñar. Es decir, es parte de su genética. A tal punto que aun cuando sabe que va a ser burlado, siempre encontrará una excusa, para participar en cualquier elección organizada por tal dictadura que le exprime, maltrata y le atropella. Algunos distinguidos especialistas en psicología, califican a esta conducta humana como sadismo.
No existen dictaduras populares, por una razón muy sencilla. Se han tomado el poder ilícitamente por la fuerza de las armas o de las trampas. Que se sepa, no existen gobiernos dictatoriales electos por un pueblo que los haya elegido electoralmente. Es decepcionante que las potencias del mundo libre y democrático de la UE y de los EEUU, no coincidan en este punto tan vital e importante para las democracias, el cual ha sido estudiado por siglos.
Son tantas las dictaduras militaristas y comunistas que han gobernado a muchas naciones, con muchas cosas en común; donde el tema de las elecciones fraudulentas es tan habitual, que aún no se entienda, que tales dictaduras en general, no permitan elecciones libres, soberanas ni transparentes.
Esto, puesto que en toda democracia, una de sus reglas de oro, es precisamente, la de que la población exija y se les garantice pulcritud y legalidad, cuando se le convoca a elecciones de cualquier tipo.
No nos engañemos, cuando una dictadura permite elecciones legales, libres y transparentes, con supervisión y veedores internacionales, significa que esta dispuesta a entregar el poder y no se opondrá al resultado el cual seguramente le será adverso.
Al contrario de un dictador arrepentido que desea entregar el poder por arrepentimiento o cualquier otra causa, la narco dictadura en Venezuela, presidida por el señor Nicolás Maduro, quien ha demostrado que desea permanecer en el poder hasta que pueda mantenerse en éste. Sus acciones y actuaciones están bien claras y definidas, al hacer lo imposible por permanecer en el poder el tiempo que los líderes de ese movimiento comunista, lo decidan; lo cual no sería por iniciativa propia, puesto que simplemente, ese no es un proyecto político nacional, dado que se ha convertido en internacional, excelentemente muy bien apoyado y estructurado.
Son muchos los intereses internacionales que están detrás de la narco dictadura en Venezuela, como para pensar en que sus verdaderos líderes, y naciones involucradas van a permitir elecciones transparentes, legítimas y observadas.
Dado que según he leído en algunas noticias, dentro de los partidos políticos opositores y algunos de sus líderes, que ven con claridad, la necesidad de participar en las próximas elecciones; ni se entiende ni se justifican las razones para estas posiciones tan entreguistas e irracionales.
Me pregunto: ¿Es que acaso, esas personas y líderes no tienen vergüenza, ni practican la racionalidad? ¿Es que acaso no se dan cuenta de que cualquier cargo político que logren ganar para sus líderes (gobernación, alcalde, o diputación regional), estará manchado de sangre de miles de venezolanos asesinados por esta narco dictadura?
El hecho claro y real, es el de que esa Asamblea Nacional que eligió al CNE, considerado hoy día como ilegal y fraudulento, no tiene el derecho ni la aprobación de la constitución nacional de elegir a tales miembros, puesto que no es legal ni aceptada por la UE, ni por los EEUU, ni por el mundo libre de la democracia.
Como un venezolano pensante y demócrata, me cuesta creer que existan políticos tan mediocres y tan torpes y cambiantes, que se atrevan a jugar con la dignidad de los venezolanos defensores de la democracia en el país. Es grosero e inexcusable que tales políticos, antepongan sus intereses partidistas, ante un drama tan serio, como lo es el de cooperar con la narco dictadura, por simples intereses individuales, personales y grupales. Lo más triste, es que aún siguen jugando a la democracia. Lo peor, es que lo hacen tan descaradamente, que apestan y dan vergüenza. ¡Amanecerá y Veremos!