El reto de Dilma Rousseff
Los votantes brasileños han enviado un claro mensaje a la reelegida presidenta Dilma Rousseff al designarla para un segundo y último mandato con un estrecho margen sobre su contrincante en la segunda vuelta, el liberal Aécio Neves. La primera mujer que ocupa la jefatura del Estado en Brasil se enfrenta a dos retos cruciales que no tuvo que abordar su predecesor y correligionario, el popularísimo Luiz Inácio Lula da Silva. De su gestión depende el bienestar de millones de brasileñosy la proyección de Brasil sobre Latinoamérica.
El otro desafío es la división política. Las protestas contra la corrupción y el mal funcionamiento de los servicios y el rechazo a los gastos del Mundial de Fútbol probaron que la larguísima luna de miel del PT con gran parte del electorado estaba en su fase final.
Rousseff tiene también, además del mandato de las reformas, el de recomponer el consenso social. En primer lugar, el motor económico del gigante latinoamericano se está deteniendo y hay que reactivarlo. Un crecimiento del 1,6% es claramente insuficiente para Brasil, que todavía tiene por delante la inclusión de millones de personas en la clase media y la modernización del país.
El escaso margen que ha separado a Rousseff de Neves muestra la preocupación del electorado ante el estancamiento en el proceso de aumento del bienestar que comenzó hace ya dos décadas; precisamente cuando la formación que presentaba la candidatura de Neves, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), estaba en el poder.
Es urgente que Rousseff aborde sin más retrasos las necesarias reformas —política, laboral, fiscal, educativa— y que se mejore la competitividad. Una gran proporción de votantes ha expresado su rechazo al proyecto del PT de mayor presencia del Estado en la vida económica del país y la presidenta deberá tenerlo en cuenta. El que la Bolsa de São Paulo abriera su sesión con un desplome del 6% traduce lo que opinan los inversores de esa línea de actuación.