El reto clave: la recuperación de Pdvsa
La destrucción de Pdvsa -acelerada por la actual administración y ampliamente documentada por los especialistas petroleros, los informes de las agencias especializadas, los reportes de la OPEP y de la Agencia Internacional de Energía- constituye el mayor problema económico del país. Se entiende que allí resida el epicentro de la crisis financiera porque el crudo representa la fuente casi exclusiva de divisas que recibe Venezuela, y es en torno del petróleo que se levantan las ventajas comparativas y competitivas más atractivas de la nación. El petróleo constituye la palanca más robusta para impulsar en gran escala la recuperación económica y el desarrollo nacional. Alrededor de la redención de los pozos cerrados, de los taladros paralizados, de las refinerías semidestruidas y de las nuevas eploraciones, podría ejecutarse un amplio plan de inversión que encadene a distintos sectores del aparato industrial. Sin el relanzamiento del conjunto de la industria será imposible, en el futuro cercano, pensar en una economía sana y en expansión.
Esta afirmación no significa que en el largo plazo Venezuela deba seguir dependiendo de los ingresos petroleros y que continúe desenvolviéndose dentro del esquema rentista, dominante desde el segundo decenio del siglo XX, cuando la industria petrolera pasa a convertirse en la fuente fundamental de ingresos fiscales. La Venezuela del porvenir tendrá que superar la dependencia del crudo, diversificando su economía y haciéndola más competitiva en un amplio conjunto de sectores. Esta variedad resultará inevitable porque el mundo se mueve hacia formas de energía distintas a la generada por los hidrocarburos. Los especialistas señalan que hacia finales del siglo XXI las fuentes alternativas –como la eólica, la solar y la eléctrica- habrán sustituido en gran medida al combustible proporcionado por el petróleo.
Sin embargo, en el inmediato futuro para sacar la economía del hueco tan profundo donde el régimen la hundió, será necesario apalancarse en el petróleo como la pieza central de la recuperación. A partir de este núcleo será posible levantar la plataforma que vuelva a convertir a Venezuela en un país atractivo para las inversiones masivas. La estabilidad, seguridad y confianza, factores indispensables para tener una economía sana, presuponen transmitir una imagen de solidez que solo la industria petrolera puede proyectar, pues a pesar del desastre desatado por el gobierno, la industria posee tantos activos y sigue siendo tan atrayente para los capitales internacionales, que bastaría un cambio significativo en la conducción del gobierno nacional, para que el negocio se dinamice y el país obtenga los beneficios que podrían derivarse de sus gigantescas reservas.
Las ventajas que posee la industria del crudo no las exhiben ni la agricultura, ni el turismo, ni la industria manufacturera, ni ninguno de los servicios que eventualmente podría proporcionar el país. La ruina provocada el gobierno en todos estos ámbitos es de tal magnitud, que deberán pasar varios años antes de que un agresivo plan de reconstrucción dé resultados en la escala requerida para paliar la grave situación en la que se encuentran la inversión y el empleo en cada uno de esos campos. Los informes de Fedecamaras, Conindustria, Fedeagro y Consecomercio constituyen verdaderos partes de guerra. En cada uno de ellos se mencionan las miles de empresas que han bajado la santamaría, los comercios que han cerrado, las haciendas que ya no producen, los empleos que se han perdido. El cuadro que se pinta resulta desolador.
Esa nación devastada por la desidia y la estulticia de unos gobernantes aferrados al modelo estatista, tendrá que colocar en Pdvsa, o en la empresa que la sustituya, el eje de la recuperación económica nacional. Mientras más rápido ocurra el cambio, tanto mejor.
@trinomarquezc