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El puñetazo de Francisco

El papa Francisco dio unas declaraciones problemáticas sobre las tensiones que existen entre la libertad de expresión y la libertad religiosa. Ante los periodistas que lo acompañaban en el vuelo de Sri Lanka a Filipinas, el máximo dirigente de la Iglesia Católica dijo: “si el doctor Gasbarri dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!”. Francisco, quien volvió a condenar a quien mata en nombre de Dios, continuó su reflexión de la siguiente manera: “En cuanto a la libertad de expresión: cada persona no solo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para apoyar el bien común (…) Pero sin ofender, porque es cierto que no se puede reaccionar con violencia, pero si el doctor Gasbarri [organizador de los viajes papales], que es un gran amigo, dice una grosería contra mi mamá, le espera un puñetazo. No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás (…) Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas provocan y puede suceder lo que le sucedería al doctor Gasbarri si dijera algo contra mi mamá. Hay un límite, cada religión tiene dignidad, cada religión que respete la vida humana, la persona humana… Yo no puedo burlarme de ella. Y este es límite. Puse este ejemplo del límite para decir que en la libertad de expresión hay límites como en el ejemplo de mi mamá”.

De la declaración de Francisco se desprende que existiría una contradicción entre la libertad de expresión y la libertad religiosa, y que en la medida en que la primera implique una afrenta contra la libertad del creyente, entonces se debe limitar la libertad de expresión. Lo dicho por el Papa tiene problemas de forma y de fondo. Con respecto a la forma, se ve claramente en el video de su declaración a los periodistas, que el símil que usó sobre el “puñetazo” lo planteó en tono de chiste provocando risas entre algunos de los que estaban en el avión.  Allí Francisco actuó sin tomar en cuenta las sensibilidades y crispación que todavía están a flor de piel después de las masacres de París. Además, él no es un comediante que siempre debe caer simpático, sino el líder de una poderosa e influyente institución religiosa que debe saber que el asesinato de 17 personas en mano de fanáticos islamistas no equivale a un puñetazo en la cara.

La argumentación del Papa también es cuestionable por lo confuso y débil de su planteamiento. El derecho que tienen los creyentes de cualquier religión de sentirse ofendidos y de actuar en consecuencia en el marco de un Estado de derecho (por ejemplo, demandar ante una corte a quienes supuestamente los ofendieron, como ocurrió muchas veces contra Charlie Hebdo), no puede confundirse con la libertad religiosa. El hecho de satirizar a través de la imagen y la palabra las creencias o los apóstoles de una determinada religión no atenta contra la libertad de la gente de creer y practicar lo que desee.  Las caricaturas de Mahoma, de Jesús o de Moisés pueden ser percibidas como una afrenta a la dignidad de ciertas personas o grupos, pero ello no limita para nada su habilidad de organizarse y expresarse en lo religioso. De hecho, la libertad religiosa incluye la libertad de no creer, de criticar un cierto orden u autoridad religiosa, y de promover otras creencias.

Con su declaración el papa Francisco ha contribuido a generar más confusión sobre un debate necesario pero lleno de pasiones. Los fundamentalistas y no tan fundamentalistas tomarán la palabra del Papa para justificar las limitaciones a la libertad de expresión. Algunos se apoyarán en ese argumento para alimentar el falso dilema entre libertad de expresión y libertad de religión, cuando en realidad el ejercicio de una no significa la anulación de la otra. Además, al presentar el debate en términos de la “justificable” limitación de la libertad de expresión, el Papa ha puesto el foco en el lugar equivocado, pues la verdad es que la libertad religiosa hoy está limitada o no existe del todo en muchos países, particularmente bajo regímenes que se definen como musulmanes (pensemos en lo que ocurre en Arabia Saudita, en Irán o en los territorios controlados por el Estado Islámico) y que no respetan la libertad de expresión.

Es probable que Francisco no haya meditado mucho estas declaraciones. Quien sabe si el cansancio o el entusiasmo en el marco de un largo viaje por Asia hayan influido en la ligereza de lo dicho. Puede ser que su talante latino haya tenido algo que ver con el “exceso discursivo”. Lo cierto es que el Papa debería aclarar el alcance e implicaciones de lo declarado para contribuir a orientar a los creyentes, y reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica con la libertad de expresión.

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Un comentario

  1. Excelente escrito, lo comparto en su totalidad. No es la primera torpeza del argentino en el Vaticano, ni será la última. Ya nos había sorprendido con su cambio de posición respecto de la mafiosa Cretina Kirchner, a quien enfrentaba mientras era Cardenal en Buenos Aires, pero giró completamente al asumir el papado, y de los reclamos a la perjudicial y malamañosa demagoga, pasó a los regalitos para el nietito, cordiales saludos y estériles superficialidades. Pero al arremeter contra lo absoluto de la Libertad, Bergoglio cuida su parcela religiosa, el negocio que gerencia. Sobre su infeliz referencia a la madre y el puñetazo, les dejo el link al excelente artículo de Héctor Abad Faciolince (y el link con mis puntos de vista sobre los aberrantes sucesos de París del 7 al 9 de enero): http://prodavinci.com/2015/01/19/vivir/si-insultan-a-mi-mama-por-hector-abad-faciolince/ http://analitica.com/opinion/charlie-hebdo-cronica-de-dos-masacres-anunciadas/

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