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El poder de la LIBERTAD

A pesar de las circunstancias que rodean el discurrir político de la población venezolana, luce extremadamente contradictoria la significación que envuelve el término “libertad”. Más aún, cuando su esencia conceptual se halla atrapada entre las zarpas del oscurantismo político. Aunque lo más absurdo que acá deja verse, es que esta situación no termina de comprenderse. Sobre todo, entrada la tercera década del siglo XXI. Injustificable situación. Ni siquiera mirándola desde todo ángulo. O desde cualquier arista que configura tan protuberante realidad dialéctica.

En su particularidad, la misma constituye la más repulsiva contradicción que puede revelar la historia nacional. De hecho, tan grueso desatino deformó la historia venezolana. Sin embargo, a juicio de reconocidos historiadores, dicho problema contraría parte del legado dejado por uno de los más importantes hombres de América Latina y su emancipación, Simón Bolívar. 

La libertad, entre avatares y eventualidades

Las consideraciones que compromete el significado de “libertad”, han sido alevosamente aprovechadas para justificar contenidos ideológicos de los cuales se ha valido la praxis política para argumentar demagógicas pretensiones y triviales pronunciamientos arregladas a manera de “promesas” y “compromisos”. 

Los principios y criterios que formalizan la construcción del término “libertad”, han tenido una tergiversada utilidad.  En el caso venezolano, en medio de los desmanes que induce el ejercicio de una política insuficientemente concebida, les ha valido los insumos semánticos convenientes a gobiernos de factura abiertamente coercitiva. 

Particularmente, fue el problema que desvió el proyecto republicano que comenzó a gestarse el 19 de abril de 1810, fecha que marcó el inicio de la lucha por la independencia del dominio español en Venezuela. Aún así, la propuesta política expuesta en la declaración de la independencia rubricada el 5 de julio de 1811 momento en que pretendió erigirse la autonomía política del país, no fraguó según el cálculo político, económico, social y militar por el cual se había apostado.

La política en la esencia de “libertad”

Después de repetidas luchas políticas a lo largo del tiempo transcurrido desde entonces a la actualidad, parece no haberse entendido debidamente la palabra de Simón Bolívar. Especialmente, cuando en uno de sus manifiestos asintió que “el ejercicio de la justicia, es el ejercicio de la libertdad”.

No hay duda de que la historia está repleta de hechos que narran cómo el hombre, en su afán por vivir al amparo de sus derechos, busca la libertad a costa de su propia vida. Aunque el concepto de libertad se ha visto reconsiderado por causa de las coyunturas que lo han rodeado. Sin embargo, en el ínterin de tan intrincada travesía se vio seducido por una infinitud de persuasiones que intentaron modificarlo a fin de adecuarlo a las circunstancias dominantes. Aún así, el concepto de “libertad” terminó siendo elevado a los distintos podios que su valoración histórica exige en función de las necesidades políticas que definen las circunstancias imperantes.

Aunque cada circunstancia, se halla marcada por la especificidad que dictan las determinaciones ocasionales toda vez que buscan engañar la vista humana. Especialmente, cuando las mismas se disfrazan con rarezas que llevan al hombre a dejarse arrastrar por la corriente de la complejidad característica de mundanos y modificados acontecimientos.

En medio de tales avatares, no advierte que la libertad se sobrepone a la incertidumbre en su reincidencia por oscurecer algunos tiempos y espacios. Así como opacan las realidades donde habitan los demonios de la ignorancia y los zánganos que confabulan contra las verdades.

Un concepto no concluyente

Si bien habrá de reconocer que dar con la libertad no es un acto fortuito. Ni tampoco sencillo, concienciar su importancia es un valor que muchas veces no logra ser apreciado en su exacta dimensión. Quizás, fue razón para que el eximio escritor español, Miguel de Cervantes, apuntara que con la libertad “(…) no logran igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar”.

Es claro advertir que el concepto de “libertad” varió con el tiempo. Asimismo, con las realidades que rodeaban su esencia en cada tiempo que las contingencias lo requerían. 

El ejercicio de la política demandó una comprensión a cabalidad del término “libertad”, que compromete no sólo los derechos del ciudadano. También, el bienestar que la vida exige para encarar las dificultades con las cuales se topa cuando al individuo le faltan posibilidades para adoptar posturas ideológicas por las que ajusta su vida a las conveniencias de la doctrina política que elige para actuar en correspondencia con sus intereses políticos. 

Dinámica conceptual de “libertad”

De manera que, a pesar de los cambios que ha soportado la palabra “libertad”, todavía es posible advertir algunas carencias semánticas que siguen sin completar y afianzar su concepción. En consecuencia, su interpretación y praxis. O acaso ¿“el derecho a hacer lo que venga en gana” traduce exactamente lo que “libertad” implica? Pues ciertamente, no. Eso no es “libertad”.

Ahí es cuando cualquiera puede verse tentado a encontrar lo que apuntala la condición de ser “libre”. Es ahí cuando la desesperación incita a pasearse por la multiplicidad de situaciones que saben confundir, toda vez que una rabiosa comparación entre enrumbar o deambular, crear o truncar, vivir o morir, es capaz de obnubilar cualquier apreciación humana bastante cercana al concepto en cuestión.

De ahí que las necesidades humanas, en su juego con los recursos que potencian la construcción de realidades, ha podido allanar los espacios que el ejercicio de la política sabe justificar a fin de configurar la “libertad” como el más preciado don del cual el individuo puede valerse para coadyuvar a edificar un mundo de realidades con conciencia de humanidad, solidaridad, tolerancia, dignidad, respeto y avenencia. En ello reside el poder de la LIBERTAD.

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