El optimismo bien fundamentado de Gerver Torres
En reciente artículo publicado en El Nacional, ver: https://www.elnacional.com/opinion/nos-convirtió-el-chavismo-en-peor-gente/ , Gerver Torres nos transmite una perspectiva positiva y optimista sobre el venezolano de hoy, la cual se encuentra apoyada por las encuestas que lleva a cabo la reputada empresa GALLUP, de la que Gerver ha sido asesor por algunos años. Según Gerver “los venezolanos, después de mucha desolación y tal vez en parte debido a ella, nos hemos hecho mejor gente; gente más sufrida, pero mejor”. Gerver Torres afirma: “una encuesta anual en más de 140 países entre los cuales se encuentra Venezuela. La encuesta incluye preguntas de diverso tipo, alguna de las cuales pudieran enmarcarse en lo que se denomina capital social. Por ejemplo, se le pregunta a los entrevistados si en los últimos 12 meses ha trabajado como voluntario para alguna causa social, si ha donado dinero, o si ha ayudado en alguna forma a un extraño. Resulta alentador constatar que a pesar de toda la destrucción que el chavismo trajo al país, las respuestas positivas a esas preguntas se han incrementado de manera significativa, alcanzando en los dos últimos años sus máximos valores desde que se hace esta medición. Encontramos que quienes afirmaron haber hecho trabajo voluntario pasaron de 9% en 2008 a 31% en 2023; los que donaron dinero pasaron de 10% a 19%, y los que ayudaron a un extraño de alguna manera, se movieron de 28% a 73% entre las fechas mencionadas”.
Este escrito de Gerver Torres nos ha hecho reflexionar de nuevo sobre este tema, ya que hemos sido muy críticos de lo que percibimos como una actitud cívicamente negligente por parte de nuestra sociedad frente a la situación política y social que ha predominado en Venezuela durante el siglo XXI. Al leer a Gerver tenemos una reacción de cauteloso optimismo. Pensamos que su artículo es inspirador y estoy seguro que dará a muchos compatriotas una renovada esperanza en nuestra capacidad de redimirnos como pueblo. Es un clásico ejemplo del perseverante optimismo que siempre ha animado a Gerver Torres, algo tan necesario en esta difícil etapa venezolana como lo es también la crítica documentada sobre lo que podría llamarse la actitud pasiva de una buena parte de nuestra sociedad.
Mi perspectiva sobre este tema tiene algunas diferencias con los de Gerver y es esencialmente empírica, apenas tangencialmente respaldada por encuestas, quizás no tan al día, de organismos como Latino Barómetro. Esa empresa tiene encuestas que muestran bajos niveles de confianza entre los venezolanos, un cierto fatalismo y un sentido de lealtad familiar o tribal (lo cual no es malo) que predomina con demasiada frecuencia sobre el deber ciudadano y el cumplimiento de la ley (y esto si es malo).
Los índices de mayor voluntariado social que menciona Gerver en su escrito sugieren un cambio positivo en lo que percibo han sido nuestras actitudes. Lo que nos dice Gerver sobre las mayores contribuciones en dinero, lo cual también es positivo, puede tener relación con las remesas, fenómeno activado por la diáspora. Lo que reporta sobre el aumento de la ayuda a los extraños es espectacular y me llena de alegría saberlo.
En relación a ese maravilloso incremento de la solidaridad venezolana, tengo una perspectiva ligeramente diferente basada en experiencias personales. Cuando tenía unos 14 años fui testigo de una inundación en un barrio de Los Teques y vi cómo la gente se ayudaba los unos a los otros de manera conmovedora. Yo me sentí contagiado por esos bellos gestos y le regalé mi chaqueta nueva a una anciana damnificada. Sin embargo, cuando averigüé las razones de la inundación me di cuenta que había sido generada por la basura acumulada que había tapado los desagües, una clara señal de desidia por parte de la población.
Ello me llevó a escribir un artículo en el diario del pueblo sobre lo que llamé el heroísmo equivocado de los venezolanos. Somos buenos en las crisis, somos heroicos. Pero en el día a día somos laxos, negligentes, poco cívicos.
Ello se debe a que no hemos comprendido que el heroísmo ciudadano cotidiano, poco espectacular pero perseverante, puede ser más efectivo para garantizarnos una sociedad civilizada que el heroísmo frecuentemente epiléptico que aflora durante las crisis.
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