El NYT insta a Obama a mejorar relaciones con Cuba
¿Cómo incidiría esto en el bloqueo interno, el que de verdad nos tiene cerrados y no el otro de afuera, en lo que concuerdan los mismos que insisten en mantener el de EEUU?
En un editorial del 12 de octubre el New York Times insta a Obama a restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, algo fuera del alance de las leyes del bloqueo-embargo y que es de su potestad presidencial, a fin de mejorar sus relaciones internacionales con América Latina y generar otras dinámicas en los vínculos con el país antillano y en su situación interna.
El bloqueo-embargo norteamericano de nuevo se ha convertido así, en el centro de las discusiones en torno a los problemas de Cuba, cuando todos sabemos que el principal bloqueo, el que es necesario acabar de levantar para que el pueblo y la economía cubanos mejoren su situación es el interno, ese impuesto por el estado-partido al pueblo de Cuba que le impide desplegar sus iniciativas económicas, políticas y sociales.
La pregunta fundamental que deberíamos hacernos, los que estamos interesados en el bienestar del pueblo cubano sería ¿cómo incidirían tales medidas en ese bloqueo interno que, a fin de cuentas, es el que nos tiene cerrados y no el otro de afuera, en lo que concuerdan los mismos que insisten en mantener el de EEUU?
La actualización raulista es insuficiente para eliminar el bloqueo interno a que estamos sometidos los cubanos, pero su evolución y dinámicas, sin las trabas actuales, podrían llevar paulatinamente a su desmontaje y final disolución. Sin embargo su estancamiento y eventual neutralización por las fuerzas del fidelismo, sería de lo peor que podría ocurrirle ahora a la sociedad cubana.
Las políticas norteamericanas no determinan, pero influyen en las dinámicas de la correlación interna de fuerzas en la cúpula gobernante y en general en el partido-gobierno y la sociedad cubanos, entre los seguidores de profundizar y ampliar –en diverso grado- la llamada “actualización del modelo económico-social” y los que aspiran únicamente a dejarla en imagen para mantener el viejo régimen estatal híper-centralizado.
No es ningún secreto que existe un pulso “suave”, no visible, un conflicto de “evitación aproximación” permanente entre el viejo líder histórico y su hermano General, sobre formas y contenidos relativos a cómo conducir la política interna y externa de Cuba y su economía.
Es fácil identificar que los primeros discursos del ascenso de Raúl y las intenciones renovadoras de la “actualización” no han quedado debidamente reflejados en la instrumentación y los resultados concretos de la política aplicada.
¿La causa más visible? La recuperación paulatina de Fidel en busca de retomar su protagonismo.
Las evidencias están en sus “reflexiones”, en sus continuadas apariciones públicas y mediáticas recibiendo personalidades extranjeras y en las sistemáticas loas a su pensamiento y personalidad en la prensa toda controlada por la dirección del partido, al punto de que superan las apariciones públicas y discursos de Raúl, aunque se “retiró y pedido que no lo llamaran Comandante en Jefe”.
¿Habrá que recordar el discurso del “vaso de leche” y la supresión de las frases de Raúl en el Granma, junto a todo su significado?
Raúl sustituyó el equipo de gobierno de Fidel, pero en la cúpula dirigente del PCC quedan los tradicionales fidelistas, especialmente en su secretariado encabezado por Machado Ventura, el que maneja toda la actividad práctica del Partido, movimiento de cuadros, propaganda, etc.
Es esa estructura partidista la principal encargada de mantener vigentes las posiciones del “líder histórico”. El segundo del gobierno, Díaz Canel, no es el segundo del Partido, sino Machado.
Ese manejo de las estructuras del Partido, por encima con Fidel y por debajo de Raúl, se evidenció en las discusiones del VI Congreso del PCC manipuladas por la burocracia del Partido, en contra de los llamados al debate democrático y libre en las bases.
El General, hermano de Fidel, quien lo conoce como nadie y fue nombrado por él, ha tenido que gobernar a su sombra, con ese hándicap, entre hacer avanzar sus “reformas” y no enfrentarse al líder, de ahí el aumento de su parquedad y la disminución de sus apariciones públicas.
Raúl ha sido preciso en sus intenciones de acercarse a EEUU, cuando su hermano en recuperación no pierde oportunidad para tratar de distanciarse todo lo posible.
Esto, que también puede interpretarse como el juego entre “el policía bueno y el policía malo”, adecuadamente estimulado, hubiera podido servir para buscar ese acercamiento, si Washington hubiera sido más consecuente con sus primeras apreciaciones sobre el significado del ascenso de Raúl a la dirección del gobierno.
Por ello, no es ocioso recordar que entonces, EEUU mostró mucho interés y disposición en colaborar con él y sus militares, filtrándose la idea de que allá estaban convencidos de que la mano dura de los militares y sus “reformas” impedirían otras eventuales estampidas migratorias, lo cual constituía el problema que más atormentaba sus relaciones con Cuba.
Sin embargo, no dio pasos verdaderamente significativos que ayudaran a los planes raulistas de la actualización que hubieran podido fortalecer al General en la interna correlación de fuerzas.
Un acercamiento más efectivo y el levantamiento de otras importantes sanciones del bloqueo-embargo, hubieran podido inclinar la balanza del poder interno a favor de los raulistas y haberles permitido desplegar mejor su “actualización” y, eventualmente, otras “reformas” democráticas que a mediano plazo hubieran implicado cambios de mayor calado.
Es posible que EEUU tuviera la apreciación de que la trasmisión del poder solo había sido nominal y que “el televisor fue entregado, pero no el mando, el control real”.
Hoy estamos viendo cómo la crítica situación económica, a causa de las limitaciones de la “actualización” para superar el estancamiento generado por el modelo casi absolutista del último medio siglo, está generando un éxodo masivo de cubanos hacia EEUU por todas las vías posibles.
Las propuestas que ahora hace el NYT, podrían estar llegando un poco tarde, pero “si la dicha es buena…”
De concretarse tendrían un efecto inmediato en el aflojamiento de las tensiones entre ambos gobiernos y, claramente, muchos de los desesperados por irse para el Norte podrían considerar que es mejor aguantar hasta conocer los efectos concretos del acercamiento.
A su vez, sugerirían que el gobierno de Obama no es el responsable fundamental del mantenimiento del bloqueo-embargo, sino el Congreso; podrían abrir el camino a la futura suspensión del mismo en tanto que implicaría previamente la eliminación de Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo y dar espacio a otras dinámicas positivas en las relaciones entre ambos países.
Esa perspectiva podría aplacar los ánimos que culpan a las agresiones del imperialismo norteamericano de todas nuestras desgracias, a la vez pretexto fundamental para tratar de justificar los desastres económicos del estatalismo, la represión de la oposición, la ausencia de democracia y las faltas de libertades y derechos civiles y políticos. Posiciones reforzadas por las frecuentes apariciones y reflexiones del “líder histórico”.
Especialmente, implicaría una especie de espaldarazo norteamericano a la actualización raulista. Esa corriente “reformista” podría revitalizarse y mordicar a su favor esa complicada correlación interna de fuerzas. Raúl no podría permanecer ajeno al movimiento norteamericano y debería actuar en consecuencia. Unas dinámicas generarían otras.
Puede haber otras muchas consideraciones sobre el tema. A los efectos internos de Cuba, éstas son las que me parecen más importantes.