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El “no”colombiano

Al presidente Santos le dieron el Premio Nobel de la Paz, pero los colombianos están dedicados a comprender qué significó, significa y significará el triunfo del “no” en el llamado “plebiscito por la paz”. Y quien debe tratar de comprender con mayor ahínco es el inquilino principal de la Casa de Nariño. Por lo pronto, debería estar claro que el estrecho margen a favor del “no”, no quiere decir que la mayoría de los electores estén en desacuerdo con la paz y prefieran la guerra. Concluir algo así sería absurdo.

Lo que seguramente expresa el “no” es el desacuerdo con los términos concretos del “Acuerdo de Paz” negociado y concertado entre el gobierno de Colombia y las Farc, bajo los auspicios de La Habana. Pero eso es otra cosa. Existe la impresión de que fuera de la opinión pública colombiana se conocía muy poco al respecto. Un veterano escritor y conocido periodista, Plinio Apuleyo Mendoza, le envío una carta pública a su amigo Mario Vargas Llosa, refutando su declaración de que si él fuera colombiano, votaría por el “si”.

Los argumentos de Mendoza eran de no poca monta. En suma, las Farc recibían bastante más de lo que entregaban, y quedaba relativamente abierta la cuestión de las vinculaciones con el narcotráfico. Además, y como era lógico de esperar, el “plebiscito por la paz” también se convirtió en un plebiscito sobre el presidente Santos. Su antiguo mentor y luego archi-enemigo, Alvaro Uribe, se encargó de ello. Las dinámicas políticas tienden a desenvolverse de esa manera, sobre todo en coyunturas tan importantes.

La victoria del “no”, por tanto, ha sorprendido más fuera que dentro de Colombia. Hasta la semana pasada se daba por descartado en Washington, Madrid, Caracas –Oslo, desde luego, que ganaría el “si”, y las conjeturas eran por la diferencia. Pero no fue así. ¿Qué viene ahora? Nadie lo puede asegurar con certitud. ¿Se acaba el diálogo? Esperemos que no. Se reorienta, esperemos que sí. Se toman en cuenta otros planteamientos, esperemos que también.

De lo que no parece caber duda, es que vendrán tiempos complejos en la situación política de Colombia. Tanto que hasta Pilar Córdoba declara que debe hablarse con Uribe. Afirmaciones de ese tipo habrían sido casi impensables, no mucho tiempo atrás. No por nada, el invitado más vistoso a conversar con el presidente Santos ha sido, precisamente, el expresidente Uribe.

Las respuestas a la gran pregunta de la significación del “no”, ocupan a los colombianos de buena voluntad, y a mucha gente en el mundo que desea lo mejor para ese gran país, que merece el sosiego que la violencia le ha negado durante muchas décadas. Ojalá y las respuestas sean constructivas.

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