El metano, peor contaminante que el CO2
El tetrahidruro de carbono, hidruro de metilo, “gas de pantano,” CH4, o metano (del griego methy, vino, y el sufijo ano) es un gas incoloro e inodoro con una densidad de 0,657 kg/metro cúbico, un punto de ebullición de menos 162 grados centígrados y una temperatura de autoignición de 537 grados centígrados. Por lo inflamable se usa como combustible en las turbinas de gas o en la generación de electricidad. Por lo general no es tóxico, pero si entra en ignición las quemaduras del ser humano son graves. Inhalarlo puede causar asfixia, inconsciencia, ataque cardiaco y/o lesiones cerebrales. El efecto de calentamiento atmosférico del metano es ¡28 veces mayor!… que una porción equivalente de CO2. La actividad humana genera el 60% del metano emitido por tuberías defectuosas de gas y petróleo, por los humedales, por las crecientes manadas de ganado sobre todo el vacuno cuyo eructo despide metano, y por las recientemente descubiertas emanaciones de metano en las profundidades de la antártica.
Cinco permanentes llamaradas de metano arden sobre Obrekon, el centro de producción de petróleo de Nigeria, parte de un complejo petroquímico de la multinacional italiana AGIP. Y como estas llamaradas hay miles en el mundo, casi todas quemando el contaminante metano que por desgracia, entre otras cosas, es un ingrediente importante del desinfectante de manos, metanol, hoy en boga por lo del Coronavirus. De acuerdo a TodoMail “el metanol puede ser extremadamente tóxico…en el caso del uso repetido. Las emisiones de metano aumentan 2,5% en la era industrial, y ascienden 9% y más en la década que concluye en 2017 lo que significa un reto formidable… porque la Tierra se va calentando. Para fines del siglo XXI habrá de alcanzar 3 centígrados o el doble de lo que los expertos calculaban hasta hace poco, según un estudio reciente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU. Debido al calentamiento ambiental la capa de hielo que cubre el océano Ártico desciende a un nivel record ahora en julio, comparado con el de 1979; incluso deja sin hielo largos trechos de la costa siberiano-rusa.
D. Carrington, The Guardian, publica que a 10 metros de profundidad en el estrecho Mac Murdo, Mar de Ross de la Antártica, en 2011 buzos descubren por casualidad un importante brote de metano donde, recién en 2016,
una expedición de científicos observan manchones blancoides de bacteria, de hasta 70 metros de extensión, que consume metano pero desde luego no todo; la mayor parte brota, sale a la superficie y a la atmósfera contaminándola. Se calcula que hay inmensas cantidades de metano en las profundidades que rodean el continente Antártico. Un problema potencialmente grave es que a medida que la crisis climática caliente los acéanos, el metano salga en cantidades mayores y los tales microbios escaseen… lo que no es nada alagüeño para el planeta.El prof. J. Wadham, U. de Bristol, opina que “La Antártica y su capa de hielo son inmensos agujeros negros en nuestro estudio de los ciclos del metano de la Tierra, se trata de un lugar donde el trabajo es muy difícil.” En tanto que la mayoría de los expertos concuerdan que el o los ciclos del metano son muy importantes. La agricultura, el ganado que luego de comer eructa metano, y los desperdicios, emiten el 56% de metano de mundo, el 35% proviene de la producción, tratamiento y consumo de productos fósiles. El resto de una combinación de ambos que el ser humano tiene que combatir… si cavila y se da cuenta que debe sobrevivir.