El ‘Locus standi’ de Muñoz Quirós
Voy muchas veces a zaga de mí mismo,
persiguiéndome, acechándome siempre.
No veo el sentido que tiene todo este vivir
en el vacío, en el hondo pozo de mis días.
Voy, lo sé, sacrificando
todo por ser, por existir, por estar cerca
de espejos invisibles y caídos.
Frágil es el camino que no retorna nunca.
José María Muñoz Quirós
El más reciente poemario de José María Muñoz Quirós es un canto a la existencia, una reflexión lírica sobre los talentes básicos del ser humano que se reconoce, reconoce y es reconocido, sabiéndose incluso competente para representarse a sí mismo y ejercer el locus standi, es decir, el derecho a exigir la felicidad personal, la alegría de vivir plenamente, el contento de estar en el mundo. El poeta afirma que con frecuencia: “caminamos vacíos, sin darnos cuenta / de quién nace o quién muere. Somos / partícipes del incierto destino, / de las cosas que huelen a desgana. / En este juego ganamos la partida.”, y a ganador apuesta.
El libro Locus standi, Editorial Polibea, Madrid 2016, es genuina expresión de una poesía vivencial, en la que Muñoz Quirós asume por igual su allá y entonces y su aquí y ahora; dimensiones fundamentales de un existente que tiene plena conciencia de donde viene y donde está, el escritor expresa sin remilgos: “descubro lo que en mí estaba oculto / y lo que ahora reconoce su voz / en un frágil paisaje / dormido en mi memoria”.
Recuerda, invoca, rememora el poeta para que el olvido y la desmemoria – “donde yo vivo nace la nostalgia / de lo que ya se ha ido” – no avasallen al presente que desea disfrutar a plenitud. Carpe diem es el lema implícito de los versos de Muñoz Quirós, quien, a verso pleno, confiesa: “me he acostumbrado a apresar / el lento pálpito de los días / Así nos acercamos hasta el borde, / a la orilla tibia de las horas, / hasta el oculto misterio del misterio” y aconseja: “VIVE así, bebiéndote los días en el vaso del tiempo”.
El escritor disfruta enormemente de las bondades que ofrece el entorno de su existencia: la luz y su extraña presencia., los pájaros que huyen en bandada, las sombras que habitan en los páramos desnudos, la nieve blanca como el pan que sacia el hambre de todos los días, las cumbres de Gredos, el verano y el invierno, la lluvia y la sequía, el olor de la tierra, el fulgor del frío, el cauce del Tormes, el surco en el barbecho y la furtiva neblina, en fin, nuestro poeta no vive en vano, ni pasa despistado por la existencia, incapaz de saborear el placer que ofrece lo cotidiano, su emoción le permite tomar conciencia de lo que lo entorna y contribuye a definir su presencia en esta tierra.
Muñoz Quirós, en su madurez de hombre y de poeta, sabe muy bien a qué atenerse, sin aspavientos ni melindres asume a cabalidad el futuro que intuye y desea:
“Lo que espero está escrito en esa cima / que se somete a la tarde / creciendo entre las sombras. No me duele su muerte, / no me daña la pregunta / que indaga y brota en el fondo / del día cuando cesa y se pierde. / Espero que esos dedos invisibles / me desnuden el alma. No he tenido / más libertad jamás. Cuando me ahogo / en esa paz, renazco, habito / otro incierto momento. / Espero que esta altura me transforme / en el frágil silencio que me alcanza”.