El liderazgo emergente en Venezuela
Venezuela sin dudas se ha convertido en un gran laboratorio nacional, regional – a nivel de América Latina – y por supuesto mundial. De entrada valga señalarse la enorme cantidad de distorsiones, experimentos e improvisaciones que aunado a crasos errores, miopía, radicalismos, tozudez, ignorancia, irresponsabilidad e indolencia, pueden explicar el estado actual de deterioro generalizado del país, la mengua de sus campos, la merma de sus industrias, la reducción drástica de los comercios de cualquier rubro y área, y por supuesto, ese deterioro se en una sociedad empobrecida, una economía marcadamente enferma y desfasada, y en unos ciudadanos golpeados o envestidos por la miseria, las penurias, carencias de todo tipo que optan por el éxodo o diáspora, o en su defecto, asumen el vía crucis cotidiano al quedarse en nuestro hermoso y deterioro país.
No es fácil decantar los ángulos, variables y factores responsables en el deterioro exponencial de Venezuela. Sin lugar a dudas, el gobierno tiene una enorme responsabilidad en la conducción del país y en lo que hoy tristemente tenemos, y los desastres reiterados se expresan en cifras muy lamentables, en indicadores regresivos, en informes que revelan como Venezuela retrocedió en la arista o cuadrante que se quiera analizar o ponderar. Asimismo, una parte de la oposición tiene también una cuota importante de responsabilidad por sus desaciertos, su orfandad como sector, a veces su inexperiencia y también irresponsabilidad, por cierto adjetivos y atributos que comparte con el gobierno que tanto critica.
En el estudio de la democracia y la llamada calidad de la democracia es importante el desempeño que cumple la clase política, la dirigencia política en una sociedad y país y más en este mundo globalizado afectado por el covid-19. Tanto así que la calidad de una democracia se mide en parte por la calidad de su dirigencia, y este aspecto o variable es justamente uno de los aspectos relevantes de nuestra tragedia nacional. Y no es que estemos postulando que los partidos se conviertan en ordenes sacerdotales y los políticos sean castos y puros, nada más alejado de la realidad, pero lo que no puede perdonársele a un político es su desconexión con la gente, su irresponsabilidad, su indolencia e incoherencia entre lo que predica y lo que finalmente hace. En la Venezuela contemporánea el ejercicio de la política raya en lo impúdico, en la indolencia y felonía cuando las agendas de la gente por decir lo menos no están presentes en los partidos, cuando la política se transforma en mercancía sujeta a compra venta.
Si algo requiere Venezuela es de verdaderos partidos políticos, horizontales, modernos, representativos e implantados en la sociedad, y unos políticos serios, responsables que hagan política con mayúscula, que le devuelvan nobleza y sentido a la política. Sólo por poner un ejemplo y sin caer es flagelarnos o posturas apocalípticas, hoy no tenemos en todo el espectro político nacional un liderazgo y figura como la de un Rómulo Betancourt. Si algo demanda Venezuela es políticos sinceros, responsables y por supuesto un cambio.
Los partidos políticos más allá de algunas voces agoreras y apocalípticas siguen siendo insustituibles. Pero no me refiero a los partidos de Venezuela que obligatoriamente requieren un proceso de depuración y reingeniería, y no es sólo un problema entre los viejos y los nuevos. Fundamentalmente requerimos liderazgos capaces, probos, responsables que copen esas estructuras y vuelvan a darle sentido, protagonismo y direccionalidad a la lucha política, sin desconocer que en Venezuela hemos tenido un gobierno rufián que no ha respetado los cánones elementales de la democracia, la pluralidad, la ética, la tolerancia, y bien dice el adagio no se le puede pedir peras al olmo.
Este país es inmenso, grande, generoso y bendito. Por eso a pesar del paso de esta revolución y socialismo del siglo XXI que acabo con industrias, campos, con PDVSA, la CVG y Corpolec, desaparecieron a las televisoras, radios y diarios, empobrecieron a la población, produjeron daños financieros, patrimoniales, económicos, morales, atacaron como fiera enfurecida a las Universidades Autónomas, semilleros de talento, profesionales y ciudadanos críticos y autónomos, insisto, este país es tan prodigioso que no han podido doblar el gen democrático, el ADN democrático, el papel estelar de las Universidades, de sus agricultores, de nuestra Iglesia Católica y de una nueva generación de jóvenes y no tan jóvenes, muchos de ellos extranjeros, hijos de inmigrantes y otros criollos que en estos años de orfandad, polémica, éxodo, ataques y condiciones degradantes para los venezolanos y para los diversos sectores de la sociedad, sin embargo siguen apostando a Venezuela.
Esa generación tiene a Venezuela en sus tuétanos, siguen en Venezuela, siguen acá, están asumiendo un liderazgo clave y vital en la actualidad y en el proceso de transición y refundación que el país registrará. Este liderazgo emergente será determinante en la Venezuela post rentista, post petrolera, post chavista y post militarista, y aclaremos no son dirigentes políticos pero si líderes, venezolanos forjados a pulso que conocen al país, que lo recorren, que conocen los padecimientos de la gente y los requerimientos de los diversos sectores y fuerzas vivas a nivel nacional (aspecto paradójicamente ausente en la dirigencia política en el gobierno y en la oposición salvo honrosas excepciones desconectada del país nacional) y están asumiendo posturas, compromisos y retos en Fedecamaras, Consecomercio, Fedeagro, Conindustria, Colegios Profesionales, Gremios, Asociaciones y demás. No perdamos de vista como el liderazgo político, empresarial, sindicalista, universitario, religioso y demás posterior a 1958 fue determinante para un gran acuerdo nacional como fue el Pacto de Punto Fijo (satanizado en la revolución) y las figuras, organizaciones e instituciones que allí confluyeron para establecer las bases de la naciente democracia.
Los venezolanos estamos obligados a aprender de este infausto periodo y etapa que no tiene antecedentes. Fedecamaras con 77 años de actividad en las próximas semanas le corresponderá elegir a las autoridades que la regirán. El Comité Gerencial encabezado por Carlos Fernández Gallardo como Presidente (actual Primer Vicepresidente); Adán Celis Michelena como Primer Vicepresidente (que viene de una gran gestión en Conindustria); Felipe Capozzolo como Segundo Vicepresidente (que viene de una gran gestión en Consecomercio) y Cesar Guillen Lamus como Tesoro (Ex Presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Mérida) conforman un extraordinario equipo con credenciales profesionales, humanas y demás, en lo personal, aparte de conocer a muchos de ellos y de haber compartido foros y talleres durante años, podemos decir que son gente proba, profesional, con una responsabilidad y una concatenación con el país nacional que junto a su dilatada actividad y experiencia gremial (a pesar de su juventud) y sus propuestas y programas (totalmente pertinentes y responsables en la Venezuela actual), nos dan un aire de esperanza, además que invitan a que otras organizaciones e instituciones se renueven, ejerzan un liderazgo y contribuyan con un país que como nunca antes requiere probidad, capacidad, esmero y responsabilidad.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes
E-mail: [email protected]
Mientas mas se lee su texto y mas se espera en concordar con algunos de sus debatibles planteamientos romanticos, se confunde uno cuando lee: «No perdamos de vista como el liderazgo político, empresarial, sindicalista, universitario, religioso y demás posterior a 1958 fue determinante para un gran acuerdo nacional como fue el Pacto de Punto Fijo.» Es cuando dice «y demas posterior a 1958..». NO fue asi. Fue PREVIO a 1958. Por esa razon desisto de entrar a debatir varias de las premisas en las que Ud basa su optimismo. Saludos.
Excelente artículo y excelente sitio web