El largo camino de Cuba
Ver la bandera cubana alzada en Washington ha conmocionado a la prensa mundial; sin razón, claro. No presenciamos ningún día histórico como se repite, sino uno que poco cambiará la vida en la isla: los cubanos seguirán intentando ir en balsas a Miami y los exilados seguirán viajando a La Habana a visitar a sus familiares; el turismo no enriquecerá la isla porque los que la visiten no vuelven cada temporada. A España, a Santo Domingo o a Aruba, en cambio, los turistas vuelven una y otra vez. A Cuba van en un viaje sentimental, por tanto basta con una visita. Cuba representa el recuerdo; Aruba, pasarlo bien.
El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba ha indignado a algunos políticos en el Capitolio y al exilio anticastrista de Miami. Estas relaciones no se rompieron por un capricho de Estados Unidos, o de Castro, sino porque la isla apoyaba las guerrillas en el continente y en África, y Estados Unidos financiaba las expediciones contra la isla. Todo eso pasó a la historia, ya no se recuerda. Se habla del rompimiento como si hubiera sido un capricho de Washington.
El 73% de los estadounidenses aprueba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y lo mismo ocurre con el fin del embargo.
Al gobierno cubano le basta con ese capitalismo de la pobreza, porque los hermanos Castro no quieren perder el control del país, permitir que surja un poderoso sector privado que le dispute el poder. En Cuba no hay una empresa Polar ni inversiones de multinacionales, Venezuela es un país más rico pero Nicolás Maduro está empeñado en empobrecerlo solo que el petróleo sigue produciendo riquezas, aunque Pdvsa sea una empresa estancada y en decadencia, porque en vez de aumentar su producción como quiere el chavismo, cada año produce menos petróleo.
Se habla de permitir que grandes inversionistas se apoderen de los centrales cubanos, esto a largo plazo traerá alguna riqueza pero es un lento proceso y además los cubanos en la isla que conocen la industria están muriendo.
En Cuba la infraestructura sufre las consecuencias de años de falta de inversión, como comienza a ocurrir en Venezuela, donde también un sistema monetario alucinante hace que el verdadero negocio sea conseguir dólares.
En Cuba intentan rescatar los grandes escritores del exilio, ambos con el mismo nombre: Guillermo Cabrera Infante y Guillermo Rosales. Este último es un desconocido fuera de la isla pero su libro Boarding Home es una obra maestra. Dice un crítico Fundamentalmente, el autor de Tres tristes tigres es siempre un ser racional y, por lo tanto, dramático, mientras que el de Boarding Home es un personaje trágico, iluminado por la locura.
Esa bandera cubana que ondea en Washington índica el primer paso de un largo camino. No se sale del atraso de un día para otro, medio siglo ha perdido la isla gracias al socialismo y carece de la riqueza petrolera que financia en Venezuela la locura socialista y permitiría una rápida recuperación económica.
No se preocupen al ver la bandera cubana en Washington o la de Estados Unidos en la Habana. Son meros símbolos que sirven solo para llamar la atención, más nada.
Hay un sector del «turismo» que va a Cuba al que no le basta con una visita, es el de los degenerados, pederastas y pedófilos, que -también lo logran en Tailandia-, van en busca de menores de edad, de ambos sexos, con los cuales satisfacer sus aberrados gustos (que compensan con sus dólares, tan valiosos como los de cualquier otra persona, aunque la mayoría de los turistas no hace daño, como el que deriva de las visitas de estos enfermos mentales, a los que la Cuba de Fidel y Raúl dan la bienvenida). Respecto de los centrales, el Azúcar dejó de ser el primer producto de producción y exportación en Cuba, lo fue tradicionalmente y hasta que el esquema castroestalinista convenció a la mayoría de los que trabajaban en las Zafras, de que era una estupidez hacerse callos en las manos por machetear caña, mientras otros ganaban más mediante labores de represión y Sapeo, a la sombra y con menos esfuerzo. Total, y esto lo debe saber Fausto Masó, que la Meta que la falsa revolución se propuso, alcanzar los DIEZ MILLONES DE TONELADAS DE CAÑA, jamás la alcanzaron, y hoy Cuba produce lo mismo que en los años 40, menos azúcar aun, que antes de iniciarse esta vergonzosa dictadura.
Raro que no mencione Masó a Leonardo Padura, cubano que vive en Cuba, pero es intocable a pesar de que en cada libro suyo denuncia muy elegantemente las atrocidades y los antilogros de la dictadura castrista (sus libros se venden como pan caliente fuera de Cuba, es uno de los más exitosos en AMAZON). Les recomiendo sobre todo «El hombre que amaba los perros» una novela interesantísima, con mucha fundamentación histórica que desnuda los crímenes del estalinismo y su versión castrista. También «Herejes» de Padura, aunque contiene más ficción, pero mantiene su amenidad e interés de la primera a la última página.