El juego de ajedrez

Se está escenificando un juego de ajedrez, una de cuyas partidas más significativas tendrá lugar esta semana en Panamá. Se enfrentan, por un lado Obama, como un Maestro digno de Kasparov, con una estrategia muy sólida, frente a un Maduro que, más sabe de juego de perinola que de ajedrez. Con la orden ejecutiva en contra de los generales lo que hubo, en términos de ajedrez, fue un gambito que al ser aceptado por Maduro, abrió la puerta hacia un posible jaque mate. En efecto, Obama sabía cómo iba a responder Maduro y estaba más que preparado para la respuesta que este iba a dar.

Veamos el desarrollo de las jugadas: Maduro, infantilmente, dijo que la orden ejecutiva era el anuncio de una invasión militar a Venezuela. Se puso a recoger 10 millones de firmas contra Obama y a montar simulacros de operativos militares de la Fuerza Armada venezolana que, por no decir menos, fueron risibles.

La estrategia de Obama busca acabar, poco a poco, con todas las piezas que Maduro tiene en el tablero. Se propone evitar que la reunión de Panamá se convierta en un espectáculo de reproches y ataques contra los Estados Unidos y sabe que en la Cumbre sólo pueden tratarse los asuntos que están en agenda. Maduro podrá llevar listas con millones de firmas, pero con ello no logrará nada. No va a lograr nada que impida el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, ni que Obama busque captar el voto, en la OEA, de los países del Caricom.

A pesar de que el apoyo de los países del Caricom a Guyana no pueda plantearse en la Cumbre, el alboroto que produciría, si es expuesto fuera de la sede de la Cumbre, colocará a Maduro en una posición muy difícil a la hora de evitar que se diga que no defiende la soberanía de Venezuela y de que algunos afirmen que se puede estar ante una traición a la patria.

El gambito de Obama, que Maduro aceptó, tiene el efecto de que todas las piezas de Maduro se vayan perdiendo en el tablero.