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El inevitable negocio con el ébola (I/II)

En la empresa farmacéutica, al igual que en todas las que realizan investigación y desarrollo, se busca asegurar el patentamiento del medicamento, lo que le garantiza los derechos de propiedad intelectual a través del monopolio en el uso del mismo por 20 años.

Son muy escasas las empresas farmacéuticas que investigan sobre potenciales medios para combatir al Ébola y que ahora son objeto de gran interés público, como consecuencia de un posible tratamiento para la grave epidemia del virus que ha surgido en África Occidental. Los inversionistas también esperan avances concretos.

No se trata de los grandes y conocidos consorcios farmacéuticos, sino de pequeñas empresas de emprendedores apoyadas financieramente por sus gobiernos, a las que The New York Times ha calificado recientemente de oscuras.

El por qué de esta realidad

No es de extrañar, que aún no existan medicamentos o vacunas contra el Ébola. Se argumenta con justificada razón, que la industria farmacéutica no está interesada en invertir dinero en la investigación de una enfermedad que se presenta con baja frecuencia u ocasionalmente, en zonas muy pequeñas y tiene una exigua tasa de mortalidad. Este no es solamente el caso del Ebola en sus inicios, sino el de muchas enfermedades genéticas raras y de otras tropicales.

Sin embargo, el asunto no es tan simple. Las empresas farmecéuticas son sociedades comerciales sujetas a las leyes de la oferta y la demanda del mercado y, estrictamente hablando, comprometidas fundamentalmente consigo mismas, sus empleados y sus accionistas. No son sociedades filantrópicas. „Es cientos de veces más lucrativo invertir en enfermedades no-transmisibles  o en productos propios del estilo de vida de un colectivo, que en enfermedades infecciosas o en enfermedades desatendidas“, expresó Philipp Frisch, coordinador de la campaña por los medicamentos, de la seccional alemana de Médicos sin Fronteras, interrogado sobre este asunto.

Este comportamiento podría parecer macabro, inmisericorde, inhumano y bioéticamente cuestionable. Pero cuidado: las empresas son el destinatario equivocado, cuando se trata de encontrar la solución de problemas globales de salud.

El patentamiento

En la empresa farmacéutica, al igual que en todas las que realizan investigación y desarrollo (I&D), se busca asegurar el patentamiento del medicamento, lo que le garantiza los derechos de propiedad intelectual a través del monopolio en el uso del mismo por 20 años. La patente está ligada a un precio definido del producto, que le permite a la empresa venderlo con ganancias en ese lapso; a su vencimiento, las empresas productoras de medicamentos genéricos, con el mismo componente farmacológicamente activo, pueden mercadear libremente el producto en cuestión, lo que presiona los precios hacia la baja.

Esta interación no funciona en el caso de las enfermedades descuidadas (caso de la leishmaniasis visceral o la enfermedad del sueño). Si los potenciales compradores de un medicamento (enfermos o sus gobiernos) no pueden pagar por ser muy pobres, con ello se elimina el estímulo para que una empresa farmacéutica invierta en la investigación, desarrollo, ensayo y producción en gran escala de un medicamento, que requieren mucho dinero. En otras palabras: sin patente no hay droga.

Numerosos científicos y organizaciones no-gubernamentales de muchas partes del mundo promueven la separación o desacoplamiento de la relación entre patente y precio del medicamento, cuando se trata de naciones pobres y enfermedades descuidadas. Pero hay que recordar, que la modificación del sistema de patentes no depende de la industria farmacéutica, sino más bien de la política económica de una nación o bloque de naciones, estrechamente ligadas a la Organización Mundial de Comercio.

En la revista científica británica Lancet fue publicado el año pasado un informe (Pedrigues et al. 2013) que corrobora lo anterior. De los 336 medicamentos totalmente nuevos, producidos entre los años 2000 y 2011 en el mundo, solamente cuatro eran contra esas enfermedades descuidadas: tres contra la malaria y uno contra la diarrea. No había ninguno contra algún tipo de enfermedades infecciosas tropicales, catalogadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como descuidadas.

Estos medicamentos totalmente nuevos no deben ser confundidos con otros medicamentos denominados „nuevos“, que fueron autorizados por las autoridades sanitarias para su empleo en humanos, pero que en realidad ya habían sido aprobados para la terapia de otras enfermedades. Otros productos terapéuticos consistían en combinaciones (cocteles) de medicamentos aprobados. Es así, como de los 850 productos aprobados, solamente 37 (4%) eran para el tratamiento de las enfermedades descuidadas.

Alternativas para países pobres

Una forma viable de alternativa  sería a través de la creación de asociaciones para el desarrollo de tales productos, con dinero de gobiernos, organizaciones no-gubernamentales y donantes privados internos y externos y el apoyo logístico y académico de las instituciones universitarias.

En este sentido es ejemplar la organización sin fines de lucro Drugs for Neglected Diseae Initiative (www.dndi.org), con sede en Ginebra y presencia activa en siete otros países, que promueve I&D en enfermedades descuidadas como Chagas, VIH infantil, algunas infecciones helmínticas específicas y malaria, además de leishmaniasis y enfermedad del sueño. Hasta ahora ha producido seis medicamentos.

A pesar de lo aparentemente sencillo de esta alternativa, la misma sería poco viable en algunos países empobrecidos, como Venezuela, cuyo gobierno sería el primero en cuestionar tal tipo de asociación, primeramente, por no admitir la actual situación de pobreza venezolana, causada por él mismo; a ello se agregaría el temor a las frecuentes reuniones de trabajo necesarias, que serían calificadas por el gobierno de conspirativas entre empresas y grupos opositores y la también supuesta recepción de fondos privados, actualmente regulada por ley, particularmente si proviene desde el exterior. El parche negativo final sería la participación universitaria en ese tipo de asociación, según la visión gubernamental.

La epidemia de Ébola actual en África Occidental debiera ser suficiente razón para estimular el desarrollo y la producción masiva de vacunas y productos terapéuticos contra esa patología. Pero su aplicación en ese caso sería inviable, porque tal recurso no estaría disponible en las cantidades suficientes para combatirla, debido al largo tiempo necesario para su ensayo en humanos y producción en masa. En los casi cuarenta años transcurridos desde su descubrimiento, oculta a la opinión mundial, solamente han sido fundamentalmente los investigadores en ciencia básica y los militares de naciones desarrolladas los que han mostrado interés por el peligroso virus. De los militares, porque el virus Ébola tiene un definido potencial como bioarma, para lo cual no se necesita una patente.

Pero si en lugar de resolver problemas se crean otros con las propuestas de asociaciones de trabajo/investigación/desarrollo, habría la posibilidad de alcanzar los objetivos por medio de una agresiva ampliación de los sistemas de salud en los países en desarrollo, con transferencia de conocimientos y de tecnología dentro de los países (africanos) o a través de trabajo de desarrollo conjunto.

Otra alternativa puede consistir en el logro de una forma de patentes sociales de mutuo acuerdo entre empresas farmacéuticas y gobiernos de países pobres (subsidios), orientadas hacia menores ganancias por la venta del producto. Quizás entonces, en el futuro serían innecesarias expresiones, muy polémicas y ácidas pero ciertas, como las manifestadas recientemente en el diario The Independent (http://www.independent.co.uk/voices/comment), de Inglaterra, por el Prof. Dr. John Ashton, especialista en medicina tropical y presidente de la Faculty of Public Health, un cuerpo de expertos en salud pública del Reino Unido, sin fines de lucro: „Se encontraría una cura si el Ébola apareciera en Londres“.

Link relacionado:  http://analitica.com/opinion/ebola-sin-control-por-mucho-tiempo

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