El EditorialOpinión

El Grupo de Lima es trascendente

Hemos leído en redes algunas reacciones de incomprensión, y hasta de decepción, por el contenido del último comunicado del Grupo de Lima. En realidad, no deberían sorprenderse porque los 11 países que integran esa particular organización internacional hayan rechazado formalmente la intervención militar como mecanismo para resolver la crisis humanitaria venezolana.

Es absolutamente lógico que los Estados rechacen formalmente la intervención militar extranjera para resolver una situación política de un determinado país de la región, sobre todo si se toma en cuenta que, durante años, ese procedimiento fue mal usado en nuestra región para defender intereses económicos de la principal potencia del continente.

Ahora bien, una vez expresado formalmente el rechazo, ello no quiere decir que, si las circunstancias lo obligan -como de hecho ha ocurrido en otros lugares de nuestro planeta- esos mismos Estados encuentren justificativos para cualquier otro tipo de acción que conduzca al restablecimiento de la paz en la región.

El Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas establece las acciones en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión, pero en el sistema interamericano, al nivel de la OEA, no existe una providencia similar.

El Grupo de Lima, surge al margen de la OEA, por la inoperancia de la organización generada por el bloqueo de decisiones conducentes a la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela por países del Caribe unidos a Venezuela por acuerdos económicos. Y son muchas las declaraciones que este grupo ha hecho condenando las violaciones a los DDHH y al
orden constitucional que ha venido cometiendo el actual gobierno venezolano. Ahora bien, nunca ha sido la intención de esta organización sustituir a la OEA, que es un mecanismo fundamental para resolver infinidades de problemas que ocurren recurrentemente en nuestro hemisferio.

Ahora que las organizaciones inventadas y promovidas por Chávez y Lula bajo la inspiración, para no decir las instrucciones de Fidel Castro, han venido desapareciendo o son totalmente inoperantes, la tendencia será hacia el fortalecimiento de la OEA y la agilización de sus procedimientos. Y se mantendrán alianzas internacionales al margen de las organizaciones para tomar conjuntamente medidas, tales como el acuerdo anunciado por el canciller del Perú que señala que 5 países, miembros del Grupo de Lima, anunciarán ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la decisión tomada de denunciar ante la Corte Penal Internacional a Nicolás Maduro por su sistemática violación de los derechos humanos en Venezuela.

Como puede observarse, y contrariamente a lo que algunos pudieron pensar, la presión internacional no ha disminuido, sino que asume diversas formas, y algunas más y novedosas seguirán apareciendo en los próximos días y meses. Pero no se debe esperar que la solución a nuestra crisis esté solo en manos externas, los principales responsables de la solución somos nosotros, los venezolanos, y si no sabemos cómo llegar unidos a una hoja de ruta, mal podemos pensar que otros la recorrerán sin nosotros.

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