El espía que llegó de la isla
Ya no sorprende la capacidad de injusticia de nuestra Revolución ineficiente y hablachenta, buena muestra de ello es la Orden de los Libertadores que el mal llamado gobierno concedió a los cinco espías -héroes para algunos- provenientes de la Isla de la Felicidad donde quiso morir el Comandante Eterno, mientras que a nuestro espía más distinguido y conocido no le otorgan ningún reconocimiento oficial.
Me refiero a Salazar el espía, conocido por todos y todas, quien taambién era isleño, pero de nuestra ex Isla de la Felicidad, Margarita, tan ultrajada por el Proceso que ahora sí es de veras una lágrima; dejó de ser perla para no competir con la preciada Perla del Caribe tan cercana a los revolucionarios del siglo XXI. Salazar, nuestro espía más genuino y auténtico, era querido, no tenía necesidad de ocultarse ni de cambiar de identidad, no conducía camionetas blindadas sino un peñerito que le permitía ir de un lado a otro de su isla. Salazar el espía, jamás fue imputado penalmente, ni amputado civilmente, nunca se supo para cuál potencia de Tierra Firme trabajaba, y ni siquiera ha sido mencionado en una de las tantas y fastidiosas cadenas del Designado.
Creo que se le debe también otorgar a Salazar el espía la orden de marras, y que nuestros historiadores del proceso que todo lo distorsionan, hagan una exhaustiva investigación genealógica para saber su verdadero nombre de pila, para comprobar si era Cheo o Chuíto; esperamos que los resultados de esta pesquisa no sean tan exitosos como los obtenidos por la Comisión de la Verdá Verdaíta que se dedicó por largos lustros a averiguar quién mató a Bolívar, el Libertador, y que aún no ha rendido cuentas de su ardua e ineficiente labor revolucionaria.
Propongo también que a Ian Fleming se le otorgué el Premio Rómulo Gallegos post Morten y la Orden Andrés Bello en su Banda de Honor. Igualmente, sería de justicia que al espía mundial por antonomasia Bond, James Bond, se le conceda la apetecida orden en la persona de Sean Connery, quien a su muerte debe también ser honrado con la Presidencia Honoraria del SEBIN.
Por último exijo, en estricta equidad nacionalista, que nuestra Villa del Cine proceda de inmediato a filmar un largometraje sobre la apasionante vida de Salazar el espía, dirigida por Oliver Stone e interpretada por er Conde Jones, quien a lo mejor no puede, porque no firmó en defensa de su Patria el Reino de Musipán. Recordando siempre a los guionistas lo señalado por Malcolm Muggeridge, periodista, escritor y espía:
“La fantasía más ambicionada en la vida de un espía, la pérdida de su identidad, y su persecución de seudo-informaciones a través de seudo-relaciones, le convierte en una especie de héroe de nuestro tiempo.”