El eslabón sociológico perdido: «los bolichicos»
¿Cómo poder explicar esta marcha indetenible del régimen hacia el foso histórico de nuestra caída hacia la barbarie, de la mano o más bien arrastrados por los especímenes gobernantes? Porque lo primero es no engañarse, si recordamos que su gran timonel galáctico les enseñó que después de ellos solo podía venir el diluvio, la guerra, la hecatombe, porque intentar sustituirles implicaba convocar al propio tiempo al lado oscuro de la fuerza, poco menos que instalar el infierno en lo que fue nuestra «tierra de gracia», décadas atrás.
Han machacado tanto la conseja sobre que son insustituibles, que hasta hicieron socios suyos a demasiados de aquellos en quienes confiamos para rescatarnos y muy por el contrario se montaron y nos montaron en esta especie de vagón destartalado, de montaña rusa, sobre un tobogán interminable e indetenible, desde donde alcanzamos a percibir, a velocidad de vértigo, como se nos van sumando calamidades cada día y alejándose las soluciones más racionales, para caer irremediablemente en las opciones traumáticas… si, hablamos de las que resultarán de confrontaciones cada vez más cruentas, según sea la profundidad mayor que alcance la metástasis, o más bien la gangrena social-paramilitar, que prospera a medida que el Estado se hace cada vez más ausente y su segmento en el poder cada vez más forajido.
De la incontinencia diarreica del truculento discurso oficialista, del que apenas se visualiza una comprensión deformada por los medios censurados, se permite ver este curso hacia el abismo donde además del caos económico, financiero y monetario, se asoma su trama social sumida en las presiones de fuerzas centrifugas crecientes, que inducen al estallido final y que incluye por supuesto a todo lo militar, político, diplomático, institucional, cultural, y hasta lo paisajístico. Porque está implicada en esta depreciación toda nuestra sociedad, en marcha suicida hacia su ocaso abrupto, bajo la guía de sus más incapaces y depravados gobernantes y su elite de sustentación de improvisados y corruptos.
Si por lo menos gritamos ¿Por qué?, ¿De dónde viene esta especie de maldición? ya empezaríamos a resolver nuestro drama como nación, que comenzó a hacerse inviable, a menos que demos con el diagnóstico correcto, por más crudo que nos parezca y por sobre todo, que logremos la «cura de burro» que solo puede tratarse de una opción proveniente del lado opuesto del péndulo político, aunque después haya que reequilibrar para re-institucionalizar todo.
Acudir al aforismo «los países tienen del gobierno que se merecen» siendo genéricamente lúcido resulta muy insuficiente, porque reparte por igual las responsabilidades entre las víctimas y los verdugos y más bien habría que precisar que los países tienen la suerte que les asigna sus élites y particularmente su elite económica, política y militar.
El fenómeno más indicativo de cómo es que llegamos a esta putrefacción general, no puede buscarse en la imagen de una «cola» esperando el cobro de la» Misión x» en una agencia del Banco Bicentenario, de algún pueblito venezolano, donde lucen su ropita limpia mujeres desdentadas y encanecidas, envejecidas a los 40 años, acabadas, tras una vida de privaciones, de duro trabajo levantando un cuadro de hijos de diferentes padres.
Ese decorado es solo para que pueda en su nombre, «justificarse» la «revolución bonita» los Rafael Ramírez, Diosdado, Cilia/Maduro, los Chávez y diez mil otros más, tengan acumuladas fortunas obscenas en oro en barras y en dólares que saturan bancos suizos, de Andorra, de Montecarlo, de los Emiratos Árabes y sobre todo de Miami.
Pero ya es hora de diagnosticar que quienes componen este sustento «de justificación democrática» al régimen, son aquellos a quienes se les permite potenciar sus fortunas ocultas, tras grupos genéricos de los llamados «bolichicos» o la «boli burguesía» y que son los socios directos de los más grandes entre los grandes tiburones rojos, habiéndose convertido mientras tanto en el mayor hallazgo sociológico, que explica no pocas de las raíces históricas de nuestros males.
Los «boli» con sus apellidotes, que enseñaron a los rojitos a poner a buen resguardo sus fortunas incalculables, mientras se convertían en sus socios, empezando por ser prestanombres y testaferros, son sin duda el «eslabón perdido» de la especie de los «guisadores», que hicieron, antes, con algún recato, y ahora con absoluta desvergüenza, el grueso de las fortunas de la élite venezolana, a la sombra del proteccionismo del Estado, cuando no saqueando directamente del peculado bancario, financiero, Fogades, Recadis, Cadivis, etc.
La gran ironía de la historia venezolana de estos últimos 50 años es que los supuestos sepultureros del parasitismo «capitalista» a saber, los come candelas, bolcheviques, guevaristas guerrilleros heroicos, antiimperialistas etc. montaron los mayores desfalcos y robos por gandolas de billetes de dólares, contra los intereses del pueblo que estafan e idiotizan con su ideología de irredentismos sociales.
Es cierto que el capitalismo hegemónico desde hace siglos, se ha nutrido muchas veces de corruptelas de sus elites sociales, pero hay decoros que no hacen socialmente presentables modelos de delincuencia masiva, como forma de acumulación de riqueza y poder, y eso fue exactamente lo que hicieron los Chávez y sus discípulos aventajados, cuando sustituyeron nuestros capitalismo de ladrones de gallinas, del viejo régimen, si es que hubiera que compararlos, por estos desalmados saqueadores del propio Banco Central, de TODAS las divisas petroleras y del presupuesto nacional que incluye su maquinita de hacer billetes.
Aquí se sigue creyendo que los remedios son viables a través de la alternabilidad institucional en el poder y de vías pacíficas y electorales. Lamento tener que afirmar que esa es la ideología vendida con éxito por muchos años por la Boliburguesía y los Bolichicos que han mantenido viva esta enorme estafa política que nos convierte a todos, fraude del CNE mediante, en sepultureros de nuestra propia nación, para beneficio de estas elites de hoy, hermanadas con las elites de ayer, en el culto al «GUISO» como modelo casi exclusivo de generación de riqueza y cuya resultante es esta miseria general, este país quebrado y este Estado forajido en pleno proceso de estallido.
YO ACUSO FORMALMENTE a quienes sin excepción vuelven a sembrar la estúpida ilusión en salidas electorales, de ser financiados por el régimen a través de la boli burguesía, para mantener en Venezuela el único sistema de gobierno que se atreven a imaginar para nuevas generaciones, el del » GUISO» como botín de la clase política, para enriquecerse por medio de la gestión de dineros públicos.
En Venezuela ser POLITICO equivale a ser LADRON, o aspirante a serlo, hasta que no hagamos incompatible la función pública con el dolo que lleva parejo el pago del marketing electoral y las fatuas figuraciones de lidercillos, sin otro merito que exhibir con gran disimulo sus agallas para convertirse en jefes de clientelas de parásitos del Estado y agentes del enriquecimiento de los grupos económicos que representan o le apadrinan. Son todos, familia. Los más encumbrados apellidos de la vieja élite, tienen cada uno sus «boli-chicos» en esta nueva etapa de la república que pudrieron.
Ojalá logremos apartarlos antes de que sigan de lobistas del régimen madurista ante Obama, y que lleguen en el futuro a financiar al lado de los magnates rojitos, los «carros bombas» con los que querrán hacer volar por los aires a quienes nos atrevamos a hacerles devolver sus fortunas mal habidas, a los venezolanos, mediante una implacable aplicación de la ley.
Lo de los carros bombas no es un eufemismo, ya El Alsaimi debe tener unos 1000 terroristas entrenados en esos menesteres, quizá hasta haya reclutado los suicidas del caso, desde allá, en su tierra la de sus socios del ISIS, porque venezolanos para eso no conseguiría, porque aquí lo que si hay como arroz son hampones rojos dispuestos a dedicar medio tiempo a conseguir firmas contra Obama para defender a los panas, y medio tiempo a asesinar manifestantes, cobrar vacunas, y extorsionar a secuestrables. Toda una rrrevolución pues.