El drama venezolano
La ruptura del orden constitucional y democrático en Venezuela constituye un verdadero golpe de Estado continuado. Desde inicios del 2016 un Tribunal Supremo, electo inconstitucionalmente, ha usurpado todas las funciones del Parlamento, le ha entregado a Maduro poderes absolutos, en el marco de un estado de emergencia permanente, no aprobado por la Asamblea Nacional (AN). Líderes fundamentales de la oposición están presos o inhabilitados. El derecho al voto está inconstitucionalmente postergado indefinidamente y se ha incrementado la brutal represión de manifestantes pacíficos por la Guardia Nacional y, cada vez más, a través de la actuación de grupos paramilitares, que recuerdan las S.A. nazi de Ernst Röhm y los CDR cubanos. Seis jóvenes vidas han sido cercenadas hasta el momento. La oposición democrática ha reactivado su presión con una más intensa acción “en la calle”. La dirigencia democrática debería considerar otras tácticas, además de las manifestaciones masivas, que después de un tiempo no pueden seguir siendo prácticamente diarias sin que se corra el riesgo de un “cansancio”. Quizás habría que planificar, entre otras cosas, huelgas escalonadas en diversos sectores y en diferentes partes del país. En la Sociedad Civil está circulando la interesante propuesta de organizar un “firmazo”, llamado “Decisión Ciudadana”, donde millones de venezolanos solicitarían con su firma unas elecciones generales. Es muy probable que el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el gobierno, convoque las elecciones regionales, para finales de año, con la intención evidente de dividir la oposición y bajar la presión interna y externa. La respuesta inteligente es no oponerse a las elecciones, pero seguir presionando por el restablecimiento del orden constitucional violado y por tanto de todas las funciones de la AN, la liberación de los presos políticos, la apertura del canal humanitario y las elecciones generales. No hay que enfrentar a los vastos sectores de la oposición, particularmente en el interior del país, que están interesados en las elecciones regionales. Más bien hay que aprovechar la movilización de unas elecciones primarias y de la campaña para mantener la presión sobre el régimen. Además las primarias tendrían como subproducto el muy útil surgimiento de líderes locales y regionales legitimados.
Es fundamental que la presión de la comunidad internacional democrática continúe. Sería interesante que la OEA, en el marco de las gestiones diplomáticas previstas en el activado art. 20 de la Carta Democrática Interamericana, formara un Grupo de Amigos (GA), integrado por cinco o seis gobiernos, incluyendo alguno extra regional, como por ejemplo: Noruega. Hay que recordar que la Comunidad Internacional siempre privilegiará las soluciones negociadas y pacíficas, por tanto, sería quizás interesante que ese GA, aceptado o no por el gobierno, presentara un proyecto de solución negociada que podría consistir, entre otras cosas, en la siguiente secuencia: 1) Elección de un Tribunal Supremo, un CNE y un Poder Moral, aceptables para ambas partes. 2) Restablecimiento de todos los poderes y funciones de la AN, que inmediatamente podría aprobar una amnistía para los presos políticos.3) Fijación de un calendario electoral.4) Apertura del canal humanitario para la emergencia alimentaria y sanitaria. Obviamente el régimen podría rechazar el proyecto del GA, pero con costos políticos muy elevados y consiguiente aumento del aislamiento internacional, porque se evidenciaría una vez más, su falta de voluntad negociadora. Todo lo cual podría incrementar las crecientes fisuras que se advierten en el directorio “feudalizado” que gobierna el país. La transición hacia el cambio de gobierno requiere del mantenimiento y fortalecimiento de la “pinza” integrada por una inteligente presión interna y la presión externa de la comunidad democrática internacional.
@sadiocaracas