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El diálogo significa la muerte moral

La Conferencia Episcopal, el secretario general de la OEA, José Manuel Insulza, El Padre Arturo Sosa S.J., Henri Falcón, Ernesto Samper (expresidente de Colombia y ahora secretario general de Unasur), el Nuncio Apostólico, Henrique Capriles y Jesús Torrealba, el nuevo secretario general de la MUD, son algunas de las personas y/o personalidades quienes abogan con vehemencia por un diálogo en Venezuela.
La palabra tiene un atractivo poderoso. Dialogar es de gente civilizada, es la manera como se resuelven los conflictos entre gente que tiene un basamento ético común pero que no ha podido entenderse en cuanto a las maneras de hacer lo que se debe hacer. Por ello es difícil argumentar en contra de quienes abogan por el diálogo.
Pero creo que debemos exigirles a estas personas y personajes quienes aconsejan el diálogo que nos justifiquen la factibilidad de éste y  la naturaleza que debería tener, habida cuenta que están proponiendo que las víctimas se sienten alrededor de la mesa con sus victimarios.
Esto es, en mi criterio, inmoral, inaceptable, porque no se trataría de dialogar en torno a una simple diferencia de opinión, sobre asuntos de gustos o sobre diferencias en torno a procedimientos. Se trata de venezolanos honestos, por un lado, y , por el otro, de un grupo en el poder el cual ha violado las reglas del juego político y social en Venezuela, ha humillado y empobrecido al otro grupo y lo ha hecho amparado en la fuerza bruta, tal y como lo describe el Padre Sosa S.J. en reciente entrevista.
Cómo puede pedírsele al grupo victimizado que se siente a dialogar con esa pandilla, lo cual significa de entrada una validación del estatus del grupo agresor. Nos han golpeado, humillado, insultado, menospreciado y, por ello, ¿es necesario sentarnos a dialogar con los matones? Yo no puedo comprender esta actitud. Más aún, pienso que sentarnos a la mesa con esa pandilla representa una entrega de principios y valores fundamentales.
Me entristece que quienes piden el diálogo sean gente que le da a la ética un sitio predominante en la vida social: los sacerdotes. No me sorprende que el diálogo sea pedido por viejas prostitutas de la política como Insulza y Samper. Pienso que el pedido de diálogo por parte de la MUD representa una estrategia equivocada que devalúa política y éticamemte a quienes lo piden.
Pero, vayamos un paso más allá. Supongamos que hay diálogo (ya vimos el primer intento). ¿Sobre qué van a dialogar? ¿Qué puntos en común tienen los malandros con la gente honesta? ¿Le pediremos a Maduro que no sea tan estúpido?, ¿que sus funcionarios no roben más o, peor aún, no roben tanto? , ¿que no sigan endeudando a la nación?, ¿qué pueden hacer diferente a estas alturas? . Les pedimos que devuelvan sus propiedades a quienes se les han expropiado (si ello significa una negación de lo que los malandros llaman revolución) o que PDVSA sea eficiente y transparente (si ya está más allá de la salvación).
Que nos digan – quienes piden diálogo – sobre que se va a dialogar. No sería posible , por ejemplo, hacer concesiones al malandraje a cambio de la libertd de los presos políticos. Eso no sería diálogo sino traición. Y no creo que nuestros presos estarían de acuerdo con ese cambalache. Los presos deben ser puestos en libertad pero no es posible hacer concesiones a la pandilla para que ello suceda.
Le pido a quienes claman honestamente (los otros son simples oportunistas) por el diálogo, que nos digan sobre qué irían a hablar los malandros con la gente decente de Venezuela.
Un diálogo requiere concesiones mutuas pero resulta moralmente inaceptable hacer concesiones a la pandilla chavo-madurista.
Le pediría a quienes claman por el diálogo que mencionen uno solo de los miembros del régimen con quien la gente decente de Venezuela podría sentarse de buena fe. Yo les pediría que pensaran en como se desarrollaría el diálogo.
Imagínense ustedes: “Miren”, dirían los demócratas “ nosotros pensamos que es necesario que los presos políticos sean puestos en libertad de inmediato”. Y el chavismo respondería: “Bueno, podemos liberarlos, pero necesitamos inmunidad para Nicolás Maduro y su gabinete, no podremos ser procesados por nuestra actuación”.
Y, entonces, cuando este toma y dame comienza, el diálogo se convierte en negociación. En ese momento, los honestos han entregado sus principios y sus valores.
Miren, todos: la libertad y la dignidad no se negocian. Si hay que luchar por obtenerlas, hay que hacerlo. La paz a cualquier precio es inaceptable. Basta de este clamor por un diálogo que solo llevaría a la muerte moral de la nación. Pongámonos de pié de una vez por todas.
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2 comentarios

  1. Sumamente acertado. Con malandros, criminales, ladrones, mentirosos, no se discute. Una vez que estén en la carcel, todo comenzará a estar en su lugar.

  2. EXCELENTE. El único ´´dialogo´´ viable con esos señores es cuando firmen el ´´armisticio´´ y entreguen el poder incondicionalmente. Ni mas ni menos.

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