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El diálogo interior: creador de tu experiencia de vida

Creo recordar que fue en una conversación entre Jordan Peterson y Sam Harris, donde éste último mencionó que, si pusiéramos un micrófono para que otros pudieran escuchar las voces que resuenan en nuestra cabeza, los que oyeran pensarían que estamos completamente locos. Una nota curiosa, Woody Allen se hizo famoso por hacer eso mismo en los personajes de sus películas (Annie Hall – 1977).

Esa voz que resuena en nuestra cabeza tiene la facultad, para los que no conocen la dinámica de su consciencia, les asegura que lo que están pensando es absolutamente cierto. Por ello las personas se molestan, pelean, o los grupos sociales se desquician con una persona o por un evento… algo que vimos con claridad en los selfies de demócratas reaccionando al triunfo de Trump el pasado 6 de noviembre en Estados Unidos. Por ejemplo, cuando alguien me mira de una manera que interpreto cómo XY, mi pensamiento “confirma mi percepción”, estamos completamente seguros de que leímos el pensamiento de esa persona y “sabemos” qué piensa o siente… y por consecuencia, reacciono.

El dialogo interior es la oración o plegaria más común en todos nosotros, reafirma el ídolo que hemos modelado de nosotros mismos: quién creo que soy. Creemos que mis sentimientos y mis ideas son las absolutamente ciertas, que yo y lo que quiero son lo más importante. La plegaria de mis pensamientos adora esa “idea” y así yo experimento la vida que vivo; y SÍ, quiero decir ADORA: rinde completa devoción y veneración. Resistimos lo que sentimos que nos es adverso, buscamos lo que sentimos nos da placer, nos satisface, siempre. Esto lo hacemos a diferentes niveles, es una dinámica que se repite una y otra vez sin que nos demos cuenta de ello, aun cuando hemos alcanzado cierta libertad… a la ‘libertad’ que me refiero no es económica, sino emocional y personal.

“En una finca, siempre hay trabajo y cosas que hacer y arreglar,” tú eres una gran finca; es tu trabajo sembrar buena semilla, cuidarla y protegerla de las malas hierbas, para luego recoger una cosecha abundante que te sostenga. Sin embargo, por ignorancia resistimos recoger la cosecha de los errores que hemos sembrado en nuestras vidas y por ello no avanzamos, somos arrogantes en innumerables situaciones… con respecto a ello, es sugerente e inspirador la regla de Jordan Peterson: “Ordena perfectamente tu casa antes de criticar al mundo.”

El dialogo interior cambia cuando yo cambio

… y yo cambio, modelando el dialogo interior.

Por todo lo reflexionado en los artículos de este Ciclo, tenemos acceso a través de nuestra consciencia a la Fuente Constituyente que afianzo el orden y la estructura de todo el Cosmos, el origen y fuente de lo Bello, lo Bueno y la Verdad. Como consecuencia de que la realidad la percibimos por capas, que profundizamos en ellas sólo mientras aceptemos nuestras inconsistencias. Hay una realidad muy profunda que es fuente de todo lo que existe y que, nos confiere la materia prima de nuestra humanidad, capaces de escoger, capaces de reconocer nuestras fallas y dónde sólo nos movemos por nuestras decisiones… no por la naturaleza o el instinto. Somos seres religiosos, es decir, anhelamos hacia la máxima conexión y plenitud de nuestro potencial, hacia el valor supremo que me completa. Por eso ambicionamos ser felices o alcanzar grandes metas; pero no podemos desconectarnos de la Fuente Constituyente de todo, SIN ELLO somos un platillo que suena en el desierto, CON ELLO eres parte de una gran orquesta tocando la partitura que nos eleva a todos al cielo.

Al igual que en la naturaleza emana interiormente el ímpetu hacia la integración y la interdependencia para ampliar un orden y una abundancia de recursos para todos, en nosotros está queriendo avanzar nuestra individualidad hasta explotar en majestuosidad del Ser que puedes llegar a ser… pero no lo puede hacer sin tu colaboración.El diálogo interior es una plegaria… tú decides si es para perpetuar al ídolo que has formado de tu personalidad o si es para despertar todo el potencial que puedes llegar a ser.

El próximo martes…

La Plegaria que apunta al cielo

Hay al menos tres elementos fundamentales para el crecimiento y desarrollo sostenido en un ser humano: la disciplina, la humildad y el agradecimiento. Con tu determinación en sostener estos tres fundamentos, descubrirás la estrecha apertura al inmenso potencial que puedes llegar a ser; abrirás los ojos y tú mismo lograrás entender por qué siempre debiste ser agradecido.

EL PUNTO a la i

El historial de la columna está en cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.




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