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El derecho de gentes

No hay vainas, con su más reciente intervención en la OEA, el primer yerno, quien funge de MinPoPoExteriores del régimen (que no de Venezuela), lo que hizo fue darse el auténtico tiro en un pie.  El lenguaje camorrero, insultante, no solo no logró atraer votos favorables para los intereses que representa sino que, por el contrario, realizó el milagro de que algunos países que siempre habían apoyado las posiciones de la delegación venezolana —que, reitero, no son necesariamente las que convienen a Venezuela, sino a Cuba— saltaran hacia el otro lado, o por lo menos se abstuvieran.  Logró solo tres piches votos.  Y eso, de países que reciben substanciales dádivas de Nikolai —dineros que más bien debieran ser empleados para mitigar el hambre y los padecimientos de los venezolanos.  Pero ellos son así, no les importa el sufrimiento de sus paisanos con tal de complacer a su adorado hegemón cubano y lucir una fachada de munificencia en la escena internacional.  La típica luz para la calle y oscuridad en la casa.

Pero esta vez, con quien ha escalado posiciones desde hace veinte años por haberle vendido la bragueta a una de las herederas de Boves II, se fundió el bombillo de la calle también.  Cómo será que países hasta ese día adictos —y cuidado si incluso secuaces— como Haití, Nicaragua y Ecuador prefirieron abstenerse.  La gaffe de Arreazita logró algo increíble hasta ese día: que la Republica Dominicana dejara su habitual postura a favor del ilegítimo y su combo y votase a favor de la resolución que contiene medidas punitivas contra estos.  No podía ser de otra manera para los Estados que tradicionalmente mantienen posturas serias en sus relaciones con otros.  Eso de llamar “Ministerio de Colonias” a la OEA no ofende a Almagro y a la superestructura de la organización solamente.  Afrenta a todos los representantes de los Estados miembros: les está acusando de haber sido colonizados, de ser lacayos.  Se cumplió el refrán: “cachicamo diciéndole al morrocoy conchúo”.  Porque si hay alguien que le abrió la puerta de par en par a unos invasores que habíamos sacado con el rabo entre las piernas en los sesenta, fue el muerto que está en el CDLM (Cuartel de la Montaña, no sean mal-pensados).  Y sus conmilitones lo que han hecho es agravar esa colonización.

Bien dada, entonces, la paliza verbal que le propinó Roberto Ampuero, el canciller chileno —comunista en su juventud pero que vio la realidad y enmendó, profesor en universidades serias del primer mundo, escritor prolífico y pare usted de contar.  Con elegancia, sin rebajarse a la enanez del MinPoPoExteriores criollo, pero con contundencia dejó claro ante el hemisferio completo y más allá, de qué lado están la razón y la verdad.  Y los buenos modales, que son esenciales en las relaciones diplomáticas. No en balde, el derecho internacional también se le conoce como ius gentium, “derecho de gentes”

Y pensar que “Arreaza” ha sido un apellido caraqueño serio, respetable, toda la vida.  Gente con prosapia, abolengo de mucho tiempo.  Hasta que apareció este representante que está dejando quedar muy mal esa estirpe.  Pero es que las malas maneras, la brusquedad en el trato y la ordinariez en el decir se contagian.  Y su suegro era el más célebre cultor de la mala educación impostada.  El insulto y las patadas verbales eran lo suyo.  Porque le servían para ganarse la aceptación de la masa ignara que tanto abunda lamentablemente.  Y como los votos no se pesan sino que se cuentan…  Si lo sabrá bien el régimen desde hace mucho, y por lo cual busca el voto de países como Grenada y Dominica que, sumando menos de 200 mil habitantes entre los dos, neutraliza los de Brasil, con más de 200 millones, y México, con más de 100 millones.

Todos cuantos estaban en la periferia del pitecántropo sabanetense se contagiaron de sus malos modales, que se han convertido en una especie de leit motiv que ha permanecido en el jetabulario oficial desde hace veinte años.  Rebusco y rebusco y no encuentro a nadie de la nomenklatura que pueda mostrarse como considerado en su trato, cortés en el hablar, habituado al buen decir.  ¡Qué ni el atildado Chaderton se salva, pues!  Porque no puede olvidársenos el símil que empleó sugiriendo como sonaría una bala en el cráneo de un opositor.

La única destreza que ha demostrado Arreaza en estos últimos veinte años es en eso de saltar de ministerio en ministerio; suelta uno y agarra otro.  Pero en ninguno de ellos se le recuerda por algo notable, importante, indeleble, que haya hecho.  Solo como el tipo logrero que ascendió a punta de braguetazos.

En todo caso, por culpa de él, el país corre el riesgo de que se cumpla lo que ya hace más de siglo y medio advi9rtió Lord Coleridge: “No puede existir un derecho internacional si no hay una fuerza internacional que lo haga cumplir”.  Porque hay diecinueve países dispuestos a que, “si las gestiones diplomáticas resultaren infructuosas”, se adopte “las decisiones que estime apropiadas (…) conforme el derecho internacional”.  Eso, por donde se le mire, suena ominoso y no auspicia nada favorable (ni conveniente) para Venezuela…

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