El derecho a detener como sea la barbarie
En etapas históricas excepcionales, que a veces se reducen máximo a una década o dos, en el decurso de la vida de muchas naciones, les ha tocado enfrentar los dilemas de continuar existiendo o no, dentro de parámetros de sociedad civilizada, o en proceso de querer serlo, y tienen que recurrir, lo deseen o no a la confrontación abierta, incluso por medio de la guerra intestina, que representa el último recurso conservador del orden, para precisamente evitar sumirse en el caos disolvente o su equivalente, vivir bajo el imperio de una clase, estamento o camarillas gobernantes portadoras de la retrogradación social en todos los aspectos.
Con el paso de la décadas y sobre todo al hacer un exhaustivo balance histórico, es como puede entenderse, por ejemplo, la solución Pinochetista para Chile en 1973, cuando el gobierno socialista comunista de Salvador Allende llevaba a esa nación a la anarquía, reventando todo el tejido social que estaba fundamentado sobre una economía que estalla al ser saturada de controles estatistas y factores disolventes, que generaron la ruina de la producción y comercialización de todos los insumos de producción y consumo directo y arrastró por supuesto la moneda, como equivalente de valor, hasta su casi inutilidad híper-inflacionaria.
Muchos consideran discutible si Pinochet en los primeros años de su dictadura, con el estamento militar corresponsable, discurrió por intentos frustrados de soluciones que resultaron artificiales frente tamaño y profundidad de la crisis económica, lo que le obligó corregir sobre la marcha (como la nacionalización de la banca) y si se puede considerar también legítimo, seguirse preguntando – tomando partido, neutral o condenatorio- sobre si se empleó de forma desproporcionada el terror y violencia de Estado, para contener la anarquía, y sobre todo para derrotar la subversión planificada de los militantes revanchistas del gobierno depuesto, cuando se conoce por confesión en privado, del propio General Pinochet, que admitía que durante varias semanas, sencillamente se perdió el control de todo, es decir que hasta las propias Fuerzas Armadas que intentaban controlar y corregir el desmadre nacional provocado por la crisis, se sumió ella misma en el pandemónium reinante.
En otro escenario los peruanos van a dejar morir preso al ex presidente Fujimori porque creo que quieren matar un mal recuerdo de su dictadura, pero pocos se detienen a pensar que Perú sigue vivo como república gracias a su política de exterminio contra «Sendero Luminoso» la guerrilla masiva de orientación «maoísta» y «polpotiana» e incluso contra su base social, en las comunidades indígenas de los andes, hundidos en el mayor atraso, así como contra las guerrilla guevarista MRTA de mayor peso urbano.
Había estudios muy serios, se dice, del propio Departamento de Estado de USA, que pronosticaban el triunfo, a pocos años plazo, de la guerrilla senderista, que de haber triunfado, hubiera hecho aparecer el chavismo, el castrismo y el allendismo, como juegos de niño.
Fujimori fue el recurso extremo que se dio la sociedad peruana para revertir el seguro destino a la barbarie. Y eso es una constatación irrevocable de la historia reciente, así los peruanos se avergüencen del «Chino» cómo los chilenos de Pinochet.
Puedo seguir con la lista y apenas enunciar a Banzer Suarez en Bolivia 1971, Uribe Vélez Colombia, Betancourt 1961-63 en Venezuela, más emparentado con Uribe que con las dictaduras militaristas del cono sur.
De Argentina recordaremos siempre los desastres económicos de los gobiernos militares, entregados a la orgia especulativa de la llamada «Patria Financiera» y nunca se olvidará la siniestra cadena de crímenes contra los miles de desaparecidos, torturados y d exilio masivo. Esta será siempre la imagen de marca de esas dictaduras, pero cabe preguntarse alguna vez donde estaría Argentina si los Montoneros, la guerrilla terrorista, antes del Cartel de las FARC, más rica numerosa y preparada en la historia latinoamericana, hubieran asaltado el poder.
Quienes conozcan de paradojas latinoamericanas retendrán la historia los Montoneros argentinos que llegaron por fin a la Casa Rosada 30 años después, pero para hacerse ricos como los chavistas, a su vez herederos espurios de aquella guerrilla que derrotaron Betancourt y Leoni.
La nueva oleada del izquierdismo malandro, ahora depredador de rentas del Estado convirtiéndoles en ricos potentados, como los del Lulismo brasileño, los sandinistas Nicas etc, tienen portentosos logros individuales en el tuerto Kirchner y su inefable heredera Cristina, cuando ya sus «Montos» eran solo un mal recuerdo. Igual ocurre con el viejito Mujica que NO ES ladrón, pero antes fue el temible terrorista Tupamaro y ahora figura bonachona del izquierdismo atemperado uruguayo, aunque nos debe, tener en común con los Kirchner y Lula haber, sido soporte chulo de nuestra calamidad chavista.
Este tema tiene mil ángulos porque no hay nación que escape al axioma histórico que me atreví a colocar al principio, sobre que en demasiados países a lo largo y ancho del planeta les toca, en cualquier etapa, emprender una lucha nacional para buscar o salvar la identidad, el derecho a querer ser o querer seguir siendo un país normal.
Llámese guerra civil española, o guerra de secesión norteamericana, Plan Colombia, Perestroika, o mil maneras de expresarse equivocadamente o no, el deseo primario de los ciudadanos de cualquier nación es arreglar sus entuertos históricos y trazarse nuevas metas que reconstruyen su destino.
Algún listo rojo puede aprovechar esta tesis para meter de contrabando que Chávez era una necesidad para Venezuela, dado el impase histórico que se heredaba de la malhadada Cuarta República. Nuestra respuesta inmediata, a esa presunción de obtener legitimidad histórica para un fenómeno político anarquizante y socialmente lumpen subversivo, es que esa propuesta política del chavismo más bien expresó el punto de desarrollo de mayor decadencia o descomposición que habiendo hecho gangrenar lo que ya estaba descompuesto ahora obliga a la gran rectificación histórica en la que entraremos en semanas, o meses. Queda por saber el costo y la profundidad de las correcciones, que fatalmente se medirán en número mayor de víctimas de la descomposición social y paramilitar que son y serán directamente proporcionales al daño que siga acumulándose en estos plazos.
Por la postergación, más allá del límite racional de ese desenlace, por lo pronto nos cuesta un promedio de 2000 muertos mensuales que caen a manos del hampa impune verdadera excrecencia social extrema del lumpenaje desenfrenado liderado por los «colectivos» hamponiles de Maduro-Bernal.
En todas las crisis que puedan enunciarse, el factor siempre determinante en la solución o en la regresión conflictiva son las Fuerzas Armadas. Esta solución necesaria, a veces con costos impresionantes, se da incluso cuando estas estallan y una facción de ellas alcanza la victoria total contra la otra facción. Lo deseable y esperado por supuesto es que quien resulte ganador lidere el factor progresivo que defienda el orden social, debiendo primar el que sea más representativo de las aspiraciones generales.
Damos ya por sentado la absoluta comprensión, muy perceptible para la inmensa mayoría de la población, que el país llegó a un punto de NO RETORNO de una crisis económico social en plena profundización hasta niveles de barbarie. Es lógico entonces admitir que nada impide ya que este modelo de régimen y de Estado colapse, en semanas o meses.
Es extremadamente lógico contra toda evidencia respecto a la apariencia y discurso público del medio militar venezolano, que la solución de esta crisis dependerá de la intervención de las FFAA, sea expulsando el régimen a la manera pinochetista o estallando en dos o tres componentes, que lucharían entre sí con un saldo alto de víctimas y donde la victoria nítida de un bando es obligatoria por cuanto es impensable una negociación que mediatice las opciones, o una vuelta atrás que implicaría sobrevivir sobre un status-quo inviable.
Otra discusión que deberá hacerse sobre la marcha, es sobre cómo quedan inhabilitados, para influenciar este proceso de ruptura, todos los que han apoyado esta cohabitación con el régimen chavista o quienes suponen que de esto pueda salirse sin un trastrocamiento profundo de hasta los cimientos socio político y militares del propio Estado e incluso de buena parte del tejido social. Esto último, para ser explicito, tiene que ver con desestimular propuestas de «liderazgo de reconciliación» motivados desde grupos económicos tradicionales que pretenden sencillamente metamorfosearse para volver a los viejos privilegios anteriores a la época chavista.
Por otra parte es ya necesario dejarles claro a liderazgos de las naciones latinoamericanas, cuyos gobiernos se hicieron celestinos del chavismo por intereses mezquinos que les defenestramos a sus socios porque para nosotros son un régimen de destrucción nacional y queremos recuperar una vida y poder compartir con ellos relaciones normales. Las naciones amigas deberán comprender que no podremos lograr tales objetivos sin la reducción drástica, por cualquier medio del hampa animalizada masiva, hasta neutralizar sus impresionantes consecuencias contra las familias, sus bienes, el hábitat urbano y rural y mil otros factores. No estamos pidiendo permiso para hacer lo necesario, les estamos planteando la gravedad de nuestro drama social para que no se sientan tentados a andar de consejeros e injerencistas luego de 17 años de complicidades con nuestros opresores.
Enunciamos este tema porque ocurre que el hampa venezolana, incluso en primera línea el hampa política, a diferencia de fenómenos izquierdistas temperados, ahora en el poder, como el allendismo chileno o incluso los «Tupas» y «Montos» dulcificados y ejerciendo el gobierno de Uruguay y Argentina, el chavismo se convirtió para los venezolanos en algo que ustedes jamás podrán entender, si nos atenemos a su tradicional y actual alcahuetería, para con esta empresa antinacional del izquierdismo venezolano, coludido plenamente con el hampa más salvaje, que es usada como elemento de control social para sostener el régimen rojo.
Las élites de poder en América Latina deberán saber, antes que suceda lo que fatalmente sucederá, que nuestro obligado primer reflejo CIVILIZADO del pueblo venezolano y la facción de las FFAA es salir como sea de este camino a la tronera de la barbarie y los que más nos entenderán serán los hermanos chilenos.
Aquí se deberá enfrentar vigorosamente, a una escala nunca vista, el hampa social y el hampa roja coludidas, inextricablemente unidas, que por añadidura pretenderán conservar el poder de Estado, con métodos terroristas y medios de acción nunca vistos, si es que emplearan, como se presume, las cuantiosísimas fortunas de miles de millones de dólares, saqueados por sus jefes con ayuda de los cuales pretenderán prevalecer a sangre y fuego. No hay prevención auto limitada, contra esa escalada, que no parta de TODA clase de medidas que nos puedan precaver contra los financistas y líderes de esa cruzada terrorista.
Al explicar esta perspectiva aprovecho para hacer visible que es tal la profundidad de las correcciones necesarias, para volver a tener país y para imaginarnos un futuro de progreso sostenido, que quizá es por ello que tarden los desenlaces, que implican realineamientos sociales, políticos y militares muy profundos.
Vivimos una paradoja dramática que está medida en el hecho que mientras mayor y peor es nuestro drama, vemos posponer aún más la acción de las elites de poder de facto, en particular las FFAA, que debería ya haber puesto freno o destituido el gobierno madurista convertido en factor centrifugo-demencial de la nación en proceso de ruina.
Esto implica no entender los alcances del daño que se acumula a velocidad de vértigo, y la sinrazón de haber sido tan indiferentes, lo que se mide en que demasiados miembros de nuestra elite económica más bien han tendido a la rendición, vendiendo o dejando perder sus bienes y hasta han renunciado a la nacionalidad, antes de preferir asumir y más aún aupar la confrontación.
Dejo pendiente el tema de cómo esta urgencia venezolana, de salir cuanto antes y como sea de esta tiranía del hampa política roja, está íntimamente relacionado con los intereses de las elites políticas de USA y Colombia, que nos interesa sobremanera sensibilizar para que nos entiendan y ayuden, así ocurra que el resto de América nos dé la espalda. La rebelión brasileña contra los principales alcahuetes del chavismo en el gobierno de ese gran país vecino es de innegable concurso, no en la solución de nuestro drama, sino en la aspiración a que si no nos ayudan no intenten meterse.