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El debate de la desigualdad social Vs. Capitalismo-Comunismo

Miguel Molero
La experiencia nos enseña que en todas las grandes crisis economicas que se han producido desde la Segunda Guerra Mundial se han elevado los niveles de desigualdad social mientras la movilidad social se ha estancado.
El problema de la desigualdad social se le atribuye generalmente al desarrollo capitalista, mientras que otros son del criterio de que los regímenes comunistas al interferir la libertad de mercado, las libertades públicas y la destrucción de las instituciones democráticas, conspiran contra el desarrollo económico y la movilidad social.
Intentemos discutir muy capsularmente estos puntos de vista.
El análisis del fin de la Guerra Fría y el derrumbe del muro de Berlín en 1991, es importante investigarlo en profundidad a la luz de esta  controversia y la lucha que hoy se escenifica por un Nuevo Orden Mundial.
Empezemos por decir, que después de 1991 la movilización anticomunista prendió con mayor fuerza en los campos de la política cultural de varios países occidentales, que declararon el Fin de la Historia (Franci Fukuyama) proclamando el triunfo definitivo del Capitalismo y de los EE.UU. mientras daban por terminado el fin de la URSS puesto que efectivamente está  última se desintegró.
27 años después de éste acontecimiento el debate por la desigualdad social ha tomado un interés inusitado en todos los intelectuales de los EE.UU. cuando anteriormente este  tema les importaba un comino cuando la desigualdad era en otros países. No fue hasta la crisis del 2008 cuando se dió la mayor trasferencia de riqueza en la historia reciente cuando los intelectuales estadounidenses comenzaron a preocuparse por la desigualdad pues, parecía que a partir de1991 había triunfado la tesis de Friedrich Von Hayek en torno al marxismo y la adopción teórica definitiva del liberalismo económico y la desaparición de los conflictos de clase.
La desigualdad social es hoy un tema central en el debate político, social y económico, aunque a veces se intente marginar dentro del debate técnico sobré la «eficiencia económica».
Para el profesor Branko Milanovic (de la City University de Nueva York) hay dos procesos que ayudan a incrementar la importancia de la desigualdad a escala mundial,
1) la toma de conciencia de la diferencia de ingresos.
2) la inmigración, para él las diferencias de ingresos entre países es una da las variables que alimentan las migraciones creando problemas muy serios entre los países.
Joseph Stiglitz se muestra en desacuerdo con aquellos que plantean que la desigualdad es un problema político y no económico a los que llama fundamentalistas del mercado. Dice Stiglitz; que la razón de que la mano invisible parezca invisible es que no existe, y agrega: «sin regulación e intervenciones estatales apropiadas los mercados no conducen a las eficiencia económica, sino a las desigualdades en un mundo en que todos son sensibles al riesgo, pero indiferente al destinó». Quiere decir esto, que el capitalismo es la causa de la desigualdad social y la pobreza? pues de ninguna manera, el problema es mucho más complejo y comenzó desde 1930 y continúa en estos días dentro del debate por un NOM.
Desde 1930 John Maynard Keynes y Friedrich Von Hayek entrabaron un debate sobre el papel del Estado en la política económica.
Hayek parte de la creencia de la fuerza estabilizadora del mercado y se enfrenta a Keynes que en 1923 publica su ensayo sobre la reforma monetaria donde centra su análisis en la inestabilidad intrínseca de las economías capitalistas.
Keynes aparece primero que Hayek en el debate económico en 1919 con su libro «Las Consecuencias Económicas de la Paz», en el que presentó una dura crítica al revanchista tratado de Versalles. Donde mostró que Alemania no soportaría las reparaciones de guerra impuesta por los vencedores y que la inestabilidad política sería uno de sus resultados.
En el contexto actual de la imposición de medidas de austeridad fiscal impuestas por el FMI y el BM (véase la actual situación de Argentina y algunos países de Europa) las críticas de Keynes habrían de ser consideradas pero hay quienes se empeñan de tratar de demostrar que estás medidas de restricciones fiscales son inevitables para la recuperación.
En 1923 Keynes publicó su Ensayo sobre la reforma monetaria, en el que sostuvo que los cambios en la cantidad de moneda podían inducir una expansión o una contracción de la actividad económica al generar incertidumbre sobre los precios futuros. La conclusión era clara: se necesitaba una política monetaria activa para estabilizar el nivel general de precios. Pero Hayek concluyó que una política monetaria podía disfrazar tendencias inflacionarias y aquí comienza la larga e importante controversia entre Keynes y Hayek.
La polémica entre Keynes y Hayek se agudizó en 1931, cuando salieron publicados dos de sus libros. Precios y producción, de Hayek, y el Tratado sobre la moneda, de Keynes. Donde se perfilaba el duro contraste entre las posturas de los dos autores. Hayek sostenía que el incremento en el ahorro traería consigo una mayor inversión en bienes de producción. En cambio, Keynes argumentaba que un incremento en el ahorro podía traer aparejado una contracción económica si no iba acompañado de expectativas favorables a la inversión.
Para Hayek, el análisis de Keynes conducía a una de las peores herejías: el desequilibrio entre ahorro e inversión no podía ser corregido por las fuerzas del mercado. Esto significaba que no existía un mecanismo corrector capaz de rectificar las posibles disparidades en una dimensión tan importante de la economía. Para Hayek lo peor era que esa conclusión podía generalizarse a toda la economía: y no habría ningún mecanismo endógeno capaz de mantener el equilibrio entre oferta y demanda.
Dentro de está controversia entre Keynes y Hayek surge en 1932 Piero Sraffa (un discípulo de Keynes en Cambridge) quien formuló una dura crítica a Hayek sobre el papel que este último le atribuía a la «tasa natural de interés».
Luego de está crítica de Sraffa, Hayek no volvió a escribir hasta que pública el libro que lo consagró «El camino de servidumbre» done define con total claridad su signo ideológico, al formular que toda intervención gubernamental es un embrión de socialismo totalitario o de fascismo. Pero Keynes le señala que el fascismo no había sido el resultado de una excesiva injerencia del gobierno en la economía, sino del desempleo y la inestabilidad del capitalismo.
Hayek sobrevivió a Keynes y pudo continuar durante su larga vida la defensa del libre mercado y su capacidad de autoregulacion.
El debate entre Keynes y Hayek nos permite preguntarnos si sera sensato que al nivel al que llegado la desigualdad social en el mundo, sea posible continuar permitiendo que el capitalismo de libre mercado continúe marcando la preminencia de la política económica, o sera necesario tomar en cuenta una de las conclusiones de Keynes segun la cual el mercado no estaba en condiciones en momentos de crisis de generar  automáticamente el pleno empleo y que por lo tanto durante las crisis económicas podrían producirse largos periodos de paro a gran escala lo cual hacia necesario que el Estado a través de la inversión pública interviniera para aumentar la demanda agregada de bienes y servicios.
Keynes además, estaba convencido de que la libertad personal era un requisito insustituible para que una sociedad prosperara y que para ello era importante que el mayor número de gente tuviese trabajo pues, era la manera más segura de mantener la independencia de pensamiento y acción que consideraba garante de la verdadera democracia.
Hayek por el contrario a través de su obra fundamental «Camino de servidumbre» decide emparejar al fascismo con el socialismo y el comunismo como formas de adrentamiento hacia el colectivo el cual  segun él, dependen de argumentos y tácticas similares para minar los tipos de instituciones que hacen posible la libertad. Hayek argumentó que el Nacional-Socialismo de Hitler en Alemania era efectivamente socialista y vió la filosofía nazi como la «culminación de una larga evolución de pensamiento» que había nacido hacía más de un siglo, en la que los socialistas despreciaban los debidos procesos de ley, las tradiciones y el mercado, en favor de la búsqueda directa de «resultados».
Antes esto Keynes le respondió recordándole que el auge del nacionalsocialismo estuvo alimentado no por un Gobierno de gran tamaño sino por el paro a gran escala y el fracaso del capitalismo.
Las ideas keynesianas se mantuvieron durante la posguerra pero, hacia mediados de los años setenta, especialmente en Octubre de 1973 cuando a raíz de la guerra de los países árabes e Israel conocida como la guerra de Yom Kippur, en todo el mundo se produce una caída del crecimiento económico, con un aumento de la inflación y del desempleo, una inestabilidad monetaria, crisis en la bolsa, cierre de empresas y empobrecimiento general de las clases medias y bajas. Combinaciones que durante la posguerra se consideraban imposible.
Está situación fue aprovechada por Hayek y por Milton Friedman para a hacer ver al mundo que la era de Keynes había terminado y que de ahora en adelante sería la política monetaria y no la fiscal la principal herramienta para recuperar la economía. Situación esta que quedó patentada en los EE.UU. en 1994 cuando los Republicanos decidieron reducir el tamaño del Gobierno del Presidente Bill Clinton mientras que la Reserva Federal (FED) presidida por Greenspan toma decisiones de política monetaria que llevaron al mercado financiero al paroxismo de la especulación financiera que hizo que el semanario Business Week,  señalara que el sistema financiero de los EE.UU. era un  «Casino Society» donde los paquetes de acciones cambiaban de propietarios de manera vertiginosa por mera especulación.
Pero no son sólo los especuladores profesionales quienes se llevan una parte de este sustancioso negocio. A su lado, con un importante papel que desarrollar, están los que actúan como asesores, de entidades financieras reputadas cuya única misión es recomendar las vías que seguir y prepararles todos los pasos legales a importantes coorporaciones, es así como empresas que fueron adquiridas en 1980-1981 y vueltas a vender en 1983 llegaron a proporcionar unos beneficios de 10 dólares por cada uno de los que se invirtieron en el acto de la compra.
Según Busines Week el uso y el abuso de la especulación alcanzó niveles tan desporcionados que desboco el déficit estadounidense, hasta niveles impensables en años anteriores.
Que llevó a que la deuda acumulada por familias, corporaciones, y por el propio Gobierno. llegara hasta unos niveles récord desde la posguerra: 7,1 billones de dólares en 1984, a un ritmo mucho más rápido, que el de la propia economía estadounidense.
En la administración de Bill Clinton se generó la burbuja de las punto com. Pues resulta difícil entender dicho superávit fiscal sin la euforia económica generada por dichos procesos, alimentados desde la Administración y la Reserva Federal.
La solución a cada crisis siempre era la misma, más madera monetaria y bajada de tipos de interés.
Los economistas liberales desde mediados de la década del 70 apelan a la banca central para combatir la recesión manejando la tasa de interes, a los fines de incrementar el gasto familiar para compensar la caída de la inversión privada estimulando así la demanda agregada por la vía del consumo.
 La Fed responde con contundencia; hay que incrementar el gasto familiar para compensar la languideciente inversión empresarial
Ya por allá por los años de 1776 Adam Smith escribía que en un periodo de grave crisis económica el incremento de la oferta de dinero y de la deuda por créditos (que, según él, amenazaba con una cadena de bancarrotas) en respuesta al declive de las tasas de beneficios, traía lamentable situaciones economicas.
Fue así como en la crisis de 1991 producto de la depreciación del dólar del año 87, a alguien se le ocurrió la idea de otorgar tarjetas de créditos a todo el mundo con lo cual se «popularizó» el crédito y la gente empezó a consumir lo cual se fue pagando a base de una deuda creciente de la población.
Nuevamente en el 2002 se presenta una nueva recesión que coincide con lo de la burbuja.com y una vez se recurre al endeudamiento, pero está vez el endeudamiento no fue a base de plástico y se fue entonces por la vía del crédito inmobiliario las hipotecas se titularizaron, es decir, se convirtieron en bonos negociables y como eran asegurables, estos seguros también eran negociables.
Fue así como el paquete que se creó a nivel financiero era gigantesco y ya sabemos lo que ocurrió en el 2008 con las conocidas hipotecas subprime. La característica que tiene la crisis sistémica desde entonces (2008), es que está crisis no es manipulable y no es manipulable porque  la desigualdad social hoy, es una amenaza para la estabilidad de los EE.UU.
EEUU ha dejado de ser la tierra prometida donde el esfuerzo,  la valía y el tesón hacían posible alcanzar cualquier meta con independencia del origen étnico, social y económico de la gente. El fin del llamado sueño americano fue el caldo de cultivo que permitio al sionista Donald Trump llegar a la Casa Blanca. La crisis de la última década se ha llevado por delante el optimismo de las familias de las clases medias y obreras. El castigo que vienen sufriendo desde  estallido desde la crisis de las subprime en 2008, ha degenerado la convicción de los padres de que a sus hijos les tocará vivir un futuro peor pues, la movilidad social hace ya un tiempo que se detuvo.
El paisaje social es muy preocupante para los EE.UU. pues, las medidas económicas del Sr. Trump parecen no ser las acertadas, es decir, bajar los impuestos a los ricos y al capital con el objetivo de animar así la actividad económica no parece ser una fórmula suficiente para atajar el agrandamiento de la brecha económica entre las distintas clases sociales.
El progreso de la gente se está viendo constreñido por el reparto desigual de la riqueza más que por el menor crecimiento del PIB.
Francis Fukuyama a raíz del fin de la Guerra Fría, la desintegración de la URSS y la integración de las dos Alemanias pretendió convencer al mundo del fin de la Historia por cuanto el capitalismo había triunfado y por lo tanto la pasión política e ideológica había terminado.
Qué tras la caída del comunismo solo quedaba una forma política al alcance de los humanos y esta era el liberalismo en lo económico y la democracia liberal en lo político, idea en la que difería radicalmente Samuel Huntington, profeta de una guerra de civilizaciones que ha venido fascinando tanto al antioccidentalismo islamista o confucianista como al supremacismo de occidente que está en su origen.
El peligro de la desaparición de las clases medias no es sólo un problema del capitalismo, sino también de la Centro Izquierda (La socialdemocracia) que al parecer se ha quedado sin programa y sin ideas.
Mientras los economistas liberales se resisten a entender que la crisis  financiera global es hija del capitalismo desregulado, que no haya provocado hasta ahora una fuerte reacción importante del radicalismo izquierdista en el mundo es debido en mi opinión, al papel que hoy juega China en la lucha por un Nuevo Orden Mundial, mientras los EE.UU. precupados por el Wall Street y por los movimientos populistas de derecha tipo Tea Party, que llevó a Donald Trump al Palacio Oval.
O entendemos esto o no hemos entendido nada de lo que está pasando actualmente en el mundo.
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