El ajuste madurista ajusta a cualquiera
El ajuste económico y social aplicado por el gobierno de Nicolás Maduro ha sido el más feroz que se conozca en Venezuela, sin haber sido planificado de forma consciente por ninguna autoridad oficial. Simplemente ha venido ocurriendo, de manera improvisada y caótica, como suceden la mayoría de los procesos desde 1999.
Tenemos la inflación más alta del mundo, a pesar del control de precios, por cuarto año consecutivo, lo cual disparó la pobreza coyuntural, medida en términos del ingreso monetario, a 80%. Tenemos uno de los salarios mínimos más bajos América Latina, similar al de Cuba y Haití, los otros dos países de la región que compiten con nosotros en deterioro. El dólar de Dicom se ha deslizado hasta acercarse al dólar paralelo. Los precios de numerosos productos de consumo masivo –leche, aceite, café, granos, harina pan, papel higiénico, entre mucho otros- son similares en el mercado paralelo, que es donde se consiguen, a los de países en los cuales no hay control de cambio, y los trabajadores ganan salarios cinco o seis veces superiores a los nuestros. Las importaciones de alimentos, materias primas e insumos para la industria, retrocedieron entre 50% y 70%, dependiendo del rubro, lo cual combinado con la caída de la producción nacional, eyectó la escasez y el desabastecimiento. De acuerdo con cifras de Conindustria, las pocas fábricas que aún quedan en el país trabajan a menos de 50% de su capacidad instalada por falta de insumos y materias primas. Todas las empresas expropiadas por el régimen arrojan perdidas. La falta de medicamentos supera 80%. Desapareció el dólar viajero y a los pensionados y jubilados en el exterior no se les paga.
Los chavistas han ejecutado un ajuste que tritura a la inmensa mayoría de los venezolanos. Los informes de Datanalisis y otras encuestadoras muestran que cerca de 50% de la población come menos de tres veces al día, y que la calidad de las dos comidas que se consumen resulta muy baja. Los trabajos sobre pobreza señalan que los niños están naciendo con menos talla y peso, por el escaso consumo de alimentos de sus madres. El déficit de atención de los niños y jóvenes en edad escolar ha aumentado, debido a que la capacidad de concentrarse y aprender está asociada a la calidad de la alimentación.
Estos representan apenas unos pocos datos del ajuste chavista. Leer los informes de la CEPAL, Banco Mundial, BID o cualquier otro organismo multilateral donde se comparan los desempeños de las economías latinoamericanas o de otras naciones, produce en el lector nacional una combinación de rabia y vergüenza. Venezuela se encuentra en los últimos lugares en todos los indicadores que sirven para medir el desarrollo económico y la equidad social. Sólo en uno, nada memorable, despuntamos: la corrupción. Pasamos a convertirnos en uno de los países más corruptos de la Tierra. La fuente más importante de la podredumbre es el control de cambio y los demás controles y requisitos impuestos por el gobierno para obtener cualquier tipo de licencia para establecer un negocio, o importar o exportar productos. El lugar donde campea el latrocinio es Cadivi y las empresas estatizadas. Donde el chavismo tiene metidas sus manos pasa a convertirse en foco de lucrativos negocios y mecanismo de formación de súbitas y obscenas fortunas. Cadivi ha sido el instrumento de enriquecimiento más poderoso alguna vez montado en Venezuela. Esta realidad no inquieta a Aristóbulo Istúriz, solo preocupado en mantener el control de cambio para que no “tumben al gobierno” y, desde luego, favorecer su círculo íntimo.
El chavismo sitúa en El Caracazo, 27 de febrero de 1989, el origen y justificación del golpe de Estado del 4-F. La ira popular habría sido la respuesta legítima del pueblo ante el “ajuste neoliberal” impuesto por Carlos Andrés Pérez, a pesar de que este sólo tenía tres semanas ejerciendo la presidencia de la República. Los comandantes del 4-F reivindicaron a ese pueblo reprimido.
Los chavistas llevan casi dieciocho años gobernando, han disfrutado de los ingresos petroleros más altos de la historia y, ahora, por su ineptitud y corrupción, aplican un ajuste regresivo y criminal. El régimen castiga al pueblo, pero no muestra ninguna intención de moderar sus gastos. Maduro invierte fortunas en organizar cumbres inútiles, viajar por el mundo dando pena, mantener el apoyo a Cuba y comprar armas para guerras ficticias. El ajuste madurista ajusta a cualquiera, sobre todo a los pobres.
@trinomarquezc